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sábado, 28 de diciembre de 2013

El bajón.

Ese momento en el que te cae la ficha del por qué no era para vos y te da cosa estar solita, en el calor de tu cuarto. Mirás la lista de conectados y no hay ningún amigo para pilotear la situación con una charla al pasar, una película que hayas visto y te haya gustado la fotografía, o el frapuccino que te tomaste hoy con las amigas que no veías desde hace un tiempo.
Para pensar en otras cosas, te imaginás que una de ellas el lunes va a estar empezando uno de esos viajes de toda la vida, que marcan un antes y un después (o eso se espera). Es algo más que el típico viaje de estudiante de sociales, un poco más que el mochilero que se va al norte y también es más que el primer gran viaje hacia lo desconocido sin fecha ni hora de retorno.  De repente te suena interesante abandonar todo, agarrar el bolso y meter un par de remeras al ladito de la cámara de fotos. Es eso o quedarse donde estás, sentada, mirando lo que no estaría bueno que sigas mirando, lo que no suma, lo que te apega un poco más a la silla, más que el calor pegajoso y la tristeza repentina del darte cuenta de por qué no era para vos.

Miraste un poquito más para adelante y viste proyectos, esas preguntitas locas que te invadieron la cabeza todo el año y tomaron forma y determinación hace menos de dos meses, cuando entendiste qué tenías que hacer y hacia donde había que ir. En el camino no hay nadie más que vos, te imaginás que  tenés zapatos rojos de brillitos y las baldosas son amarillas, como la película que viste cuando eras chica. Y en el camino estás vos solita, con una mochila llena de entusiasmo, un poco de miedo y un par de ideas no demasiado brillantes. Pero ahí vas, con ese nudito en la garganta que te acaba de agarrar, abrís el Word, escupís y seguís. Por ahí si tenés suerte se te abra la puerta que esperás. El camino está desierto y solitario, igual que la pieza en la que estás.  

viernes, 27 de diciembre de 2013

¿Ya te hiciste de Racing?

Hace calor y tengo sueño todo el tiempo, me acuesto relativamente temprano, me levanto temprano y duermo siesta. Mis funciones cerebrales oscilan el 35% de actividad, llegando a los 50% cuando tengo que atender un caso medio complicado:
-Pedí un equipo, tardaron en traérmelo, les dije que no lo quería, me lo facturaron igual, lo empecé a pagar, me di cuenta, llamé para pedir un ajuste, me dijeron que lo habían hecho, pero me lo volvieron a facturar. Además el servicio es malísimo.
-Em, hola, sí, más despacio que hace calor y andamos con ventiladores porque se rompió el aire. Dormí mal porque me desperté con sed y transpirada como si hubiese corrido diez cuadras, casi siempre tengo la nuca mojada y estoy pensando en raparme pero usaron fórceps conmigo y tengo la cabeza con forma de alien. Me gustaría ser Winona Ryder sin el cleptomanismo o Natalie Portman sin el enanismo.
Ojalá pudiera contestarles así.
Estuve una semana preguntándole a mis amigos si me convenía cortarme el pelo  o no. Creo que de unos diez, sólo dos respondieron afirmativamente, los demás me dijeron lo mismo que me dicen cada dos meses, cuando me agarra la histeria y me siento revolucionaria: “y… el pelo largo queda lindo”. Le comento la situación a una de las señoras que trabaja en la peluquería.
-¿Le hiciste caso a tus amigos?
Me preguntó, mientras completa el ritual que hago cada  3 meses, pintándome las raíces que sólo yo me veo porque el color chocolate del que decidí teñirme hace año y medio es muy parecido al original, así que sólo se nota cuando hay mucho sol o cuando un alma bondadosa dice darse cuenta de la diferencia.
-Sí, es que no estaba muy decidida la verdad.
-Ah, entonces bien.

La peluquería de la esquina la descubrí hace muchos años, justo el mismo día que dejé de cortarme el pelo. Venía de un rubio raro que supongo no me quedaría muy bien, porque como me dijo un amigo una vez “La única forma de que a una morocha le quede bien el rubio es si es Jessica Alba en Sin City”.
Enseguida lo que me llamó la atención fue el poder de decisión del peluquero con sus clientas, parecían esas peluquerías de barrio (si alguna vez hubiese conocido alguna) en donde el peluquero y sus ayudantes están enterados de la vida de todos (pero para bien) y siempre tienen tema de conversación para hablar, pasando del clima, al peinado que se hizo la nueva reina de no sé dónde, la inflación, los cortes de luz y su “ojalá que gane Racing”.
En estos años pasé por muchas boludeces y heroicamente fui frenada por este hombre futbolísticamente sufrido, que me entendió muy bien cuando le dije: “San Lorenzo safó, prometí que me iba a teñir”. Por suerte no había dicho ningún color extravagante, así que miré ese cartón lleno de pelos de colores y señalé el chocolate, que al final tampoco fue demasiado revolucionario pero me dejó cumplir con mi promesa hecha a la nada misma y dijo “linda elección, Wella toma muy bien el color y no se te va a lavar nunca”. Algún hincha de verdad habría prometido tatuarse o teñirse de rojo tomate pero en este Word odiamos los fanatismos, y le tenemos miedo a las agujas.
-Quiero hacerme la permanente, quiero tener rulos.
Lo había pensado por meses, había pedido franco ese día en el laburo para poder estar encerrada entre espejos y revistas GENTE toda la tarde, para llegar y tirar esa bombita.
-Tenés el pelo teñido Rocío, ni loco te hago una permanente.
-¿Por qué no?
-Porque se te va a quemar, se te va a arruinar y te lo vas a tener que cortar. Ni loco lo hago, si querés permanente, andá a otra peluquería.

Y así terminaban las discusiones con Juan, si él no lo hacía era porque iba a quedar mal y si algún otro te prometía hacerlo, iba a quedar peor y cuando volvieras  Juan te iba a decir “te lo dije”. Es como una mamá que sabe usar las tijeras para algo mejor que amenazar si no hacés caso.
-Me lo quiero cortar, mucho.
Dijo una, bastante decidida.
-Mirá que para que te vuelva a crecer como lo tenés ahora vas a tener que esperar unos 3 años, el pelo crece, pero no tan rápido.
-Ah, bueno.
Y con eso minaba las decisiones apresuradas de un montón de mujeres que llegaban a la peluquería buscando un cambio externo para no hacer uno interno (reflexión truchita sacada de Parateens).
-Es que la cosa es así señoras (Juan levantaba un poco la voz y parecía estar dando clase a todas las mujeres del salón), ahora con el calor tooodas se quieren cortar el pelo, pasa el verano, y a principios de Marzo están todas queriendo hacerse extensiones y que se yo, ahorre, señora, ahorre, se me pone un rodete y después tiene el pelo largo en el invierno.
-¿Vos que te vas a hacer nene?
-Me quería sacar un poco acá adelante.
-¿Ya te hiciste de Racing?
-No, soy del rojo.
-Por eso, ¿Ya te hiciste de Racing?

-Aii, Juan, ¿Quiénes son esas personas que están en la entrada? Dejé el auto enfrente, ¿vos decís que lo lleve a casa y vuelva caminando?

Levanté la vista del amor empalagoso de Wanda con Icardi (tatuate mi nombre y regálame pasajes por el amor de dios) para mirar a la Doña Rosa que acababa de entrar con su hijo. La señora se refería a un grupo de 40 personas esperando en la esquina, al lado de la peluquería, con nenes llorones muriéndose de calor debajo del sol.

-Están esperando que les paguen, vienen a cobrar, lo que pasa es que siempre les dicen un horario y la plata no está, entonces los tienen esperando. Cobran y se van a cortar la calle porque no tienen luz ¿Tiene seguro el auto?
-JAJA si, pero viste, por ahí dejo el auto en casa y me vuelvo caminando y me ahorro algún problemita.
-No pasa nada, hay gente que necesita ayuda.

Si esta mujer habla de ir a dejar el auto en su casa y volverse caminando, significa que no debe estar a más de 5 cuadras, definitivamente merece que se lo roben, por estúpida y por ser la peor expresión de la clase media que se piensa demasiado diferente.

-Empecé a leer un libro, es de **** que es un *** y recorrió Latinoamérica, una especie de crónica.

Me cuenta una de mis mejores amigas cuando la voy a visitar a su nueva casa, mientras me sirve otro vasito de Tía María que horas más tarde descubrí no debería haber tomado.

-El chabón estuvo en Brasil y lo que cuenta es genial, dice que allá valoran sus raíces africanas mientras que cuando empieza el capítulo de Buenos Aires escribe “se dicen que son la Europa de Latinoamérica”. No lo pude leer más, es tristísimo que nos pinte tal cual somos y que seamos tan idiotas.

Todavía estoy pensando si cuando Juan dijo "Hay gente que necesita ayuda" lo decía por Doña Rosa, por la gente que está sin luz o por la gente que estaba afuera esperando la ayuda económica que reciben mensualmente.

Los nombres y cosas que no se recuerdan bien por efecto del alcohol fueron reemplazados con ***, si le interesa el libro mencionado puede preguntarle a mi amiga Ruth.

Paio es un señor muy groso, acá va uno de sus dibujitos.



martes, 17 de diciembre de 2013

-¿Por qué una escuela católica mamá?

La gente en general tiene buenos recuerdos de su escuela. No es mi caso. Años tratando de pilotear conversaciones con gente que no me caía tan bien, practicando para la vida quizás. Si los iba a ver todos los días mejor aguantar un poquito hasta no tener que verlos nunca más. Con algunos se cumplió, con otros...
-¿Hacés algo mañana?
-Sí.
-No importa, tenés que ir a anotar mañana a tu hermano al colegio.

...no.
Hay frases que me quedaron marcadas a fuego, mi favorita es "Pobre el ateo porque no cree en nada". Desde tiempos inmemoriales Rocío tragándose palabras para no escupirlas en caras poco amables e inteligentes. Esas cosas pasan hasta que uno aprende a que cada vez todo importe menos y escupirlas igual, lástima que suenan tan mal cuando se dicen. Es como el camino a la inversa de cualquier persona, muchos empiezan diciendo cosas que piensan pero no deben decir, y después se dan cuenta que eso trae problemas y ahí aprenden a disfrazar lo que opinan. Mientras que yo voy de un lado a otro sin poder alcanzar un punto medio, cara de póker o hija de puta. Tendrían que enseñar estas cosas en la escuela, no trigonometría. Después uno va por la vida con un 10 en la integradora de matemática del último año pero nunca aprendió cómo expresar lo que siente de una manera diplomática.
-Hay que amar al prójimo
-¿Y si el prójimo es un pelotudo?
-Hay que amarlo igual, es un hermano.
-Gracias por tanta sabiduría.

Terminé el colegio, di la vuelta manzana corriendo (cuando uno es joven...), rompí las carpetas de las peores materias del mundo, ensucié con espuma el patio, y no puse una bomba, deberían sentirse agradecidos.
-¿Por qué una escuela católica mamá?
-Porque queríamos que de grande pudieras elegir.
-¿Vos sos creyente?
-No.
-¿Entonces?
-Si ibas a una del Estado por ahí te quedabas con la duda...
-Ahora tengo la duda de lo que hubiese sido el ENSPA ma, y tengo un rechazo profundo a la doctrina católica.
-¿Por más que...
-Sí, por más que ahora el Papa sea cuervo.

El cuerpo de Cristo es una cosita comprada en un cotillón, no me jodas. Me lavaron el cerebro, y mis padres lo permitieron. Cuando no tengo nada en la cabeza y me quedo en silencio muy probablemente me ponga a cantar una canción que memoricé a los 10 años antes de tomar la comunión: "Tu felicidad es graaande, tu felicidad incomparableee eeees, nadie como tuuuu, benditooo diooos." Y ahí me doy cuenta de lo mal que estoy, hasta sería más sano que cantara Bandana.
La de veces que la directora separaba a la parejita feliz en los recreos por ser demasiado demostrativos, al final tanto hablar de amor y los escandalizaban un par de besitos. Bueno, besos con lengua. Bueno, por ahí si había que separarlos un poco. Uno de chico piensa que esas actitudes más que nada denotan envidia, y de grande esto se confirma. Bien que a la directora le encantaría ser besada así en  un lugar lleno de adultos para que todos vean el amor (y ganas) que le tiene su pareja de la semana. Cuando me veo en una actitud directoramalaondahacemuchotiempoevidentementenobesadacontantasganaspornadie, sonrío y me pongo feliz por los dos que están sentados adelante en el colectivo y no pueden despegarse con 30 grados a la sombra. Son lo más, comparto la alegría.
La de catequesis hacía catarsis con nosotros en clase, porque el hijo le había dejado de hablar por ser demasiado intolerante con su nueva novia. Y nosotros estábamos en ronda, opinando de si había hecho bien o mal y asintiendo cada vez que decía que quería lo mejor para su hijo.
-Confirmé lo que les había dicho la semana pasada, la chica que limpia me está robando. Dejé plata a propósito en un sobre, después la volví a contar y no estaba la misma cantidad. La verdad cosa de no creer, uno que les da un trabajo.
Tenía 18 años, estaba  más preocupada en encontrar un vestido para la fiesta de fin de año que en cualquier cosa que me pudieran decir. Y si, el vestido que elegí era feo, y si, a esta loca le robaba la chica que limpiaba en su casa. Mi mamá siempre me dijo que está mal probar a la gente, por ahí uno se lleva sorpresas desagradables.
Al nuevo portero lo saludo amablemente y entro con mi hermano al lado. Infinidad de madres abanicándose con las planillas de inscripción y boletines. Ya me puse de mal humor y empecé a escribirle a un amigo sobre mis deseos de quemar todo.
Peticitos y peticitas rindiendo en diciembre, con calor (porque los únicos ventiladores que pusieron en las aulas los cobraron a los alumnos cuando yo estaba cursando), transpirados, cargando mochilas de hello kitty ellas (siempre tan sexy naif), o jugando con los piercings ellos (siempre tan dulcemente malos).  Qué ganas de frustrarse al pedo tener que rendir en diciembre geografía, es casi como elegir la materia que tiene final obligatorio en vez de la promocionable. No soy quien para juzgar, cuando vaya a rendir en febrero voy a tener la misma cara que la de pelo largo abanicándose con las hojas. No sabe si está más nerviosa porque la profesora le cae muy mal, porque los viejos le dijeron que si no aprueba se van de vacaciones sin ella o porque mete esa y ya pasa de año (por más que le queden dos para febrero).
Conozco a padres de alumnos, alumnos (que ahora están más altos y ya no van al jardín) y en vez de saludarme mi ex profesora favorita me saluda una administrativa que ni me sé el nombre.
-Aiiii, ¿Cuándo egresaste?
-2008
-¡¡Aiiii, cómo pasa el tiempo!!


Sí, cómo pasa.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Nos estamos poniendo tan gomas

-¿Sabes que volvió a comer ahí, no?
Dijo, sin miedo a herir susceptibilidades, muy característico de ella, como esa persona que sabe que tiene la verdad y tiene que decirla sin importar nada más.
-Sí, creo que si.
Admite La rubia, terminando con el mate y dándole un mordisco a la 3er medialuna.
-El otro volvió. Yo creo que fin de año es medio como cuando hay 3 equipos que pueden salir campeones. Tenés al equipo A, que la peleó todo el campeonato, con un par de idas y vueltas, pero se mantuvo decorosamente estable. Está el equipo B, que empezó el año puntero y a mitad de campeonato empezó a decaer, pero en los últimos partidos se acordó de que tenía chances y ahora está a un par de puntos.
Acepta un mate demasiado dulce.
-Y está el equipo C, que empezó para el orto, fue al psicólogo, la peleó, y tiene chances sólo si A y B pierden. Tendría una posibilidad de desempate con A, ponele.
La rubia la miró, se perdía cuando le empezaban a hablar de fútbol. Las charlas con La insensible eran así, de repente un simple “me parece que” terminaba en una metáfora deportiva.
-¿Y qué gana el que gana?
-No estoy muy segura, no se si es una buena metáfora ahora que lo decís.
La rubia mastica en silencio y desvía la mirada mientras su amiga la observa de reojo.
-Creo que me fui por ese lado porque lo que me comentás me hace pensar… si soy del equipo que no está muy bien ubicado, miro a los otros partidos esperando que pierdan, además de mirar el mío. Siempre pasan esas cosas…
-Pero si soy Bolt, no puedo mirar a los costados cuando estoy por ganar. Por ahí si miro a los demás, me desconcentro dos segundos y pierdo.
La insensible devolvió el mate. Lo que había dicho La rubia sonaba medio extraño, pero se la dejó pasar porque todos tenían derecho de hacer metáforas sin mucho sentido.
-Exacto. Por eso el fútbol es más lindo ¿Cómo conocés a Bolt?
-Vi que le ganó al metrobús, viajó no se  desde dónde para trotar media cuadra contra el 59.
-¿Te jode mucho todo esto?
-No.
La insensible no le creyó, pero no escarbó más ahí, quizás era un poco más sensible de lo que dejaba mostrar.
-¿Y cómo volvió? ¿De la nada?
Preguntó La rubia, peinándose un poco.
-Sí, pero me cansé, hace un año que estoy jugando a lo mismo. Está fría el agua ya, cambiá la yerba que pongo más agua.
-¿Pero sigue de novio?
-Creo que cortaron y volvieron más veces de lo posible. Me molesta que estoy muy en el medio, la culpa no es mía, él es el que no se decide, pero el otro día me la crucé y me miró re mal.
-Bueno pero es entendible.
-Sí, pero es él el que no sabe lo que siente. Ya me re cansé igual. Siento que posta soy el equipo que espera que todos los otros pierdan y no está bueno.
-¿Y cómo se llamaba el otro?
-No importa, fracaso total. No hay nada ahí.
-Una lástima, me caía bien.
-Ni lo conociste.
-No pero era buenito decías.
-JAJA.
La Rubia revisa el celular y mira el whatsapp que le acaba de llegar.
-Creo que tenés razón.
-¿Por, que te dijo?
-Me acuerdo cuando fui a tu casa después del partido y estabas enojada porque decías que los dejaban jugar demasiado, que les gustaba hacerte sufrir.
-Sí…
La insensible agarró una medialuna de grasa y dijo al pasar:
-¿Sabés que me gusta de vos?
Que tenía toda la alegría que ella no tenía, que era capaz de hacerse amiga de cualquier persona en un par de encuentros y tenía esa sonrisa contagiosa que tienen pocas personas. Si le preguntás a alguien si le cae bien La rubia, sin dudas te va a decir que es una genia, mientras que de la Insensible no se podía decir lo mismo. Por ahí era esa manera de hablar sin muchas vueltas, eso de confundir personalidad con mala onda, honestidad con brutalidad y silencio con antipatía. Pero La rubia era un oso de peluche abrazable hasta con 35 grados a la sombra.
-¿Qué cosa?
-Que sos la única amiga que tengo que acepta tomar mate en verano.
-Che, ¿Y qué gana el que gana?
Pregunta La rubia, mientras piensa que “el visto” es el peor invento de la historia.

-Depende de lo que estés buscando, nos estamos poniendo tan gomas.



 San Lorenzo Campeón

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Un poquito de diciembre.

Diciembre es el mes de los apuntes en el colectivo, mires donde mires hay una persona sentada con muchas hojas A4, cuadernos o fotocopias violentamente adornadas con colores llamativos y signos "+", corchetes, y palabras del tipo "importante", "resumen".  En un punto (y sin conexión aparente más allá de la histeria pre-parcial) me hace acordar a la frase "mitosis es..." y al gato negro que mi mamá nunca me dejó tener.
Un compañero de la facu (del que voy a cuidar su identidad) cuando lee un texto usa distintos tipos de resaltador dependiendo de si subraya ideas principales, complementarias o ejemplos. Si le pido los apuntes prestados tengo que analizar bien con qué color hace cada cosa para no marearme, pensé en sugerirle un psicólogo o mínimamente un examen de trastornos obsesivos compulsivos, pero por ahí el problema soy yo que no puedo andar por la vida leyendo sobre arcoiris.
Estoy sentada en la peor silla del mundo, podría levantarme y cambiarme, pero en el Call somos tantos que por más que sean las 10 de la noche todavía está lleno. La política de la tercerizada es correr atrás de lo que quiera Pepe Telco.
A los días que entré a trabajar acá, Pepe Telco se levantó y dijo: "no quiero más agentes, no importa que trabajen bien". Y la tercerizada se quedó con dos de los quince que habían entrado. Dudo que fuera por algún don especial, a veces simplemente es la combinación de motivaciones propias con la suerte que te rodea. Sí, al revés de muchas personas que comienzan creyendo y terminan transformándose en agnósticos, yo empecé mi vida de joven adulta (sí, ya asumí que lo soy) siendo atea y ahora creo en energías y suerte. Destino no, yo digo que son consecuencias de cosas y cosas y más cosas, o como dirían por ahí "es una lucha por el sentido". Hola semiótica,  no te olvido. Volvamos a Pepe Telco. Otro día se despertó y dijo "Quiero cuarenta agentes más para aliviar la cantidad de llamadas de los operadores actuales", Y la tercerizada obedeció, y nosotros disfrutamos... de sillas vencidas y caritas nuevas.
En una entrada anterior comenté que como van a poner alfombras nuevas, ya no nos dejan tener comida y bebida en el box. A menos que...

-Usá la caramañola.
-¿La qué?
-El vaso ese...
-No gracias.

-Todavía no pusieron las alfombras nuevas...
- Dijeron que en estos días.
-¿El tema de no traer comida era por la alfombra nueva, no?
-Leí una nota sobre call centers del año 2007, los pibitos que laburaban se intoxicaron porque-cambiaron las alfombras y los hicieron laburar ese mismo día.
-Mejor si me intoxico, así no vengo a laburar.

El caso del que prefiere enfermarse o romperse algo antes de tener que laburar. Hay uno así en todos lados.
Son las once y ya no hay tanta gente, pero estoy tan cansada que prefiero bancarme la silla vencida antes de levantarme.

Cada llamada tiene que ser única, tenés que responder a las necesidades del cliente (hablo con más de cien personas por día) tenés que manifestarle al cliente deseos de que se quede (y si se quiere ir que se vayaaaa) Bueno Soledad, (decime Rocío, sino no sé a quién le hablás, no sé quién subió mi nombre a la planilla dado vuelta) estoy contento por tu trabajo (gracias, yo estoy contenta con lo que me compro por mi trabajo), seguí trabajando así (y vos cambiame las sillas porque me duele la espalda, media pila).

Esa es la charla imaginaria que tengo con Pepe Telco mientras le ofrezco a un cordobés si quiere adherirse a la factura electrónica.
En estos meses desarrollé una nueva fobia, tengo miedo a quedarme sorda , y miro con infinito desprecio a cualquiera que tenga puesto en el bondi alguno de esos auriculares gigantes que se parecen a mi vincha de trabajo ¿Cómo pueden disfrutar tener en la cabeza algo que yo tengo seis horas al día? No voy a usar auriculares nunca más.
Cuando laburás de algo y lo ves todos los días generás alguna especie de rechazo que te transforma en un bicho raro frente a los demás. Durante años vi desfilar a una serie de novios, hermanos, somosalgoynosomosnada y maridos con cara de "quiero morirme acá" cuando eran arrastrados hacia el local de bijouterie y marroquinería del momento, obligados a elegir entre dos pares de aros aparentemente iguales para su estructura cerebral masculina. A partir de esas situaciones uno desarrolla una fobia  o una actitud en respuesta. Yo tengo dos: no uso auriculares nunca (excepto cuando me pagan por eso) y no le pido a ningún novio, hermano o somosalgoynosomosnada que me acompañe a comprar boludeces.

-Mirá te voy a decir algo que lo saqué de una peli que amo que es V de venganza. Cuando la gente se de cuenta del poder que tiene, acá se para el país. Pero la gente no se une acá. Si acá hacemos quilombo, esto cambia. Pero te digo la verdad, la gente no sabe... Buenas noches, mi nombre es Cecilia ¿Con quién tengo el gusto de hablar?

Escribo en word y no puedo creer que por primera vez en semanas estoy escribiendo algo mío, y no un resumen de un libro o un apunte para estudiar. Los finales son experiencias traumáticas que rozan la histeria, la pisan y la sobrepasan. Hace casi dos semanas que no puedo comer cosas fritas, chocolate, mayonesa y mucho menos una gotita de algo que tenga alcohol, todo me cae mal. Así uno piensa que por fin el hígado colapsó, hasta que se da cuenta que en realidad la somatización está a la orden del día.
Entro al aula y me siento frente al titular de cátedra, que parece menos simpático a punto de tomarme final que cuando da sus teóricos. Me tira una bomba. (No la sé, no la leí, ni lei el resumen. Laputamadre seguro me bochan).
-Tené en cuenta que te está faltando...
(Es un texto que ni vimos, dejate de joder. Bueno, la remo.)
Sí, en dulce de leche repostero, el 2 se convierte en 4, sigue subiendo y se queda en el 6, para recordarme lo estúpido que se vuelve uno cuando está nervioso, que hay que leer los textos de ex-jefes de cátedra, y que a los actuales jefes de cátedra les gusta hacer preguntas de las cosas que dicen en los teóricos. Nota mental, dejar de escaparse de los teóricos.
Mi mejor amiga se sacó un 9, es lo más rodearse de gente tan inteligente, uno espera que toda esa genialidad se le contagie algún día. Quizás si la abrazo mucho antes de que se vaya, me vuelva así de capa y la extrañe menos cuando no esté en el verano. No sé por qué me hago amiga de gente que vive tan lejos.

-¿Dormiste?
-No
-Parece que venís de una guerra o algo.
-Me balearon, pero los órganos vitales funcionan.
-Medalla al esfuerzo.
-No sé si existe eso...
-¿Qué no? ¿Y el "siga participando" de las tapitas de Coca?
-Ni eso, ahora regalan ringtones de Justin Bieber o mensajes gratis. Me quedo con mi 6, es menos decepcionante.




martes, 26 de noviembre de 2013

No-Balance

Si hay un recorrido que a esta altura del año me pone melancólica es subirme al 22, decir “hasta Retiro” y tomar el tren Mitre ramal Tigre. Es como si hubiese estado todo el año pateando afuera para no hacer comparaciones, pero en Noviembre, el mes del caos y las despedidas dulces, no hacer un balance se vuelve cada vez más complicado.
En los históricos todo X 2 pesos que se empeñan en no sacar ese cartel viejo y destartalado de los `90, que no tiene ningún sentido con el valor actual de la moneda, ya aparecen los árboles de plástico color verde. En la tele ya está santaclaus tomando una coca con un disfraz del polo norte que te  hace transpirar con sólo verlo. La globalización hace que hasta papá Noel tenga que usar uniforme.
Pero al final me tiraron un centro con este viajecito.
-Manejalo de alguna manera.
-¿Por qué?
-Hacé el estúpido balance como una persona normal.
-Me niego
-¿Tan malo fue?
-No, todo lo contrario.
-No seas tan complicada y hacelo.

Por séptima vez en la semana dormí menos de 6 horas, pero por primera vez eso no me molesta. Hay una diferencia entre el cansancio de dormir mal y poco por tener que estudiar y trabajar, y dormir mal y poco por haber estado hasta tarde cantando con amigas.
La juntada con una pizza extra gigante y varias cervezas (fernet para otras), tiene ese elemento reparador, como una catarsis sin tener que gritar ni romper nada. Y lo mejor es que es una reacción en cadena, empieza una y al minuto el universo de todas se pelea arriba de la mesa, entre los celulares que vibran todo el tiempo, el morrón que a una no le gusta, otra que roba las aceitunas y la radio de la previa.

-Yo fui más feliz el año pasado.
-Sí, yo también.
-Callateee, si vos el año pasado a principios de año estabas del orto.
-Aah, es cierto. Me había olvidado.
-Para mí este año es lejos el mejor, por ahí el año pasado terminó con todo, pero este año es lo más.
-¡Te tomaste toda la cerveza negra!
-Vos dormiste.
-¿Viste que las cosas pasan por algo?
-Espero que lo que me está pasando ahora también sea por algo…

Noviembre empieza todos los años con el cumpleaños de Blancanieves, en la segunda semana. Ahí me doy cuenta donde estoy parada y la odio por haber nacido antes de que empiecen todas las entregas y parciales. Pero a la vez la adoro porque ver al Dream Team es siempre una descarga previa al quilombo que tiene noviembre implícito en sí mismo. Es como el nadador que sale a respirar y se sumerge otra vez. Todavía no sabe si va a llegar primero o tercero, tiene chances de que pasen ambas cosas, todo depende del último gran esfuerzo.

-No te hagás la pelotuda, seguís sin hacer el balance.
-El mismo viaje, en casi la misma época del año.
-Por eso, si no lo hacés ahora, ¿cuándo?
-Me parece una boludez, ¿Qué hago? ¿Una listita de pros y contras?

En el 2010 cursé una materia anual que tenía como eje temático el viaje. Esas historias de aventuras en las que el personaje principal sale de su pueblito con un bolso y la mente vacía, le pasa de todo y llega a destino, que a veces es físico o simplemente mental, ya transformado. Somos como Frodo Bolsón pero en Buenos Aires del año 2013 (Ulises también es un buen ejemplo, pero la mitología griega no me va desde que me harté de los musculosos que pelean con dioses vestidos con taparrabos).
Es totalmente real, si la hiciste bien, salvaste a la Tierra Media y mataste cientos de uruk-hai. Desde esa materia que te hizo sufrir, compañeros que son más problemas que ayudas y los fantasmas propios que obviamente, son los más pesados.
El que me está atacando en este momento es el que me pide que le haga un balance, no sé para qué. Los dos concordamos en que no queremos estar cerca de gente que crea en el “año nuevo-vida nueva”. Tengo una concepción del año un poco extraña, o tal vez no es extraña, sino distinta al calendario que usan los demás. Pienso que cambiar de año todos los 31 de diciembre a la noche es algo absolutamente ajeno a nosotros. Cambiar implica que pase algo  que diferencie lo que era antes de lo que va a ser después. El chin chin de las doce no me produce sensación de transformación. A veces pasa algo a mediados de noviembre, en mayo, o te cae la ficha en octubre y, ese es más año nuevo en realidad.

-Si querés un balance te hago un balance, me quemaste la cabeza.
-Quiero.
-Fue uno de los mejores años, tiene baches obviamente, problemas que no dependen de mi y de los que no puedo hacer nada.
-¿Y entonces como es uno de tus mejores años?
-No sé, estoy en Noviembre y todavía me siento con las mismas ganas que tenía la Comunidad del Anillo cuando salía de la ciudad de los elfos.
-Hay un montón de cosas que no hiciste.
-Y hay muchas otras que sí ¿No te cansás de verle lo negativo a todo?

-No, para eso estoy. Para molestarte cuando viajás y te olvidás un libro para leer.




martes, 12 de noviembre de 2013

LUNES.

Hay gente que odia los lunes, me encanta no ser ese tipo de personas. Lo odian desde que no es lunes, cuando todavía es domingo a las 10 de la noche, y los más extremistas cuando es domingo a las 6 de la tarde. Están en el sillón, deprimidos, mirando la película de “fin de semana” en algún canal de televisión. Algunos prefieren la del perro basquetbolista en Canal 13, otros el drama de la vida real en Telefé, o sino siempre está la dramáticamente trágica (sí, así de redundante) en I-Sat. 
No creo que haya que otorgarle responsabilidad a un día de la semana por ser el que arranca todo, e inclusive, no creo que sea el que “arranque todo”. Prefiero pensar que estoy en constante movimiento.  Hay distintas teorías de por qué la gente enfoca todas sus energías en odiar un día en particular, a mí me gusta la de Dolina, creo que es totalmente cierta. Según él, el problema no está en el lunes, sino en esperar que un milagro caiga del cielo en el fin de semana, como si el sábado y el domingo tuvieran un don especial, una atracción de cosas maravillosas. Un martes tiene las mismas posibilidades de que pase algo especial. Es como esperar todo el año por  unas dos semanas en la segunda quincena de Enero. Está bien, viaje a la costa, arena, playa, sol, pero son sólo dos semanas en 365 días. Si estoy 350 días pensando que en el único momento que voy a ser extremadamente feliz van a ser 15 días, creo que muchas cosas perderían el sentido.
El lunes el facebook se llena de frases y fotos anti-lunes, como si la red social se convirtiera en el  desahogo  popular. Bueno, más que de costumbre.
-Odio a mi gato.
-Yo odio a mi perro, cuando vuelvo está en la misma posición en la que lo dejé.

Conversaciones de ese estilo llenan los whatsapp, muros y conversaciones escuchadas al pasar, apretujada en un bondi, aplastada entre caras cansadas. Son las mismas de siempre, pero un lunes, a nadie se le escapa una sonrisa ni por casualidad.
Mirándolo desde afuera da la sensación de que la semana de las personas tiene un ritmo distinto a la mía (definitivamente es así). Los lunes putean, se retuercen y apagan el despertador con bronca. Me imagino que el señor con camisa rosa que mira por la ventana del 17 se levantó muy temprano, se puso primero las medias (seguro es de los que odian dormir con medias), después el pantalón de vestir y la camisa blanca que la mujer le planchó la noche anterior, y como se la manchó con el café del desayuno, tuvo que ponerse esa camisa rosa.
El pibe de los auriculares enormes no se afeitó, piensa que es sexy. Duerme con medias y con la misma remera que tiene puesta, se tiró desodorante encima y salió. Ni se peinó, o quizás estuvo unos 15 minutos en el espejo intentando producir un look descuidado, para que cualquiera que lo mirara pensara que es cool, despreocupado y quizás interesante. Falló.
La minitah de tacos ridículamente altos se planchó el pelo temprano y se pintó, pero todavía no desayunó (no hay tiempo para todo un lunes a la mañana). No me termino de decidir si va a una universidad privada (¿quién está estereotipando?) o a una oficina en Puerto Madero. Chusmea el facebook por el Smartphone. No entiendo bien por qué la gente entra a una red social a las 7.30 a.m, cuando todavía tiene lagañas en los ojos, y le saca fotos al café que no va  a llegar a tomar entero, para que otro ser humano desde el bondi lo vea, le ponga un me gusta y le diga “que ricoo”.
Con el aluvión de “teléfonos inteligentes”, la gente empezó a compartir capuccinos de Starbucks, cuartos de libra, cenas románticas y más tarde siguió por churrascos milagrosos y cafés en tazas de Hello Kitty. Me pregunto cuándo van a empezar a compartir la cantidad de veces que van al baño, y cuándo vamos a dejar de pensar que eso es desagradable para sumarle un “like”. Miden si la publicación es exitosa cuando pasa más de 20 manitos arriba y el ego gana una palmada en su espalda invisible. Ya pueden empezar su día.
Diría que el que está en el último asiento es un hipster, pero me avergüenza un poco estar etiquetando tanto a estas horas.  Tiene unos Ray Ban, jeans chupin, un saco azul que podría haber sido de mi abuela, una camisa cuadrillé como un leñador de películas yanquis, barba medio recortada, y mira por la ventana cantando mentalmente algún tema de una  banda que no conozco. Está perfecto para una foto.
En el asiento de adelante está sentada una señora con cara de enojada. Hace un tiempo llegué a la conclusión de que hay distintos tipos de personas, teniendo en cuenta la cara que tienen cuando se levantan. Están los caracúlicos, a los que no les querés dirigir la palabra por miedo a que te peguen o te gruñan. Te da la sensación de que duermen al lado de una planta de mierda y cuando se levantan ya tienen el gesto tan asimilado que tardan en despegarse de él. Parece que la señora es el caso. Eso, o está pensando en cómo matar al bebé que llora adelante, pero no creo, según la nota periodística ultraconfirmada de una revista de chimentos dice que todas las mujeres nacemos con instinto materno.
Después están los ojos de compota, esas personas que tienen los ojos a semi despegar durante una o más horas. Son personajes que tienen el cuerpo y la mente muy disociados, y  pueden caminar, trabajar o ir a la facultad con el cerebro desconectado, o más que eso. Pareciera que la masa encefálica está en reposo, en una palangana con agua, mientras el cuerpo está en algún lugar de la ciudad haciendo lo que puede, intentando que nadie se de cuenta que salió solo, haciéndole la segunda al cerebro que no puede más y se quedó en casa tratando de regenerarse.
Después están los relámpago, esas pocas personas en el mundo que cuando suena el despertador ya están desayunando, sea verano, invierno, otoño o primavera. No importa, en otra vida fueron gallos, malditos.
Y después vengo  yo, que soy una combinación de todos ellos: 30% caracúlica,  60% ojos de compota y 10% relámpago.
Ya dije que es lunes y que es temprano, me faltó un dato no menor para entender el mal humor de mis momentáneos compañeros de transporte: llueve mucho. A diferencia del lunes, la lluvia tiene más adeptos, pero ninguno en este bondi. La minitah mira por la ventanilla y se da cuenta que perdió tiempo planchándose el pelo, mientras podría haber desayunado. Cuando se baje y se moje un poco, la humedad va a hacer lo suyo. El de pantalón de vestir tiene un paraguas pero le tiene miedo a alguna baldosa floja que pueda llegar a pisar. El hipster está tranquilo, mientras no se moje el Ipad no va a pasar nada, y la señora que está sentada delante de él sostiene con firmeza la ventanilla para que no entre ni un milímetro de agua. Conclusión, el panorama es desalentador, y se le suma un aire viciado de mala onda y humedad.
Por suerte no estoy viajando en el 17  a las 7.30 a.m. No fue a esa hora cuando me crucé con minitah, pantalón de vestir, hipster y señora anti bebés llorones. Mentí un poco, perdón. Abrí mis ojos de compota a eso de las 9 de la mañana con gotas de lluvia en la cara. Hoy no me sentía relámpago, pero tampoco caracúlica. Estaba sonando el celular, pero no era el despertador. Era el ringtone de los mensajes, el silbido de Elle Driver vestida de enfermera sexy, con un parche blanco en el ojo a punto de matar a La Novia. Era Noelia, a punto de matarme a mí por no devolverle el paraguas hace casi un año. Extrañamente y por ser de esos artículos con una función específica, sólo se recuerdan cuando son estrictamente necesarios, es decir, cada vez que llueve.
-Tenés mi paraguas, hoy llueve.
-Ya está lloviendo.
-Pero a la tarde va a llover más.
-Bueno, a la tarde te lo llevo a tu casa.
-No vas a venir, seguro vas al cine.
-También, pero lo agarro y me bajo en tu casa cuando salgo.
-No confío. Ya es tuyo igual casi. Te mando para joderte, y para recordarme que me tengo que comprar uno. Que chorra que sos.

Y si, lo soy, pero más que nada por colgada. Tengo ese paraguas hace 11 meses, y encima cuando llueve lo uso (¿sino cuál sería la utilidad de un paraguas ajeno?), pero nunca, NUNCA lo devuelvo. Mi amiga vive a 8 cuadras de casa, y obviamente en estos 11 meses la vi mucho, fui a la casa varias veces. Debería comprarme uno, pero comprarse un paraguas es una gran responsabilidad. Hay que elegir muy bien, es casi un deber social. No hablo sólo de evitar los descartables, esos que aguantan sólo una lluvia finita y en el primer chaparrón verdadero se rompen en mil pedazos. Estoy hablando de los colores. El de mi amiga es negro, mango negro, todo negro. La gente no piensa mucho cuando compra un paraguas (igual del de mi amiga no me quejo, es negro pero se bancó  un año de lluvias). Después cuando llueve no quieren deprimirse, ¿Cómo no van a bajonearse si ven por la calle una manada de seres envueltos en pilotos oscuros, botas de lluvia grises y paraguas negros? Y si a eso le sumás que es lunes, ya está, suicidio colectivo, quizás no físico pero si mental. Son todos zombies quejándose, repitiendo oraciones que tienen de eje central a la lluvia, a la humedad y al lunes.

No le contesté el último mensaje a Noe, no iba a admitir que hace meses estaba buscando en las vidrieras un paraguas colorido que no pareciera hawaiano, pero que tampoco se me fuera volando como el último que tuve. Me había escrito que iba a llover, pero sólo habían caído un par de gotas cuando salí de casa, y como había dicho anteriormente, los paraguas son esa clase de objetos, que sólo los recordás cuando son necesarios. Me acordé cuando estaba en el  bondi y un par de gotas empezaron a entrar por la ventanilla que cerró bruscamente la señora anti bebés llorones. Miré al de pantalón de vestir que tenía un paraguas negro, de esos grandes superfuertes, escurriéndose en el piso de goma, a dos pasos mío. Espero que no pise una baldosa floja antes de llegar a donde sea que esté yendo, con cargar ese muerto todo el día ya es suficiente castigo. Apenas llegué al cine se largó una tormenta tremenda, de esas que salen en las noticias de “relleno” de algún noticiero. Cuando mandan a un movilero a mojarse y a preguntarle a la gente si la lluvia los sorprendió o esas boludeces. Y si, si están empapados creo que los sorprendió. El pronóstico tiene casi tan poca credibilidad como el INDEC.

Por más que sea poco creíble, hay bastante gente que va al cine un lunes. Quizás sea de esas circunstancias en las que todas las personas se ponen de acuerdo en pensar que “nadie debe ir al cine un lunes, vayamos así está vacío”, que es muy similar a “todo el mundo va a ir a la costa el viernes, mejor vayamos el jueves” y el embotellamiento pasa igual, porque la brillante idea se esparce como un virus. Así que… estoy encerrada en el cine, mirando el cartel de la película que vine a ver, tratando de imaginarme cómo puede llegar a terminar, porque sorprendentemente no hay más entradas. Me lo merezco por ladrona de paraguas.

Leí una pequeña sinopsis online, pero no miré el trailer. No los miro más. Está bien que pongan las mejores escenas, pero no todas las mejores escenas, o lo que es casi tan deprimente, te muestran el desenlace, le sumás dos gramos de imaginación y ni tenés que ver la película. Parece ser una especie de comedia dramática con tinte existencialista, esas que se parecen a la vida de uno, donde te das cuenta que si te caga una paloma antes de entrar a una entrevista de trabajo, en realidad es un bajón, pero es una anécdota genial, y si nos ponemos filosóficos significaría que es mejor no entrar a ese edificio nunca. Hay un él y un ella, pero no se tocan, eso ya indica algo. Sus sonrisas están cortadas a la mitad por una franja negra que corta verticalmente toda la gráfica. Ahí está el nombre de la película y comentarios favorables con estrellitas que indican un muy buen nivel por la crítica. Las fotos son en blanco y negro menos los ojos, los de él celestes y los de ella verdes. La tipografía es muy distinta a cualquier otra que haya visto, como si hubiesen usado tiza de colores para escribir. Tiza amarilla. Primer plano con hombros ella, casi un plano pecho él.  Me habían dado ganas de darle una oportunidad a Bradley Cooper.

-Dicen que es buena.
Miro hacia la izquierda, un chico de mi edad me está hablando, digo de mi edad porque parece 23-24-25, pero soy tan mala con eso que podría tener 29 y ser lo mismo. Siempre me parece raro cuando un extraño le habla a otro en la ciudad (si no es para quejarse del gobierno, del clima, de otros extraños presentes o de la inseguridad). Dependiendo de la segunda frase que diga, sabré si está violando mi espacio personal o si me parece lo suficientemente interesante como para continuarle la charla al pasar.
-¿Quién dice?
-Los críticos… de una revista que leí.
-No le creo mucho a los críticos, muchas veces venden una película en vez de hacer una crítica real.
-Mmm

Quizás había sido demasiado dura con mi pobre extraño amigable. Le miré de reojo un lindo lunar en el cuello.
-Igual parece que si querían venderla lo consiguieron, ya no hay más entradas.
-¿Querías verla?
-Sí, me llamó la atención la tipografía del cartel en internet.
-¿Ibas a ver una película porque te llamó la atención la tipografía?
-Vos decís que es buena porque lo dijeron unas personas que trabajan para una revista, que seguramente les pagaron para hacerles publicidad, a mí me llamó la atención la tipografía. 
-Somos presas del marketing.

No pude evitar sonreír.
- Y entonces ¿Cuál  vas a ver?
-Ninguna creo, ya vi todas las que están acá.
-Ah, venís seguido entonces.
-Sí, todos los lunes.
-¿Viniste sola?
-Sí.

Se produjo un silencio incómodo que me marcó la puerta de salida. Quizás mi extraño amigable es de los que piensan que ir al cine sola es signo de soledad o looserismo. De repente su lunar en el cuello me caía mal.
-Nunca vine al cine solo, ¿Está bueno?
(O quizás no)
-Sí, está bueno. Es como que… te predispones distinto, la ves desde otro lugar. Hay mucha gente que no se anima a salir sola a lugares públicos, se sienten como descolocados.
-Es que yo creo que hay personas que no les gusta estar un rato con ellos mismos.

(Definitivamente el lunar me parecía mucho más simpático ahora).
-¡Tal cual! Es como que no se bancan, necesitan un ruido constante alrededor para no escucharse a ellos mismos.
(Creo que me fui al carajo, uno nunca le dice a un extraño lo que verdaderamente piensa).
-Tal cual,  mirá, me sobra una entrada. No te vas a quedar sin película.
Sacó la billetera del bolsillo trasero del pantalón y la abrió, adentro había dos entradas para la función que iba a empezar en unos minutos. Me dio una.
-Tomá.
-¿Te cancelaron a último momento?
-Algo así.
-Uh, ¡Que genial! Gracias, te doy la plata.
-No, dejá, fue un 2x1.
-Ah.
-No son numeradas así que no tenés que sentarte al lado mío, digo, por eso de que te gusta ir al cine sola.
-Ah, pero…
-Jaja no pasa nada, me voy al baño, está por empezar.

Me quedé dura en el mismo lugar por un par de segundos mientras él se daba vuelta y se iba al baño. Mi cerebro salió de la palangana y corrió a toda velocidad por la 9 de Julio, rebotando sobre edificios y bondis, chorreando agua a su paso. Llegó al cine, cruzó la puerta, me golpeó muy fuerte y se acomodó adentro de mi cráneo; un extraño no sólo había bancado mi teoría de que en realidad, los que vamos al cine solos somos personas que no nos da miedo estar con nosotros mismos un rato, sino que además me había regalado una entrada.
Lo más correcto hubiese sido comprarle aunque sea unos pochoclos, pero no parecía una película exactamente pochoclera, iba a quedar totalmente fuera de lugar, además ¿Y si le compro dulces y le gustan salados? Sí, ya sé, nadie que merezca vivir le gustan los pochoclos salados, pero existe la posibilidad de que sea uno de esos seres especiales.
Siento que estoy en una comedia, todavía no entiendo bien si es romántica o solamente comedia. Creo que llegué tarde  y me perdí la introducción, quizás al mejor estilo 500 days of summer había alguien advirtiendo: “esta no es una historia de amor, es una historia acerca del amor”. Me miré al espejo en el baño y me di cuenta de la realidad, no puedo creer que Noelia me dejara cortarme el pelo tipo Amélie. En el momento en que un desconocido tiene un gesto lindo te dan ganas de repente de ser un poco más minitah y menos caracúlica en la vida.
Cuando salí del baño entré a la sala y lo busqué con la mirada, estaba sentado en el medio y no había nadie al lado suyo.
-Ei, te sentaste al lado mío.
-Estuve pensando que prácticamente sos un desconocido, así que sentarme al lado tuyo es como venir sola.

Uh, no sonó tan bien. Definitivamente esto es una comedia.
-Okei.
-Sonó medio mal.
-Jaja no importa, entendí. Voy a practicar eso de venir solo yo también, así que está bueno. Es como que vine solo, pero me quedé charlando con alguien en la puerta que de casualidad se sentó al lado mío.
-Perfecto.

Siempre me quedo para ver los títulos y escuchar la banda sonora, algunas personas se quedan y otras se van apenas funde a negro. Cuando la película estaba por terminar mi amigable desconocido recibió un par de llamadas que cortó enseguida, así que apenas terminó se levantó, me saludó con la mano y se fue. Cuando salí la lluvia había vuelto a empeorar y las personas corrían de un lado para el otro, o se refugiaban adentro del cine. Él estaba hablando por teléfono apoyado en una puerta, mirando las gotas golpearse contra el vidrio. Tenía esa cara de haber estado discutiendo, cuando las cejas se juntan y la boca se frunce.
-¿Está todo bien?
Creo que no debería haber preguntado eso. Parecía ese momento personal donde los desconocidos no hacen preguntas…
-Acá andamos, estuvo linda la peli.
-Sí, muy. Los críticos tenían razón esta vez.
-¿Viste? Jaja

Miró para abajo, era evidente que estaba en otro lado.

-La persona para la que sacaste mi entrada se perdió una gran película.

Creo que si hasta ahora no tuve filtro, con esto derrapé.

-Totalmente.
-Es una gran tormenta, no va a parar hasta la noche.
Escuché que una señora decía por teléfono. Me puse la capucha, lo saludé con la mano y abrí la puerta de vidrio.
-¿Te vas? Está lloviendo.
-Sí, no estoy tan lejos de la parada, una vez que me moje no pasa nada.
-Sí, chicos si se pueden ir ahora mejor porque después viene granizo, dijeron por la tele.
La señora había cortado su llamada y ahora nos hablaba a nosotros.
-¿Por qué no le das tu paraguas, nene?
Dijo su línea y se fue, típico de comedia.
-Por más que tengas la parada cerca, hacés dos pasos y te empapás, olvidate.
-Mejor, aclara las ideas.
-¿Quién dice?
-Los críticos.
-Andá.
-¿Vos para dónde vas?
-Para allá, ¿vos?
-Para el otro lado. Te propongo algo que te va a poner de buen humor.
-¿A ver?
-Mirá, salimos los dos a la puerta y corremos para el lado que cada uno tiene que ir, no vale usar paraguas. Si funciona, te das vuelta y me levantás la mano.
-¿Y si no?
-Va a funcionar.

Salimos del cine y nos paramos debajo de la lluvia achinando los ojos.

-1, 2, 3!!


Corrí hacia la derecha y él hacia la izquierda. Me empecé a reír, y cuando llegué a la esquina me di vuelta, no tenía aire y estaba toda empapada, como si me hubiesen tirado baldes de agua. Lo distinguí a unos metros, se estaba riendo y me levantaba la mano.


lunes, 28 de octubre de 2013

Se escapó.

-Así que eso, se escapó.
Dijo él, con la voz apagada mientras cortaba pedazos de queso. La miró de reojo por un segundo y le dio la espalda para terminar de poner el cremoso sobre la pizza. Seguía en la misma posición que unos minutos atrás, apoyada sobre la pared. Tenía esa remera escotada que le quedaba tan bien, el jean, las zapatillas y el pelo escondido en un rodete mal hecho. Ya iba por el tercer vaso de cerveza y no tenía pinta de que se le hubiese subido ni un poco todavía.
-Pobre, ¿La extrañas?
De repente la tenía abrazada a su espalda. No supo en qué momento se había acercado pero no importaba, esas sorpresas siempre eran bienvenidas.
-Sí, bastante.
Suspiró y le dio un pedazo de queso en la boca. Se corrió para poner la pizzera al horno.
-Igual era posible que pasara, la encontraste en la calle y era grande ya, era callejera.
-Sí, era probable que quisiera volver.
-Una gata hermosa.
Se le pegó al cuello y lo empezó a acariciar con la nariz, después con los labios y terminó con la lengua cerca de su oreja. Tenía esa capacidad de hacer que algo tierno se volviera erótico y viceversa.
-Voy a cambiar la música, me cansé un poco.
Despegaba el abrazo y era una pequeña magia que se rompía. No recordaba en qué momento se había puesto tan pelotudo. La vio irse al comedor, miró el reloj y se rascó la nuca suavemente. Tenerla ahí los viernes era un ritual que se repetía hace meses y todavía no se cansaba, y tenía ese sentimiento peligroso de que no iba a cansarse tampoco. Podía llover, cambiar los jeans por una calza y una musculosa, soltarse el pelo, venir pintada, sin pintar, con ojeras o estar de muy buen humor y traerse el vestido floreado, pero siempre estaba ahí, apoyada en la pared con esos ojos marrones casi negros mirando hacia la ventana y robándole el queso.
Para cuando volvió, tenía una de esas sonrisas contagiosas que le surgían de la nada.
-¿De qué te acordaste?
-Nada, fuimos al cine con las chicas. Arreglamos para juntarnos 40 minutos antes de que empezara la peli así no llegábamos tarde.
-Llegaron tarde igual.
-Sí, Luciana casi se pone a llorar, nos odió. Tuvimos que ir a otro cine porque esa era la última función.
-¿Estuvo buena?
-Pensé que me iba a reír más, pero estuvo linda.
-Tenemos que ir al cine.
-Tenemos que ir, posta. Desde el invierno que no vamos.
-Che, ¿Y tu amiga? ¿La que se puso de novia?
-Bien, ahí anda, hace tiempo no hablamos, con la facu y el laburo se complica.
-¿Te acordás que cuando te conocí venías de salir con ese flaco que quería tener novia?  
-JAJA sí.
-Lo primero que me dijiste fue “no quiero nada serio”.
-JAJAJAJ sí, estaba re trastornada.
-Te encontré como a Maia, asustada en una esquina.
-¿Me comparás con tu gata? ¡A ella le faltaba un ojo! ¡Venía de pelearse con medio barrio!
-JAJAJA se llevaba bien con vos.
-Obvio, si soy genial.
-Muy.
Le acomodó el pelo detrás de la oreja y empezó a besarle la cara. Olía su perfume, era el mismo que a veces sentía en las sábanas cuando se quedaba solo. La miró y lo que a veces le parecía tan transparente se transformó en una nebulosa. Después de poco tiempo la conocía mejor que a muchas personas, sabía que no tenía una máscara y que lo que pensaba se escapa de su boca más de lo que ella quería. Pero también sabía que ese era un lujo que ella sólo se permitía estando ahí, a salvo de personas indiscretas, y que era algo que se lo había ganado después de un tiempo. Como si saber lo que pasaba por su cabeza era un premio que había alcanzado después de varios niveles desbloqueados, quién sabe con qué gesto o frase.
Pero lo que realmente quería saber, le daba un poco de miedo averiguar. Si preguntaba iba a tener la verdad, cruel, sincera y directa, como esas verdades simples que dicen los chicos cuando parece que no entienden nada pero entienden todo.
-¿Seguís pensando lo mismo?
Ella tenía los ojos cerrados todavía, y seguía entrelazada, sin soltarlo.
-¿Sobre qué?
-Sobre eso, las parejas.
Se despertó como de un sueño, abrió los ojos y lentamente se fue apartando. El lenguaje corporal hablaba más rápido que cualquier lengua, y ella aprovechó para soltarse el pelo y peinarse mejor.
-¿De qué hablás?
-Nada eso, ¿Qué pensás?
Vio una especie de sombra en su cara como si se estuviese acordando de algo que le molestaba y que trataba de disimular.
-Mis viejos se aman y se destruyen todos los días, las personas que conozco y están en pareja se cancelan como dos pilas que las ponés del mismo lado, no sé.
-El amor son dos pilas que se cancelan, es una buena frase.
Sonrió y el aire se hizo un poco menos pesado.
-No sé, al principio está re bueno que seas independiente y labures, que salgas bien vestida y tengas muchos amigos y 7 meses después sos la forra egoísta que no tiene tiempo, que cuando sale con amigas se viste como puta y cuando sale con el novio se pone jeans y zapatillas. Lo que aman al principio se esfuerzan por cambiarlo después. Siempre es así.
Intentó que la frase final no cayera como un baldazo de agua fría, como un cross fulminante, se imaginaba que no hablaba de nadie en específico, y por eso tampoco de él mismo.
-Voy a buscar mi vaso.

Intentó pero no pudo, el balde lo mojó igual, el cross le dolió y lo dejó parado en el mismo lugar, atornillado al piso. La vio alejarse nuevamente hacia el comedor, y disfrutó de quedarse un momento a solas en la cocina, al lado del queso que se derretía en el horno. Se mordió la lengua y escondió todo lo que tenía ganas de decir hace ya tiempo, esa semana ya se le había escapado alguien que quería mucho, no estaba listo para perder otra vez.


sábado, 19 de octubre de 2013

Diccionario de palabras al azar

Amistad es recibir un mensaje a las 8 de la mañana, despertarte, putear y descubrir que tenés resaca. El mensajito dice algo que a esa hora no tiene mucho sentido, pero lo contestás con un pedido algo ultranecesario:
-Me duele la cabeza, me llevás un actron? Me olvidé el desodorante también ¿Me llevás el tuyo? Fue LA noche.
No mandar detalles para que se lo imagine, para que piense lo que vos sabés que va a pensar “quehijadeputa”, y si, cuando la ves dos horas más tarde, te dice hola, te sonríe y te pregunta qué cosa querés primero. Te da el desodorante, después un café con medialunas, y tercero el actron salvador. Te dice “quehijadeputa” con el mismo tono y la misma sonrisa que te habías imaginado antes. Amistad son esos detalles, no es el 20 de julio, la frase-palabra “mejoramiga” esas boludeces que te venden las películas yanquis o las novelas de Cris Morena.  Es algo mucho más mundano que la abstracción de la palabra, es ese gesto de estar, compartir y entender. A mi Pepe la conocí hace unos años, decidí ponerle ese apodo porque me gustaba la canción y me parecía que sonaba lindo. Ella a mí me puso Pepina. Suena a esos apodos cursis que se ponen las parejas estúpidas. ES uno de esos apodos cursis, pero no importa, cuando querés a alguien te ponés un poquito pelotudo, ya con parejas hay cosas que no hago, pero con las amigas no hago tantas restricciones. Como soy una antipática somos amigas sólo por mérito de ella, porque miró para atrás y me dijo si quería hacer grupo, y como no conseguí los apuntes les sacó copia por mí. Yo venía de cursar un año entero en Ramos, era mi primer año en Santiago del Estero y se me aparecía este ser de otro planeta ¿Una desconocida que te saca unas fotocopias de buena onda? Era extraterrestre o venía de muy lejos. Y si, Caviahue queda lejos…
Lejos es eso que sentís cuando estás con alguien a centímetros, pero daría lo mismo que viviera a 500 km, no sentirías más cariño ni escucharías sus problemas con más atención. Es un nivel alcanzado en distintas relaciones como amistades o noviazgos (entre otras). Una especie de punto que marca un límite muy pocas veces admitido por las personas que lo padecen, es justo el anterior al “no va más” y el posterior al “no me interesa”. Es desinterés, cansancio y rutina, es necesitar un cambio.
Cambio es una decisión brutal que nos mueve el piso, nos hace bailar muy torpemente, replantearnos nuestras verdades y darnos cuenta que las respuestas que teníamos ahora  no nos sirven mucho. Es una bombita de agua que se estrella contra tu cara en el verano del `97, duele y refresca, pero después de quejarte te das cuenta que ahora tenés menos  calor y que vos también podés llenar globos con agua de la canilla de la vecina. Es mudarte de barrio, terminar el secundario, separarte de tu primer amor y empezar a hacer lo que te hace bien, es bueno, es viento, es agua salada resbalándose por la cara, es el aire que se respira en la montaña que subiste ese verano en Córdoba, cuando mirabas para abajo y podías ver las nubes y arriba había celeste y más montaña. Es crisis.
La crisis es como un cuento que empieza por el nudo, es estar en tu primer semana de vacaciones en la costa con amigas, gastarte toda la plata en ropa de los locales de la peatonal y tener que empezar a tarjetear; es ver la mano escrita de Charlie que dice “Not penny`s boat” antes de que se muera ahogado; mirar los spots de los políticos y no saber qué hacer el año que viene en las urnas, es hora pico en el bondi con dolor de cabeza, no saber si dejar la carrera en la que estás hace 4 años por otra que siempre quisiste y nunca te animaste, llegar a la hoja nº 638 de “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, que te digan “tenemos que hablar”, darte cuenta que trabajás más horas de las que dormís y esa sensación de asquito que me pasa por la mente cuando alguien me recomienda una película rosa donde en la banda sonora canta una estrella teen yanqui,  la historia principal habla del amor y la historia secundaria habla de más amor.


Amor es cruzarse en la vida con un chupetín de coca, es tener la figurita difícil, es Meryl Streep en la piel de Francesca, dudando en bajarse del auto en medio de la lluvia para escaparse con su amante y dejar Madison, es la sonrisa de mi mamá en la foto del `90 en el Parque Domínico, donde tiene agarrada a una bebé que tira la cabeza para un costado porque le dijeron la frase mágica “foto, Roci”. Es llorar porque te quieren, es llorar porque no te quieren, es tener miedo y estar seguro a la vez, es ese abrazo que te hace sentir como en casa en cualquier lugar, es ese mensaje que te llegó y te alegró el día, es el osito, el chocolate, el cine, el telo, la cena, el chiste y a la vez es nada de eso.  Es Jorge Drexler cantando “me haces bien”, el sol de primavera, el olor a pasto mojado, el “esta noche cocino yo”, el “estás linda” cuando no estás linda y los masajes en la espalda después de una semana de parciales. Es cuando el gato refriega su cabeza contra tu pierna después de haber querido morderte por dos horas, es la llamada de auxilio después de que un amigo se separa, y de repente todos están reunidos, como un ejército enlistado listo para atacar con cervezas, películas y chistes malos. Es esa amiga cinéfila que tiene un gusto muy extraño y cuando estás triste te hace ver “Melancolía”.
Melancolía  es cantar “Wise up” en Magnolia, mientras ves a los personajes más humanos que nunca viste desmoronarse en los quilombos de sus vidas y sentís que te la cantan para vos, para que no te sientas tan sola. O quizás canta esa canción para que los personajes no se sientan solos. Es llorar porque te angustian muchas cosas que ves y que te pasan, y porque descubrís que con 23 años, en uno de los pocos momentos que te permitís llorar es viendo una película o escribiendo estos renglones, cuando de repente te acordás de la escena como si la hubieses visto hace 5 minutos, se empieza a formar el horrible nudo en la garganta,  y te llenás de tristeza.
Tristeza es leerle los ojos a una amiga, darte cuenta que está mal y que no podés modificarlo, es entender que los duelos tienen dos capas. Podés ayudarla a maquillar la externa para que se distraiga y se sienta acompañada, pero la más profunda tiene que hacerla sola. Lo sabés muy bien, vos ya hiciste un par, verla es recordar lo que en algún momento de la vida también te pasó, sentir impotencia por no poder hacer mucho más que decirle te quiero. En inglés identifican la tristeza con el azul, para mí es imposible que un color sea triste. Triste puede ser un mate lavado, un nene chiquito con ropa sucia, una señora grande muy maquillada, un perro debajo de la lluvia, tener anginas en verano y gastroenteritis en invierno, el cielo gris, Trapito, Bambi, la muerte de Mufasa vista en el cine con 4 años o en mi casa hace media hora. Un mal orador, una mujer que tira una botella por la ventanilla, un hombre que tiene que pagarle a una prostituta en Once, Constitución, La Rioja o New York. Triste es descongelar la heladera para sacarle el exceso de hielo.
El hielo no es agua congelada, es una persona que está a punto de convertirse en robot. Es el camino inverso del señor de hojalata en el Mago de Oz, es la máquina de hacer plata, es laburar por 9 horas para pagar deudas que generamos con las tarjetas de crédito, cobrar y comprarse un celular de la mitad de nuestro sueldo para sumarlo a la lista para pagar en el resumen, es estar conectado todo el tiempo. Soy yo cuando viene mi mamá a sacarme conversación y estoy sentada escribiendo, es Macri escondiendo a la gente que no tiene casa para que no los veamos más debajo del puente, es el metal, es disparar a quemarropa, es ignorar, es estar solo, es estar muy acompañado, son los padres que no les cuentan cuentos a sus hijos antes de dormir, es la depresión de tu mamá, es el miedo a crecer para no dejar de ser chico, es no hablarse más con un amigo. El hielo es una placa que no se puede romper y da bronca, te zumban los oídos y la sangre empieza a hervir por adentro como cuando te olvidás la leche en el fuego.
El fuego son los labios que en el momento indicado recorren el cuello, como explorando un lugar desconocido que conocen muy bien, es tener que apoyar el vaso para que no se rompa y ocupar tus sentidos en un sólo lugar del cuerpo. Es la noche de verano. Es sentir en carne propia el capítulo 7 de Rayuela, como si Cortázar estuviese tomando nota de lo que está pasando en un departamento de Buenos Aires. Es usar el cliché de olvidarse del tiempo y del lugar por un rato, es jurar volver después, es que los minutos pasen muy rápido y decir laputamadre.

Laputamadre es eso que te pasa cuando te despertás y ves una torta gigante en la mesa del comedor, al lado de un cartel todavía más grande que dice: “para el cumpleaños de Matías, no COMER”. Y ahí te das cuenta que después del 19 de Octubre viene el 20, y tu hermanito está por cumplir  14 años, estás vieja, él es un pendejo, le querés cantar el feliz cumpleaños a las 12 y por eso tenés que cancelar tu salida al cine (perdón otra vez Sebastián, ya voy a ir a ver tu película, te lo juro). Es eso que digo cuando estoy llegando tarde a algún lado, cuando no alcanzo a estudiar todo, cuando falta mucho tiempo para volver a casa, cuando se larga una tormenta y estoy sin paraguas, y cuando tengo ganas de estar en un lugar  determinado para despertarme con resaca y que Pepe me alcance un actron .