Se despertó con una melodía conocida, la empezó a
escuchar cuando todavía volaba entre las sábanas. Lentamente abrió los ojos y
tocó el costado vacío de la cama. Frío. Lindo. Se arrastró un poco hacia el
lugar que hace tiempo no ocupaba nadie y no pudo evitar sonreír. Estaba en esa
parte del año cuando el verano no se quiere ir y da paso a la humedad, cuando
la gente no sabe si usar borcegos u ojotas, cuando ellas todavía pueden usar
escote y ellos pueden seguir mirando. El gato se subió a la cama y lentamente
empezó a caminar sobre ella.
-¿Tenés hambre?
Se quedó esperando
una respuesta en lenguaje gatuno que no tardó en llegar, se acurrucó en la cama
de dos plazas que se compró hace dos años, esa que es para una persona y un
gato, y disfrutó de la canción. Venía del 2E, no lo había visto nunca, no sabía
quién era, pero si la despertaba un sábado al mediodía con creep, le
caía muy bien.
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