Amo a Alicia.
Tengo una obsesión, sin quererlo, aparece por todos lados.
Hice un corto y
se le ocurrió filtrarse en la historia, escribí un texto y apareció entre los
párrafos sin permiso. No es rubia, ni muy blanca, ni tiene vestido. Por lo menos
no mi Alicia, mi Alicia es morocha, pelo castaño oscuro y definitivamente no
tiene ojos celestes.
Alicia es una de
las historias más hermosas, tiene millones de versiones y cada uno puede
tomarla y apropiarla, bueno, como todas las historias. Pero es especial, no hay
príncipes ni realeza (a excepción de la hermosa Reina de Corazones), es una
historia un poco más burguesa, hay un conejo. Ese conejo que en mi caso
representa muchas cosas, las ganas de explorar, la curiosidad, el “a que no te
animás”. El conejo para mí, es como el “Gallina” de Marty McFly en Volver al
Futuro. Lo admito, siempre lo digo, no creo que sea algo bueno, es más como un
defecto, necesito ese empujoncito. Como un rasgo de la personalidad, no tan
bueno, pero que a veces tiene como resultado cosas muy interesantes, y
experiencias únicas. Por ahora sirve, espero no terminar como Marty, en un
accidente de auto y sin poder tocar nunca más la guitarra. Pero… no toco la
guitarra.
Alicia es una
historia de escape de la realidad.
Entramos por un huequito y de repente estamos viajando. Pero como todo
viaje, cuando volvemos no somos los mismos. Volvemos redescubiertos, con muchas
más preguntas, con soluciones, o quizás sólo con energías renovadas. Y en esta
vida, cambiar la energía es mucho más que importante.
Estuve
googleando, la historia original es de 1865, y según Wikipedia hace alusión a
cuestiones de la época… No me convence, Wikipedia siempre tan fría. Alicia hace alusión a muchas más cosas.
Cuando era
chica, pasaba mucho más tiempo en Wonderland que en mi casa. Ni siquiera
necesitaba cerrar los ojos. Tenía muchas muñecas, y hasta pistas de autos, pero
mi juego preferido era otro. Mis papás
estaban asustados, pensaban que no tenía cura, que estaba medio loca. Tenía un
país en mi cabeza, mi propio País de las Maravillas, podía teletransportarme
adentro de mi serie favorita y ser la hija no reconocida de Buffy Sommers y
Ángel y hasta tenía en mi mente dibujado con claridad la supermansión en la que
vivía.
¿La cura? Nada,
con el tiempo iba a aparecer algo parecido a una cura. Los golpes de realidad
aparecen a medida que uno va creciendo. Pero por suerte nunca me curé. Cada
tanto me quedaba sola y volvía a meterme en alguna serie. Fui la hermana genéticamente
modificada de Max, en Dark Angel y la prima de Tru en Tru Calling, con el mismo
poder que ella, retroceder el tiempo para salvar a alguien. Jamás podría
olvidarme, también tenía apariciones en Hechiceras, a veces era prima de las
Halliwell, a veces sólo otra bruja buena.
Mi Wonderland va
variando según mi estado de ánimo y mis obsesiones. Sigue siendo mi ruta de
escape, a veces sólo me distrae, a veces me enseña o me golpea para que me
enoje y me levante, para que corte con mi inercia.
Mi secreto para
entrar a la madriguera son las cosas que más me gustan, no voy a decir cuáles.
Mi profesor de taller 3 dice que no tengo que crear carteles fosforescentes y
llenos de flechas, si es que no voy a abrir la puerta. Dice que tengo que contarle todo al que está
leyendo, y sino, que no lo diga. Pero me parece que es más interesante cuando
no sabemos exactamente todo, está bueno que queden dudas, que te hagas
preguntas. Además mis entradas, no son las mismas que las tuyas. Yo soy capaz
de seguir al Conejo con sólo tomar un mate en mi terraza, si es que el sol está
en determinado punto, y mi humor en otro punto específico. Y además, mi
profesor no va a leer esto.
La mayoría de
las veces que sigo al Conejo soy feliz, puede que la sensación me dure un rato,
solamente mientras él esté conmigo, o puede que me dure mucho más tiempo. Pero
siempre salgo de la madriguera un poco sucia, con el corazón latiendo a mil y
los ojos llenos de ideas.
A medida que me
hago más grande, seguirlo da más miedo, un poco de inseguridad. Pero él se da
vuelta, me sonríe y mueve la colita, como para despejarme las dudas. Sabe que
me puede, que me encanta cruzar la línea. Y yo se lo que se viene, doy un paso
y miro para atrás, cuando regrese nada va a volver a estar en el lugar donde lo
dejé. Y eso, es muy bueno.
Otra Alicia que sigue a su conejo y le dice "Lero- lero"
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