El caballo es un cagón, tiene el
mismo movimiento de una ola histérica que va y viene todo el tiempo, pero dice,
para defenderse, que al igual que la ola, esa es su naturaleza y no puede
actuar de otra manera. Se mueve en L imprenta mayúscula por todo el tablero,
actúa de soporte a otras piezas más poderosas, como la Reina, y a veces ataca
en defensa de algún otro peón que siguiendo órdenes, se perfila a una muerte
segura en el territorio de una Torre adversaria.
Algunos maestros del Ajedrez
dicen que el caballo bien utilizado es una de las mejores piezas del juego, un
arma sigilosa. Afirman que su movimiento esquivo e histérico no tiene nada de
esquivo ni de histérico y que es simplemente en función de su inteligencia. Al
ser una pieza con un trayecto no tan delimitado, como un Alfil por ejemplo, el
oponente suele olvidarse de él y termina perdiendo, no sólo Peones desatentos
sino también puede quedar en un jaque mate sorpresivo.
Para estos señores, el Caballo
sería una pieza fácil de camuflar, con una forma de atacar distinta que hay que
valorar y saber utilizar, para no terminar dando vueltas en forma de L por todo
el tablero durante 40 minutos. Hay partidas que duran 5 solamente, las vi,
participé en ellas y a veces las gané.
Hace un tiempo en un libro vi una jugada
fácil para terminar con todo apenas empieza el juego, cuando todavía las piezas
no salieron de sus lugares, sólo un peón contrario, dejando un hueco entre él y
su Rey. Si soy blanca, en mi segundo movimiento ya puedo poner al Rey con mi Alfil en jaque.
Después de desestabilizar al
minuto de haber empezado el juego, los oponentes se dividen en dos clases de
personas, los que deciden tomarse las cosas con calma y te dan un buen partido
de media hora; y los que se descolocan y pierden al rato, nerviosos por la
sorpresa inicial.
También se aconseja no sacar la
Reina demasiado rápido, cuando está todo bastante evaluado y medido y no hay
muchas posibilidades de perderla. A veces cuando escucho este consejo me río, “no
sacar la Reina demasiado rápido” tiene una connotación interesante si en vez de
un juego de mesa jugamos a salir con alguien por primera vez.
Tengo que admitir que siempre me
gustó el Caballo, y que en una época yo también pensaba que era una de las
piezas más interesantes, por lo sorpresiva y versátil. Creo que hay una
diferencia entre saber usarlo y moverlo porque sí, haciéndolo pasear, avanzar y
retroceder, ir de un lado para el otro. Como oponente no sabés si lo están
usando para defenderse de un ataque futuro que ya percibieron, porque están
maquinando un jaque en dos jugadas más o porque no tienen idea qué mover y para
hacerse los interesantes deciden continuar con un baile frenético en vez de
armar un buen plan.
Esas tres opciones tiene el
adversario, ése que usa mucho al Caballo. Si usa las primeras dos, estaré en un
juego más que interesante. Si es de los que usan al Caballo sólo para ganar
tiempo y marear, el consejo es que aunque la cosa esté trabada y las opciones
parezcan pocas, también hay alfiles, torres y peones. Y si es de los que dejan
la Reina para último momento, quizás sea su oportunidad de hacerla jugar.
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