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viernes, 9 de mayo de 2014

De cómo conocí a Tomás

Hace dos meses estaba en ese laburo. "Laburo", diría mi vieja, así, todo entrecomillado. Sí, laburo mamá, sacar fotos en un boliche el fin de semana es laburar. O se parece. O es. No sé, ya lo dejé igual, ese boliche dejé. Ahora estoy con otras cosas. La cuestión es que estaba sacando fotos a las tres de la mañana en un boliche, que para la inspección en realidad es bar pero la posta es que es boliche. Y me vio. Me vio él primero porque yo estaba concentradísima. Pero si no lo hubiese estado lo hubiese mirado yo primero. Así de lindo era, es, no sé. Barba recortada, camisa cuadrillé, rulos (me enteré después, cuando se los dejó crecer).
-Hay que aprovechar el pelo hasta que se me empiece a caer, me dijeron.
Es que sí, tenía (o tiene, no se) treinta y cinco.
Si con la barba recortada y la camisa cuadrillé me estaba comprando, cuando me dijo que era profesor de foto en Capital me enamoró. No sé, pelotudeces mías.
Se me acercó en un momento en que me paré al lado de la barra, para que Marcelo (barman lindo, pero gay) me diera un speed con melón. Si me preguntás qué me gustaba de ese laburo, era el speed con melón, gratis, las caipis gratis, todo gratis. Todavía no entiendo cómo es que nunca me puse en pedo. Me preguntó hace cuánto estaba ahí, si me gustaba sacar fotos, si esto, si lo otro. Y ahí tuve esa sensación hermosa que te pasa cuando conocés a alguien que cuando habla no la caga. Nada más lindo que te guste y que sea interesante. No me jodan, a mí no me funciona eso de "le ponés una bolsa en la cabeza y va", pero tampoco puedo entrar a tu departamento si no me movés el piso. Perdón, pero es así. Le gustaba (o le gusta, no se) el cine, Charly, Los Piojos, Queen y Dolores Fonzi. Había tenido seis novias en su vida y le tenía miedo a los aviones, pero se empastillaba y volaba igual. No tenía mascotas, ni había tenido. Vivía (o vive, no se) en un dos ambientes en Palermo. Ponía la cama en el comedor y la habitación la usaba de set de estudio para fotos. Le gustaban demasiados las fotos de estudio, pero bueno, nadie es perfecto (y no, él tampoco).
Tenía amigos de mi edad y amigos de la edad de él. A los tres meses me invitaban a las salidas grupales y las amigas me decían que "por fin una lo enganchó". Ponele que me causaba gracia. Un poquito de orgullo, quizás. A los seis meses me invitó al casamiento del mejor amigo, que era el primo, con toda la familia, vestido lindo, peinado de peluquería y esas cosas, y las dos Canon, obviamente. Y ahí empecé a sentir que las cosas se me iban de las manos, por ahí seis meses era demasiado rápido para eso de la presentación en familia, pero bueno, me la banqué como una divina. No sé si habré sido yo o qué, pero las cosas se empezaron a poner un poquito asfixiantes. A ver, Tomás tenía treinta y cinco y yo más de diez años menos, pero igual él no parecía de su edad. Salía todos los fines de semana, usaba ropa linda, y como era profesor de cultura (ah, ¿No te conté?) en un secundario por Almagro, daba la sensación de que estaba con alguien como yo. Alguien como yo pero que se mantenía solo, había vivido el regreso de la democracia (aunque fuese haciendo garabatos en el jardín), y que no se había criado con el animé como yo. Pero en definitiva, no se sentía demasiado la diferencia.
Una de las cosas que más me había enamorado de él era que cuando dejé de sacar fotos en ese boliche y empecé a salir por todas las noches que no había podido, permaneció fiel a su política de los no-celos. Inclusive me había hecho una copia de las llaves del departamento. Así se siente una relación madura, pensé yo.  Hasta que lo maduro me mareó.
-¿Te querés venir a vivir?
¿Qué?
-Ya te quedás a dormir a veces tres veces por semana, el depto es chico, pero estaría bueno que directamente te quedaras acá.
Qué bicho le picó por el amor de Jesucristo.
-Tengo 23, Tomás.
Fue lo primero que dije, como si eso me excusara de algo, aunque sí. Estaba más que comodísima en mi casa; pieza propia, hermanos mayores, hija mimada, mamá me cocinaba ¿Para qué me iba a mudar? Tenía que haberme dado cuenta que le estaba pintando el viejazo en cuanto se casó el mejor amigo, que es el primo. Ahí se le fue todo a la mierda. Pero si nunca creíste en el casamiento Tomás, explicame por qué ver a la nona brindando por los novios te sentimentalizó ¿O es que alguien se atrevió a decirte el "y vos para cuándo" en algún momento en que me fui al baño?  Por ahí es que simplemente la gente se pone grande y le da miedo algunas cosas, hasta que se da cuenta que son boludeces y se acomoda. Tardó en acomodarse igual. No me habló por dos días, hasta que me llamó al celular y lo atendí con voz de dormida, a las dos de la tarde, pero era porque a la noche lloraba, miraba una película, me acostaba llorando y me despertaba a las dos ¿Y no iba a la facu? Eran vacaciones (¿Te conté que voy a la facu? Sí, estudio comunicación, no sé para qué me va a servir pero yo estudio, porque hay que estudiar y porque me gusta escribir y sacar fotos).
Me dijo que había sido un inmaduro, que me amaba, que respetaba mi edad, mis tiempos, y que muchas cosas lindas más. Las pelotudas enamoradas son un peligro, somos. Quedamos en vernos a la noche del día siguiente porque él tenía que cubrir un evento el viernes a la noche, y se iba a quedar en lo de un amigo hasta la tarde del sábado. Dale, bueno, nos vemos. Te amo, que lindo todo, chau. Ese sábado me levanté tempranísimo, agarré mi mochila violeta, mis zapatillas favoritas, mi jean favorito, y una camisa cuadrillé. Pasé por el chino de la esquina de su departamento y compré todo lo necesario para hacer el pollo al limón con papas más rico de mi vida. No había estado tan feliz en días. Entré al edificio, subí dos pisos con unas bolsas de morondanga que se iban a romper en cualquier momento y abrí la puerta.
Y ahí estaba él.
Y ahí estaba ella.
Y seguramente también estaba yo, porque ellos me miraban, pero yo sentía que estaba en cualquier otro lado, como si me hubiera teletransportado. Seguía teniendo todos los ingredientes para hacer el mejor pollo al limón con papas de mi vida,  tenía mi mochila violeta, mi pelo largo y todas esas cosas que me caracterizan. Por ahí me había equivocado de departamento, por ahí la puerta del 3B tiene la misma cerradura que la del 2B, por ahí era su clon. No me acuerdo cuando volví a respirar, quizás fue cuando ella se empezó a vestir, o cuando él se levantó de la cama y empezó a caminar hacia mí, con una parte de la sábana tapándose ¿Qué te tapas idiota si hace 8 meses que estamos cogiendo? Pensé.
-Perdoná, no sé qué decir.
Dijo. No tengo idea con qué cara lo estaba mirando, los estaba mirando. El pelo rubio de ella me dio la espalda y de ahí en más sólo le vi la nuca, la conocía. Tomás le había hecho un book hace un mes o dos y habíamos estado un par de horas editándolo. La recuerdo porque dije que si fuera hombre me la cogería. Él no dijo nada. Se la cogió directamente.
El baldazo de agua fría no es lo suficientemente gráfico, no es metáfora, es realidad, es un golpe, es más que el cross a la mandíbula, es toda la mierda junta, es todo el dolor ahí, en el pecho, en los ojos, en la cabeza, en la punta de las uñas. Todo ahí.
-Soy un boludo, perdoná.

Creo que cuando pasan estas cosas de novela el tiempo no va lo suficientemente rápido, no sé, me paralicé. Ella se paró y se puso el jean, para cuando me di cuenta yo ya estaba pegada a la puerta, se ve que mientras pensaba o no-pensaba estaba caminando para atrás. Él se paró, soltó la sábana (se habrá dado cuenta que la situación era ya bastante bizarra y que estuviera en pelotas no cambiaba nada) y dio dos pasos hacia mí. Creo que dijo perdoná por tercera vez, no lo escuché bien. Sólo sé que abrió la boca. Yo abrí la puerta del departamento, agarré con fuerza todas mis cosas y bajé. No iba a dejarle la bolsa del chino para que comiera pollo al limón sin mí.

Historieta hermosa de "Y viste como es", recomendadísimo.

2 comentarios:

  1. "Y ahí tuve esa sensación hermosa que te pasa cuando conocés a alguien que cuando habla no la caga" Eso para mi se siente como un vértigo, es como si me engancharan un anzuelo en el ombligo y tiraran para abajo, Yo también tuve un "Tomás", se parecia mucho a este, hasta en la manera de hacer daño. Entré a un bar triste por otro tipo y salí enamorada de él. Me identifiqué completamente con todo lo que escribiste. :)

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    1. Cuesta mucho encontrar ese vértigo, que aparezca Tomás (que a veces está sacándonos de la mente a otro Tomás) y pueden o no pasar estas cosas.. Que sea infinito mientras dure, no?

      Me encantó que te hayas dado una vuelta por acá, abrazo enorme :)

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