Y a veces no nos
podemos hacer otra cosa excepto lastimarnos, entonces se caen las hojas y las
barremos. Cerramos puertas y tratamos de poner todo lo roto en papeles de
diario, en cajas chicas y escribimos con fibrón negro "cuidado,
frágil", para que alguno si las encuentra les preste atención y si quiere
abrirlas, lo haga con mucho cuidado. Son partes que no queremos tirar, pero ya
no pueden estar más en esta pieza. Con todas las cosas que empezamos a hacer, nos está quedando chica, y llega un momento en que la seguimos llenando de
cosas nuevas o nos quedamos rodeados de adornos viejos y rotos.
Alguien inteligente
los hubiese sacado apenas se empezaban a romper solos, alguien sensible se los hubiese
quedado mirando, esperando que no se rompieran todos, y yo, que para algunas
cosas soy muy inteligente pero para otras demasiado sensible, no me di cuenta
cuánto dolía verlos romperse hasta que el piso se llenó de porcelana, y no pude
salir de la pieza sin lastimarme los pies.
Por las dudas pongo
cortinas gruesas en las ventanas, no sea cosa que quieras entrar con el viento
y vuelvas a desacomodar todo. Ya ordené demasiadas veces esta habitación.
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