Hace calor y tengo sueño todo el
tiempo, me acuesto relativamente temprano, me levanto temprano y duermo siesta.
Mis funciones cerebrales oscilan el 35% de actividad, llegando a los 50% cuando
tengo que atender un caso medio complicado:
-Pedí un equipo, tardaron en
traérmelo, les dije que no lo quería, me lo facturaron igual, lo empecé a
pagar, me di cuenta, llamé para pedir un ajuste, me dijeron que lo habían
hecho, pero me lo volvieron a facturar. Además el servicio es malísimo.
-Em, hola, sí, más despacio que
hace calor y andamos con ventiladores porque se rompió el aire. Dormí mal
porque me desperté con sed y transpirada como si hubiese corrido diez cuadras,
casi siempre tengo la nuca mojada y estoy pensando en raparme pero usaron
fórceps conmigo y tengo la cabeza con forma de alien. Me gustaría ser Winona
Ryder sin el cleptomanismo o Natalie Portman sin el enanismo.
Ojalá pudiera contestarles así.
Estuve una semana preguntándole a
mis amigos si me convenía cortarme el pelo
o no. Creo que de unos diez, sólo dos respondieron afirmativamente, los
demás me dijeron lo mismo que me dicen cada dos meses, cuando me agarra la
histeria y me siento revolucionaria: “y… el pelo largo queda lindo”. Le comento
la situación a una de las señoras que trabaja en la peluquería.
-¿Le hiciste caso a tus amigos?
Me preguntó, mientras completa el
ritual que hago cada 3 meses, pintándome
las raíces que sólo yo me veo porque el color chocolate del que decidí teñirme hace
año y medio es muy parecido al original, así que sólo se nota cuando hay mucho
sol o cuando un alma bondadosa dice darse cuenta de la diferencia.
-Sí, es que no estaba
muy decidida la verdad.
-Ah, entonces bien.
La peluquería de la esquina la
descubrí hace muchos años, justo el mismo día que dejé de cortarme el pelo.
Venía de un rubio raro que supongo no me quedaría muy bien, porque como me dijo
un amigo una vez “La única forma de que a una morocha le quede bien el rubio es
si es Jessica Alba en Sin City”.
Enseguida lo que me llamó la
atención fue el poder de decisión del peluquero con sus clientas, parecían esas
peluquerías de barrio (si alguna vez hubiese conocido alguna) en donde el
peluquero y sus ayudantes están enterados de la vida de todos (pero para bien)
y siempre tienen tema de conversación para hablar, pasando del clima, al
peinado que se hizo la nueva reina de no sé dónde, la inflación, los cortes de
luz y su “ojalá que gane Racing”.
En estos años pasé por muchas
boludeces y heroicamente fui frenada por este hombre futbolísticamente sufrido,
que me entendió muy bien cuando le dije: “San Lorenzo safó, prometí que me iba
a teñir”. Por suerte no había dicho ningún color extravagante, así que miré ese
cartón lleno de pelos de colores y señalé el chocolate, que al final tampoco
fue demasiado revolucionario pero me dejó cumplir con mi promesa hecha a la
nada misma y dijo “linda elección, Wella toma muy bien el color y no se te va a
lavar nunca”. Algún hincha de verdad habría prometido tatuarse o teñirse de
rojo tomate pero en este Word odiamos los fanatismos, y le tenemos miedo a las
agujas.
-Quiero hacerme la permanente,
quiero tener rulos.
Lo había pensado por meses, había
pedido franco ese día en el laburo para poder estar encerrada entre espejos y
revistas GENTE toda la tarde, para llegar y tirar esa bombita.
-Tenés el pelo teñido
Rocío, ni loco te hago una permanente.
-¿Por qué no?
-Porque se te va a
quemar, se te va a arruinar y te lo vas a tener que cortar. Ni loco lo hago, si
querés permanente, andá a otra peluquería.
Y así terminaban las discusiones
con Juan, si él no lo hacía era porque iba a quedar mal y si algún otro te
prometía hacerlo, iba a quedar peor y cuando volvieras Juan te iba a decir “te lo dije”. Es como una
mamá que sabe usar las tijeras para algo mejor que amenazar si no hacés caso.
-Me lo quiero cortar, mucho.
Dijo una, bastante decidida.
-Mirá que para que te vuelva a
crecer como lo tenés ahora vas a tener que esperar unos 3 años, el pelo crece, pero no tan rápido.
-Ah, bueno.
Y con eso minaba las decisiones
apresuradas de un montón de mujeres que llegaban a la peluquería buscando un
cambio externo para no hacer uno interno (reflexión truchita sacada de Parateens).
-Es que la cosa es así señoras
(Juan levantaba un poco la voz y parecía estar dando clase a todas las mujeres
del salón), ahora con el calor tooodas
se quieren cortar el pelo, pasa el verano, y a principios de Marzo están todas
queriendo hacerse extensiones y que se yo, ahorre, señora, ahorre, se me pone
un rodete y después tiene el pelo largo en el invierno.
-¿Vos que te vas a hacer
nene?
-Me quería sacar un
poco acá adelante.
-¿Ya te hiciste de
Racing?
-No, soy del rojo.
-Por eso, ¿Ya te
hiciste de Racing?
-Aii, Juan, ¿Quiénes
son esas personas que están en la entrada? Dejé el auto enfrente, ¿vos decís
que lo lleve a casa y vuelva caminando?
Levanté la vista del
amor empalagoso de Wanda con Icardi (tatuate mi nombre y regálame pasajes por
el amor de dios) para mirar a la Doña Rosa que acababa de entrar con su hijo. La
señora se refería a un grupo de 40 personas esperando en la esquina, al lado de
la peluquería, con nenes llorones muriéndose de calor debajo del sol.
-Están esperando que
les paguen, vienen a cobrar, lo que pasa es que siempre les dicen un horario y
la plata no está, entonces los tienen esperando. Cobran y se van a cortar la
calle porque no tienen luz ¿Tiene seguro el auto?
-JAJA si, pero viste,
por ahí dejo el auto en casa y me vuelvo caminando y me ahorro algún
problemita.
-No pasa nada, hay
gente que necesita ayuda.
Si esta mujer habla de
ir a dejar el auto en su casa y volverse caminando, significa que no debe estar
a más de 5 cuadras, definitivamente merece que se lo roben, por estúpida y por
ser la peor expresión de la clase media que se piensa demasiado diferente.
-Empecé a leer un
libro, es de **** que es un *** y recorrió Latinoamérica, una especie de
crónica.
Me cuenta una de mis
mejores amigas cuando la voy a visitar a su nueva casa, mientras me sirve otro
vasito de Tía María que horas más tarde descubrí no debería haber tomado.
-El chabón estuvo en
Brasil y lo que cuenta es genial, dice que allá valoran sus raíces africanas
mientras que cuando empieza el capítulo de Buenos Aires escribe “se dicen que
son la Europa de Latinoamérica”. No lo pude leer más, es tristísimo que nos
pinte tal cual somos y que seamos tan idiotas.
Todavía estoy pensando
si cuando Juan dijo "Hay gente que necesita ayuda" lo decía por Doña
Rosa, por la gente que está sin luz o por la gente que estaba afuera esperando
la ayuda económica que reciben mensualmente.
Los nombres y cosas que
no se recuerdan bien por efecto del alcohol fueron reemplazados con ***, si le
interesa el libro mencionado puede preguntarle a mi amiga Ruth.
Paio es un señor muy groso, acá va uno de sus dibujitos.