-¿Sabes que volvió a comer ahí,
no?
Dijo, sin miedo a herir
susceptibilidades, muy característico de ella, como esa persona que sabe que
tiene la verdad y tiene que decirla sin importar nada más.
-Sí, creo que si.
Admite La rubia, terminando con
el mate y dándole un mordisco a la 3er medialuna.
-El otro volvió. Yo creo que fin
de año es medio como cuando hay 3 equipos que pueden salir campeones. Tenés al
equipo A, que la peleó todo el campeonato, con un par de idas y vueltas, pero
se mantuvo decorosamente estable. Está el equipo B, que empezó el año puntero y
a mitad de campeonato empezó a decaer, pero en los últimos partidos se acordó
de que tenía chances y ahora está a un par de puntos.
Acepta un mate demasiado dulce.
-Y está el equipo C, que empezó
para el orto, fue al psicólogo, la peleó, y tiene chances sólo si A y B pierden.
Tendría una posibilidad de desempate con A, ponele.
La rubia la miró, se perdía
cuando le empezaban a hablar de fútbol. Las charlas con La insensible eran así,
de repente un simple “me parece que” terminaba en una metáfora deportiva.
-¿Y qué gana el que gana?
-No estoy muy segura, no se si es
una buena metáfora ahora que lo decís.
La rubia mastica en silencio y
desvía la mirada mientras su amiga la observa de reojo.
-Creo que me fui por ese lado
porque lo que me comentás me hace pensar… si soy del equipo que no está muy
bien ubicado, miro a los otros partidos esperando que pierdan, además de mirar
el mío. Siempre pasan esas cosas…
-Pero si soy Bolt, no puedo mirar
a los costados cuando estoy por ganar. Por ahí si miro a los demás, me
desconcentro dos segundos y pierdo.
La insensible devolvió el mate.
Lo que había dicho La rubia sonaba medio extraño, pero se la dejó pasar porque todos
tenían derecho de hacer metáforas sin mucho sentido.
-Exacto. Por eso el fútbol es más
lindo ¿Cómo conocés a Bolt?
-Vi que le ganó al metrobús,
viajó no se desde dónde para trotar
media cuadra contra el 59.
-¿Te jode mucho todo esto?
-No.
La insensible no le creyó, pero
no escarbó más ahí, quizás era un poco más sensible de lo que dejaba mostrar.
-¿Y cómo volvió? ¿De la nada?
Preguntó La rubia, peinándose un
poco.
-Sí, pero me cansé, hace un año
que estoy jugando a lo mismo. Está fría el agua ya, cambiá la yerba que pongo
más agua.
-¿Pero sigue de novio?
-Creo que cortaron y volvieron
más veces de lo posible. Me molesta que estoy muy en el medio, la culpa no es
mía, él es el que no se decide, pero el otro día me la crucé y me miró re mal.
-Bueno pero es entendible.
-Sí, pero es él el que no sabe lo
que siente. Ya me re cansé igual. Siento que posta soy el equipo que espera que
todos los otros pierdan y no está bueno.
-¿Y cómo se llamaba el otro?
-No importa, fracaso total. No
hay nada ahí.
-Una lástima, me caía bien.
-Ni lo conociste.
-No pero era buenito decías.
-JAJA.
La Rubia revisa el celular y mira
el whatsapp que le acaba de llegar.
-Creo que tenés razón.
-¿Por, que te dijo?
-Me acuerdo cuando fui a tu casa después
del partido y estabas enojada porque decías que los dejaban jugar demasiado, que
les gustaba hacerte sufrir.
-Sí…
La insensible agarró una
medialuna de grasa y dijo al pasar:
-¿Sabés que me gusta de vos?
Que tenía toda la alegría que
ella no tenía, que era capaz de hacerse amiga de cualquier persona en un par de
encuentros y tenía esa sonrisa contagiosa que tienen pocas personas. Si le
preguntás a alguien si le cae bien La rubia, sin dudas te va a decir que es una
genia, mientras que de la Insensible no se podía decir lo mismo. Por ahí era
esa manera de hablar sin muchas vueltas, eso de confundir personalidad con mala
onda, honestidad con brutalidad y silencio con antipatía. Pero La rubia era un
oso de peluche abrazable hasta con 35 grados a la sombra.
-¿Qué cosa?
-Que sos la única amiga que tengo
que acepta tomar mate en verano.
-Che, ¿Y qué gana el que gana?
Pregunta La rubia, mientras
piensa que “el visto” es el peor invento de la historia.
San Lorenzo Campeón
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