-

-

martes, 14 de enero de 2014

Ataque de pánico

Martes 14 de Enero y ella no paró un segundo. Sólo recuerda haberse tomado un día, esos en los que es pecado no estar tirado boca arriba pensando en la nada misma. Fue un día raro para ser Enero, había refrescado un poco  y la ciudad saludaba entre aliviada (algunos) y tristes (otros) un día lluvioso (el único) del mes del sol. La lluvia la despertó, corrió a sacarle unas fotos a la llovizna que se transformó en chaparrón y se puso triste cuando dejó de llover. Necesitaba como excusa esa lluvia para seguir tirada. Escribe y se pone a pensar, es medio patético necesitar una excusa para estar tirada. Intenta recordar pero no sabe desde cuándo tiene la manía de correr, manía, necesidad o impulso. Es como que siempre está corriendo pero no llega, se cansa, baja la velocidad. Hasta que llueve, recarga energías y vuelve a correr. A ese ritmo no va a llegar a los 30, lo sabe.
La carrera no es siempre física, el que la ve ahora podría decir que sólo está sentada escribiendo, con el escritorio sucio y la cama sin hacer. Pero está corriendo más que  nunca (eso no lo dice ella, lo dicen las pastillas antináuseas que se tuvo que comprar).
Hoy se queda dormida, agarra la ropa que encuentra.  Se baña con agua fría pero no se despierta. Hay un  par de zapatillas limpias o unas chatitas, siente que es mucho trabajo atarse los cordones, así que mete el pie en los zapatos más viejos del mundo y se toma un bondi.
La Rocío Rubia llega pintada y bien vestida como siempre, ojalá tuviera esas ganas de estar presentable todos los días como su amiga. Se ponen a hablar de las cosas que ellas hablan y cuando vuelve a mirar el reloj pasaron cuatro horas. Se ríe para adentro y piensa que eso es casi tan relajante como un día de lluvia tirada en la cama. Su tocaya le confiesa que los nervios a ella la atacan diferente, y de repente la morocha se pregunta por qué si su cabeza sabe que un tropezón no es caída, su cerebro le manda ganas de vomitar cada vez que está nerviosa.
-A mí me pasó lo mismo, estresa. Este verano me propuse no anotarme en ningún ingreso, en ninguna materia. Voy a relajarme, lo único que voy a hacer es ver películas.
La morocha piensa que es bastante inteligente la elección, y se arrepiente un poco de haberse anotado en esa especie de Popstars para formar un grupo selecto al estilo Bandana. Su chiste personal es pensarse a sí misma como esas adolescentes con carteles con números de inscripción en el pecho y haciendo fila para mostrar lo que saben hacer adelante del jurado. Ni siquiera sabe si va a llegar a estar adelante del jurado, nervios, pastillas, naúseas y mucho embole mirando París, Texas. Lo bien que le haría en este momento ver algún episodio de HYMYM, lástima que ya se los morfó todos.

Trata de que la chispa de La Rubia le entre un poco por los poros porque mira al cielo y no se ven nubes de tormenta cerca, imagina que ya es lunes al mediodía y tiene los pies en la arena. La Rubia le prestó un libro, casi como supiera que durante los últimos días se estaba preguntando qué leer en la playa. No sabe nadar, y le da pánico meterse muy adentro (qué no le da miedo es la pregunta este verano), pero aún así, el mar le hace todavía mejor que la lluvia. No es nada contradictorio que lo que nos hace tan bien nos de miedo ¿No?




No hay comentarios:

Publicar un comentario