Ella era feliz, excepto unos
minutos antes de irse a dormir, cuando se acordaba de sus abrazos y le daban
muchas ganas de estar en otro lugar. Entonces lloraba un poquito, lo odiaba un
poquito más por no estar ahí o a ella misma por no estar allá, y se dormía,
mezclando sueños de amor con autopromesas de noches mejores.
Me gustan tus letras, pero no puedo escuchar tus melodías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario