Todos se pusieron más estrictos
y no se puede tener ni una bolsa de
galletitas cerradas arriba del escritorio, hay que esconder las Don Satur adentro
de la cartera, y pasarlas de box en box como si fuera merca. Después de 3 meses
de promesas nos llegó el vaso térmico que no es térmico, es de plástico y huele
a PVC o a zapatilla mal hecha. Si oliera como un álbum de figuritas sí lo
usaría, pero todos sabemos que hay grados de pegamento que un ser humano que no
quiera drogarse (de esa forma) tiene que respetar. No sé si ventilándolo lo
suficiente pueda ser utilizable en algún momento o si le pongo agua y me la
tomo voy a tener ojos verdes como quería cuando era chica.
El vaso tiene el logo de la
empresa y según no se quién eso refuerza nuestra identidad. Cada pelotudez anda
escrita por el mundo. Es como la idea del uniforme en un secundario:
-Ahí van las chetas del
Victoria Ocampo.
-Ahí van las trolitas
del Loreto.
-Ahí van esas negras
del Inmaculada.
Por supuesto que refuerzan la
identidad, delimitan y estereotipan, uniformes, marcas y vasos plásticos con
nombres.
-Ahí van esos giles del Call
Center.
Fui una negra del Inmaculada y
ahora una gila del Call Center.
Voy a mi pasillito favorito y la
distingo con la mirada. Había puesto su cartera en una silla al lado de ella
para guardarme el asiento, un amor de persona. Si me siento al lado suyo sabe
que entre llamada y llamada, va a poder decirme “odio este trabajo” y yo me voy
a reír porque todavía no me parece tan malo, pero es probable que en algún
momento sí. Esas cosas llegan.
-Y no Marcos, si no tenés saldo
no vas a poder usar el servicio, tenés que recargar con una tarjeta o mediante
carga virtual.
Me mira abriendo mucho los ojos,
mutea la llamada y me dice:
-Ah no pero este es un
pelotudo…
-Claro, tenés que tener
en cuenta Marcos que recién se te recarga el crédito en diez días…
Y volvía a ser falsamente dulce.
Apoyo mi carpeta al lado del
monitor y lentamente empiezo a adornar el box que por 6 horas va a ser como el
escritorio de mi pieza, la cartera en
una esquina, los apuntes del curso de capacitación de la empresa (que no me
sirven para nada pero después de 3 meses los sigo cargando por ninguna razón),
el celular escondido debajo de un pañuelo, el estuche con los lentes y si es
fin de semana (cuando la cantidad de llamadas te deja un margen de 2 minutos
entre cliente y cliente) algún libro, apunte o revista. Este maldito sistema
capitalista te hace querer aprovechar cada segundo, el tiempo es dinero y esas
cosas que te dicen en la facu. Sociales te abre la cabeza, todos tenemos un
antes y un después de Marx, la escuela de Frankfurt, Peirce (incluída la
canción de se pronuncia Pers), Verón (en su etapa
académiconotanpelotudachupamediasdeclarín) y el corto de taller 2. Bueno,
quizás el último es un poco más personal.
Me siento y me doy cuenta que estoy en la silla fea,
esa que está medio rota y no se puede bajar. Con la rapidez de una vieja que
encuentra asiento vacío en el bondi, miro dónde hay una silla copada y la
intercambio. Listo, ya me puedo loguear tranquila.
-¿Dónde está More? Hace
bocha que no la veo.
-Está de licencia por
las cervicales, no se podía ni mover.
El cuco del call center son los
dolores de cabeza y de espalda, y yo ya tengo los dos. Miedo, miedo, miedo. No
quiero ser una vieja con joroba ni una adicta al diclofenac, mi cuerpo es tan
genial que se termina acostumbrando a las drogas, como ese año que estaba
totalmente inmunizada a la cafiaspirina plus. Pude comprobar que es verdad eso
de que las células de todo el cuerpo se van renovando cada dos años, de repente
mi cuerpo absorvía las aspirinas como flynn paff y tuve que dejar de tomarlas,
sufriendo las migrañas entre cuatro paredes. Como una especie de alcohólica que
después de dos años se olvida del sabor de un whisky, cuando retomé, el efecto
volvió a ser magia en dos gramos. Ahora sospecho que me está pasando lo mismo
con el actron. En el fondo somos un poquito como las cucarachas, comemos basura
y nos acostumbramos al raid. Cada vez somos más fuertes y tienen que crear
nuevas fórmulas para matarnos, o por ahí es un pequeño truco de mercado y lo
único que cambian es el pacaching.
- ¿Algún niño o niña que se
quiera anotar para el feriado?
Ofrecen más horas de trabajo como
si fueran caramelos, y los niños en mi pasillo las agarran como si estuvieran
debajo de una piñata ¿Qué moviliza a una persona a ir a trabajar un feriado tan
soleado, tan lindo, tan feriado? Marx
está levantando la mano a mi pregunta pero no lo voy a dejar contestar. Me anoté
sin dudar, y después estuve 3 días arrepintiéndome. Cuando llegué era un
cementerio de sillas y computadoras apagadas. El call center prácticamente
desierto, un par de giles estábamos en la guardia. Aunque yo me resisto a
llamarle así. Guardia hacen los médicos que salvan vidas, nosotros atendemos
llamados de gente que no sabe su número de teléfono y en vez de probar llamando
a otra persona, primero nos llaman a nosotros.
Me acuerdo de una entrevista
laboral que tuve a principio de año donde me habían dicho “todos tenemos un
precio”. Me causó mucha repulsión en su momento.
-El mañanero lo tenés
que hacer, te levantás un segundo, te cepillás los dientes y la despertás.
-No boludo, yo a la
mañana estoy re dormido.
-Pero le dicen mañanero
porque te cambia la mañana boludo.
Para no escuchar entre llamada y
llamada cosas como esas de gente que no conozco (si los conociera sería más
interesante) sigo de largo y busco mi pasillo, ahí están todos los niños que
esperan a fin de mes sus caramelos.
-Tengo un problema, ¿Tengo dos
equipos, viste? Antes tenía uno, y ahora me compré otro. Bueno, quiero pasar
mis contactos de un equipo a otro, ¿Cómo hago?
Me es-tás jo-diendo. 17 grados
afuera, un sol de la puta madre, un feriado que nos regaló Colón mientras le
robaba oro a los nativos, y vos llamás a
atención al cliente porque no sabés como pasar tu agenda de un celular a otro.
En el pasillo una de las niñas está a los gritos:
-Si no me tratás con respeto voy
a cortar la llamada.
Uff, mejor sigo con el nabo que
me tocó, es preferible eso antes del loquito de “no entiendo la factura” ¿Nabo
le dije? Uhh, me están contagiando. Ya están todos de mal humor, se dieron
cuenta que el día hermoso se está yendo y ellos siguen acá adentro. En la
ventana se ve algo que quizás sea un pedazo de cielo, oscuro bien oscuro.
-Gracias por llamar,
hasta luego.
-Hasta luego.
-Uf, cómo me calentó la
voz de esta mina.
La gente se piensa que cuando
separan el celular de la oreja automáticamente dejamos de escucharlos, se
escucha todo señores, hasta que cortan.
-Mirá, yo me separé y estoy en
medio de un tema legal con mi ex marido, pero tengo la clave de su cuenta,
¿Habría alguna manera de ver las llamadas que estuvo haciendo este mes?
Son un caldo de cultivo de
historias, y yo una especie de espía. Si lo pienso, no son sólo un par de
metáforas de alguien que le hubiese gustado quedarse en su casa tomando mate. Soy
una informante de comentarios y momentos poco agradables, estúpidos, miserias y
alegrías humanas. La llamada telefónica te da ese grado de anonimidad que a
veces es bien aprovechada.
Ficho, abro la puerta de
emergencia y empiezo a bajar los dos pisos hacia el aire fresco. Empujo la
puerta de vidrio y salgo, es la tercera vez en esta semana que cortan la luz de
la calle. No me da miedo, a una cuadra y media están las luces de la 9 de
Julio. Avanzo entre penumbras, conociéndome los baches de la vereda de memoria,
y de repente estoy en otra ciudad, en la época de la ley seca, peinada y
vestida como lo estaría una espía mujer, en caso de que haya existido alguna en
aquellos tiempos.
No hay nadie en la calle más que
yo, ni siquiera perros o gatos que puedan acusarme, entro al callejón y saco mi
petaca. Estoy a punto de darme un respiro cuando me sorprende Gordon.
-Sabía que te iba a
encontrar por acá.
-Es mía, devolvémela.
-Dame un traguito…
-¿Tenés barriles en un
depósito y a mí me querés andar robando una petaca? Sos un tacaño.
-Uff, te venía a hablar
de algo, tengo algo bueno hoy a la noche, me dijeron que disparás bien.
-¿Querés que te
muestre?
-No, linda, hoy a la
noche, donde siempre, se viene algo grande. Smith dice que hay un espía, esta
noche lo hacemos caer.
-¿Un espía? ¿Quién se
va animar? Si le vendemos al alcalde…
-Mina tenías que ser,
¿No podés hablar un poco más bajo? Eso no se dice por la calle estúpida… lo que
pasa es que desde que llegó Elliot Ness se está complicando todo.
-Es un hombre, todos los
hombres tienen precio.
-No, este no. Hoy a la
noche donde siempre… sabemos que trabaja con un colorado, el mudo sabe dónde
encontrarlo.
-¿Vamos a darle un
susto?
-No, ya perdimos mucha
guita, esta noche terminamos con el colorado. Va a haber un regalito para vos…
-Algo más que una
petaca espero…
-Jaja, si, el colorado
trabaja con una pelirroja, se que a vos te gusta pelearte con minitas.
-No, a vos te gusta
cuando me peleo con minitas.
-Me calientan esas
cosas, como tu voz ponele. Va a estar fácil, en la entrada siempre está el
larguirucho con pantalones ajustados, y a veces se queda hasta tarde la
recepcionista que no ve nada sin sus anteojos.
-Fácil.
-Fácil, y después
podemos irnos por ahí…
Gordon me besa, piensa
que me gusta el muy idiota. Salgo del callejón, lo pierdo de vista, saco mi
celular y llamo a Clara.
-Avisale a Damián,
decile que esta noche van a atacar la oficina, dale la noche libre a Mariana y
decile a Yasmin y a Manuel que estén preparados, saben que hay una espía.
Es feriado y el bondi
no viene más. Se me ocurrió una historia re bizarra para contar.
Yo llamé ochenta veces durante el feriado para decir que den de baja mi línea, que le saquen la baja a mi línea, que me manden un celular, que no me lo manden, que me dejen de baja la línea pero me expliquen si después podía sacársela, que me manden el chip, que no lo haga, que me digan si podía conseguir un celular ese mismo día en el Alto Palermo.
ResponderEliminarMe siento malísimo ahora.
Es muy bueno!
ResponderEliminarTamiiiiii jajaja es más típico de lo que vos pensás! Graaacias antihéroe!
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