-

-

miércoles, 29 de octubre de 2014

Nos tapó el agua

Somos eso que queda después de la inundación, baja el río y te das cuenta que en la vorágine de salvar lo imprescindible te olvidaste de lo importante, cuando queda en las paredes la marca de hasta dónde nos tapó el agua, cuando perdimos todo y nos rearmamos porque de eso se trata (dicen).
Hoy lo escuché de una desconocida en el bondi, tenía el pelo medio rubio y le hablaba a otra,  eran de esas minas que se suben a un bondi para hacer diez cuadras. Cuestión que la de pelo mal teñido le dice a la otra que amar es rearmarse. Y se me vino a la mente un mal jugador de tetris que nunca puede ir eliminando filas y se le arman huecos y se desespera porque le está por llegar una pieza larga horizontal y no sabe dónde quedaría mejor y aprieta mal las teclas y la hace bajar rápido y así con un cubo y así con la L y así con la otra L pero del otro lado y así hasta perder. Porque si hay algo que tiene amar es que no existe eso de borrar y empezar, porque siempre con algo te quedás. Somos como una especie de acumulación de lo que nos pasó y de lo que no.
Soledad tiene 24 y vive sola en un dos ambientes en Villa Crespo, tiene el pelo corto a lo varón porque un ex novio le dijo que largo le quedaba lindo y tiene un tic nervioso para limpiar la cocina porque donde vivió cuando era chica se llenó de cucarachas después de la primer inundación.
Cuando tenía 7 años quería tener un gato pero le regalaron una Barbie Rapunzel y un diario íntimo. A la Barbie le hizo un corte carré y en el diario íntimo escribió un cuento de un gato negro y el nombre del compañerito de banco que le gustaba mucho y no le daba bola.
Cuando tenía 9 años nació su único hermano y lo primero que hizo fue darle un beso en la frente por haberla salvado de la desgracia de ser hija única. El centro de atención se desplazó  casi instantáneamente y ahí sumó una segunda fobia, una necesidad histérica por los espacios personales. Casi como si los nombres lo designaran a uno o uno a los nombres, Soledad necesita de ese lugar propio que comparte cuando quiere y cuando puede, una burbuja protectora propia de Cáncer. Cree en  los horóscopos de los diarios del domingo porque siempre se contradicen entre sí y cuando termina la semana puede  combinarlos para encontrarles un sentido.
A los 12 le empezaron a gustar los chicos más grandes, y a los 15 el chico nuevo del grado le gustó tanto que se compró un motorola C115 para saltar de alegría con cada mensaje que él le contestaba. Le cerró tanto el perfil de extrovertido, del centro  de atención de la nada, que lo convirtió en el tipo de chico que iba a buscar siempre. A los 15 no se animó a avanzar y aprendió que la que se duerme queda en esa zona de amigos tan triste para hombres como para mujeres y se siente algo así como unas anginas con pus que son como muchos cuchillos en la garganta que son como ver a una amiga con el chico que te gusta porque nunca cantaste pri.
Entre los 16 a 18 dio muchos besos jugosos sin jugo ni sabor y a los 18 recién cumplidos le dijeron mi amor por primera vez. A los 19 supo que amor y pasión no eran sinónimos y que el amor se transforma en cariño cuando se extingue si es que es de los buenos. A los 21 le rompieron el corazón y se enfermó tanto que no se dio cuenta hasta que se lo volvieron a romper. Como buena hija de padres que nunca se separaron, dejó de creer en el amor para toda la vida y  se mudó a un lugar donde no se inundara, al 8vo piso de Villa Crespo.
La primer gran decisión de adulta fue dejar de ir al psicólogo para poder pagar la banda ancha con wifi y el cable. Se aprendió los diálogos de friends y empezó a comer más arroz que antes. El colchón sobre el piso fue más una decisión económica que estética, pero lo supo combinar bien con los pies descalzos y el mate de madera todas las mañanas.
Pero a los 8vos pisos también llega el agua. Le llamó la atención cuando le dijo que tenía una lista de palabras favoritas, no por lo que significaban sino por cómo sonaban. Podía ser tranquilamente un hacker que había entrado al disco D de su computadora, a la carpeta que dice blog 2014 y tiene una subcarpeta que dice textitos, donde hay una acumulación incoherente de oraciones que dicen que coger no es lo mismo que garchar. Como si se tratara de los cuentos de las mil y una noches, cada vez que lo veía le iba contando una palabra nueva de su lista de preferidas. La primera noche que se quedó a dormir hicieron una prepizza y dejaron un pequeño cementerio de cervezas al lado de la heladera. A oscuras y después de transpirar por una hora le tiró la primer palabra: cremoso. Soledad le sonrió a la oscuridad y le dijo que le gustaba mucho la lluvia pero le tenía miedo al agua. Él le dijo que a nadar se aprende y le pidió que no se durmiera rápido.   

La segunda noche fue de hamburguesas y gancia. De los Red Hot, Daft Punk y Artic Monkeys. Él, como un libro abierto le contó de su miedo a la muerte y de lo solo que se sentía cuando caminaba por la calle sin sus auriculares y su música. Para cortar con la solemnidad, o para seguirla, ella lo empujó suavemente sobre la cama y le empezó a decir cosas que no tenían que escuchar las paredes, algo del calor y la noche. Se desnudó en frente de la ventana sin miedo a que la vieran los vecinos y empezó un recorrido que terminó en una sonrisa ajena. Al oído y un segundo antes de que se durmiera en una cuchara entrelazada y mágicamente no incómoda, él le dijo una segunda palabra de la lista: travesura.

La tercer noche fue una despedida solapada con quizás, puede ser y hay que ver. Lo volátil de las ganas y espacios no encontrados se puede transformar en pequeñas angustias si no se maneja bien. Algo de mejor vivir el momento, en esta época de la inmediatez, los vistos en facebook y las últimas conexiones del guasap. Esta vez no hubo palabra favorita porque cuanto más cerca se está de conocer la lista completa, más cerca se va a estar de terminar con la fantasía. Mejor recorrerse un poco más para disfrutarse, sentir la piel nueva, el sabor a diferente, la voz que con el tiempo se olvida. Esa vez se quedó hasta el mediodía, se despidieron con un beso húmedo y él subió al piso 9 para volver a la rutina antes de que llegara su novia de viaje.




lunes, 25 de agosto de 2014

Transitorio

Hay algo que tiene el intenso que no lo tienen los demás, es algo en los ojos,  un brillo que anticipa a la pasión. El intenso sabe que hay curvas y prefiere subir bien alto, por más que en el fondo sabe, que cuando esté cuesta abajo va a ser mil veces más fuerte el tirón. Es en esos vaivenes que encuentra el placer narcisista de creerse distinto, de saber que prefiere una cadena de altibajos antes que vivir en la monotonía. Pero al final, sólo es alguien que pide a gritos lo mismo que quieren todos. Que nos quieran.

Transitorio

domingo, 3 de agosto de 2014

Turista

Una semana y media para cerrar un negocio del orto. Ir a Roma sin ir a Roma prácticamente. Conocer el paisaje desde el hotel. Practicar por un mes su italiano oxidado con una profesora con olor a humedad. Sonrisas falsas, chistes al argentino, el argentino que se los morfa todos y se calla. Es joven y está bien acomodado. Mira a la hija de Caffarelli y ella lo mira a él. En la cena ella le pregunta si tuvo la oportunidad de visitar el Coliseo, se lo pregunta en un español de España. Porque además de rica, rubia, flaca y linda, viaja mucho. Él para hacerse notar dice que no, que hasta ahora los negocios ocuparon todo el viaje. Hija critica a su padre enfrente de todos por su falta de tacto, y lo obliga a dejarle un día libre al argentino para que ella le haga de guía turística. Padre se ríe, acepta dejarle libre medio día.  Después de una mañana liviana, la italiana le muestra el Coliseo, la Fontana Di Trevi, el departamento que le compró su papá cuando cumplió 18, sus sábanas, su corpiño blanco y su desnudez europea. A Juan le dejó de importar que los negocios cubrieran casi toda su estadía, los chistes sobre argentinos y la comida de hotel, ya conocía una parte de Italia que un turista común jamás iba a conocer.  

.-
Olor a café con leche espumoso. Olor a madera vieja pero cuidada y olor a perfume de mujer conocido (conocido por él). Parecía una mezcla de flores, como si hubiesen cortado un par de pétalos de todos los colores y los hubiesen mezclado para que ella se los pusiera. Olor a angustia y ruido de tazas acomodadas en una bandeja por un mozo inexperto. Olor a medialunas de manteca. No, acá no se puede, más tarde. Que cuándo vuelve. En dos días ¿No te avisó? Que cómo le digo que en Roma está con otra sin parecer un mentiroso. No sé cómo hicimos esto si se conocen desde chicos. Que sin pintar es más linda. No sé qué quiero. Que no puedo dejar de pensar en lo que pasó y el otro boludo la caga cada vez que puede. No puedo tirar todo lo que tengo con Juan. Dejá de pensar un poco por favor.
.-

-Boludo es un camión la mina ésta, viene todas las noches al hotel.
-Ah, qué loco.
-El viejo es un hijo de puta, tengo ganas de cagarlo a trompadas. Si fuera un capo como Corleone bueno, pero es un hijo de puta.
-¿Cuándo volvés?
-En  dos días, me quiero morir.
-¿Vas a extrañar Roma?
-No, a la italiana pelotudo. A Valen le compro algo en el freeshop y listo, algún perfume, no sé.
-¿No tenés tiempo?
-Y no, si pierdo tiempo comprando...¡Ya sé! ¿Y si le comprás algo vos?
-Juan ¿Me estás jodiendo, no?
-Daale, si las mierditas esas con la torre inclinada están en todos lados.
-Abajo va a decir made in Argentina.
-Dicen todas made in Taiwán y te van a cobrar en pesos.

Analógica

Otra de esas historias de dos que se vuelven a ver

Analógica

martes, 29 de julio de 2014

Cerveza o té

Lo vi en tuiter y me pareció una mezcla de interesante barra gracioso barra lindo. Lo seguí, le respondí un tuit. No me faveó. Y no, si lo sigue tanta gente. Lo busqué en feisbuk y dudé, lo agregué. Me aceptó, le hablé, megusteó una foto mía. Hablamos más. Me pidió el guasap.

Ella es del tipo de gente que cuando escribe mide inconscientemente la cantidad de renglones en un párrafo. Esa gente que en la oración anterior hubiese puesto una coma. Esa gente que se horroriza ante un hiba en vez de reírse por el descuido. Esa gente que asocia palabras poco usadas en la cotidianeidad con escribir bien. Por más que no se diga nada, por más que sean sólo adornos. Encorsetada, desconoce lo que se puede hacer cuando se dejan de nombrar autores y escritores conocidos. Desconoce muchas cosas, pero de lo que sabe mucho es de estar sola. A ella le vamos a decir D.

Cada vez se puede fingir más. En los 90, si él quería hablarle, tenía que animarse a pedir un número y poner la voz. Si ella vivía con los viejos,él tenía que calcular algún momento del día que estuviera en  casa y la conversación con el hermano/padre (¿Está R.? ¿De parte de quién?) durara lo menos posible. Ella agarraba el teléfono y tenía que tratar de ser interesante, no interesada, sorprendida, pero no entusiasmada. Primero mesenger, después feisbuk con sus privados, tuiter, deeme, guasap. Todos solucionaron las cosas para las dos partes. Yo hubiese muerto si me hubiese tocado ser adolescente en los 90. Fue mil veces más fácil ser niña. Convertibilidad, barbis, casa de barbis, chiquititas, autos de carreras y pistas de fórmula uno. Porque sí, ya expliqué que mi viejo quería un varón, no lo voy a volver a repetir. Mis primeros intentos de nada fueron con mensajes de texto en un motorola C115 saltando en la pieza, porque el nuevo me había contestado y me había dicho que era linda. Sí, salté ¿Ustedes no? 

La primera vez que fue al departamento de Matías pensó que era igual a ella. Todo prolijo, todo limpio, todo tan... ordenado. Él admitió con orgullo que ordenaba los libros por autor y los cds por fecha y si, seguía comprando cds. Siempre le cocinaba lo que quería, tomaban vino y podía ver películas donde alguno de los protagonistas no terminara sangrando. No tenía medias tiradas, en la heladera había comida y antes de terminar de desvestirla ya se ponía el forro. Cuando ir se volvió rutina y ya no tuvieron más filósofos, sociólogos o escritores para discutir, cuando se sintió vacía, se puso a pensar que todo estaba siendo igual a la última vez, y a la anterior. Esa breve agitación por ser iguales, compartir gustos, ideas, frustraciones, esa sensación de verse reflejada en un espejo masculino se transformaba con el tiempo en un té frío a las cuatro de la mañana.

Cada vez se puede fingir más que no estamos nunca solos. Hay que configurar los grupos de guasap para que no te vuelvan loca. Vibración no es suficiente. Hay que sacarle el sonido. Y las conversaciones individuales que vibren por si alguien dice algo importante. Feisbuk tiene su propia aplicación de mensajería y ya te están rompiendo las bolas para descargarla porque si no lo hacés, en dos meses lo vas a tener que hacer si o sí. Y bueno, si me vas a obligar me la bajo ahora, mientras no es obligatorio, así siento que lo elijo yo. Tuiter no cambia tanto, ahí hacés lo que tu mamá te enseñó que no hicieras. Hablás con gente que ni le conocés la cara. Te metés a tamblers, instagrams y flasheás buena onda con alguien que escribe bien. Cuando dejás de mirar el bichito electrónico por unas cinco horas, se te llena de iconitos de todas las redes sociales, comentarios, etiquetas, arrobas, megustas. No estás sola. Estás en la cama con lagañas y no estás sola. Estás esperando que venga el bondi y no estás sola. Estás enfrente de alguien y no sabés cómo hablarle, porque es eso, te acostumbraste a mandar emoticones que expresan gestos, pero cuando tenés que usar la cara te sentís medio inútil y recurrís a una stella para descontracturar. Una o dos, o tres. Y funciona, y funciona muy bien. 

Y siempre termina mirando por la ventana los edificios, el tráfico, el frío, parada, con la taza de té en la mano y el pelo castaño casi sin despeinar. Es un desfile de Matías con barba, sin barba, con anteojos de distinto marco, uno atrás del otro, pero Matías al fin. El último Matías le dijo te amo por más que ella nunca le contestó verbalmente los te quiero. El último Matías está ahí durmiendo, con un ronquido suave, soportable, mientras ella sigue parada con ganas de irse. 

R. : Es un copado, es más lindo que en la foto. No sé cuánto tomé, me invitó a la casa y como le dije que no me acompañó a la parada del bondi.
Visto a las 04:21
D. : ¡Buenísimo! Parece copado, escribe lindo.
R. : Sí, y es re gracioso. Vos te quedaste en lo de Mati hoy?
Visto a las 04:23

Sí, se había quedado la primera vez y mil veces más, porque a la gente que no le gusta estar sola, le gusta pensar que haciendo lo mismo va a conseguir cosas diferentes.

viernes, 25 de julio de 2014

Taller literario

Volvimos a Historias para leer en el subte, más personajes sin nombre, más cosas para contar, hoy algo de un

Taller Literario

martes, 15 de julio de 2014

La rugosidad de las palabras

Dos de café y tres de azúcar un martes post - cumpleaños a las 00: 28 porque soy valiente. Tengo un cv hecho por la mitad, una caja con chocolates semi atacada por la ansiedad, una cámara con fotos que todavía no bajé y unas palabras mareadas de tanto rebotar contra los márgenes. En el mismo día dos amigas me dicen que tinder es muy gracioso y que les llueven perfiles de personajes maravillosos. Chetos con fotos de mares claros y sombreros. Tinder no discrimina, no separa por clases sociales o zonas geográficas, aunque debería, para evitarnos los minutos desperdiciados en esa gente que veranea en maiami bich, practica equitación desde los cinco y vota a macri. Le digo a una de mis amigas que si algún perfil pinta de intelectual con barba recortada y muy buen sentido del humor que me lo tire, total ella es groupie y morirá groupie, no le interesan mucho a los que se les da por la prosa.  Me dice que si toda esa gente tan genial necesita una red social para coger qué le queda a la gente como nosotras. Pero no me como lo de tinder, para mí que son todos perfiles photoshopeados a un nivel angustiante para tener una salida, dos, una pareja o un affaire. Hay gente en este mundo que dice affaire, yo no. Suena a liviano, a volátil. Empezaste a decir aff y el resto se te escapó de la boca y de las manos y del cuerpo y de todos lados. Suena a algo que no llegás a disfrutar del todo, como un fin de semana en la costa, un último abrazo o las vacaciones de invierno. Decir que alguien tiene un affaire con alguien es la manera elegante y poco arriesgada de decir que se ven para garchar, y decir garchar significa que no sabés que coger suena mucho mejor. La g y la a no tienen ni por casualidad la misma potencia que cuando se arrastra la g y se pone una e al lado, casi hasta convertirse en una j. Cuando escucho garchar se me aparecen dos personas  que tramitan algo juntos, con la frialdad de la burocracia de las pijas paradas y la desnudez ocasional. Cuando escucho coger me imagino que hubo alguien adentro de alguien aunque fuese momentáneo, pero con el tacto suficiente para terminar con una respiración entrecortada y ganas de sentirse otra vez. Coger es piel de gallina sin que haya bajado la temperatura. Garchar es comer un bazooka y reírte del chiste que viene en la historieta. Mi amiga no me contesta más, creo que habrá encontrado a algún guitarrista que no viva demasiado lejos. Me gusta ella porque dice las palabras que tiene que decir. Me gusta la gente que sabe que no todas las palabras significan lo mismo por más que sean sinónimos. Me gusta la gente que sabe que las palabras tienen rugosidad y transparencia más allá del significado. Me gusta darle vueltas a la idea de que hay alguien que sabe que pibita suena a una combinación casi perversa de ternura con alguien que descubre la sensualidad, mientras que niña establece una diferencia generacional que marca distancias y aclara más que cualquier visto por guasap.


viernes, 20 de junio de 2014

Historias lejanas

Ella lo miró y se acordó de un montón de cosas que habían quedado muy atrás, se acordó de discusiones entre lo matemático y la imaginación, del frío y las peleas por mensajes de texto.

Terapia de guasap

La gente que escribe solapea bardos personales en personajes ficticios que a veces tienen el tupé de llamarse igual que ellos, tuvieron los mismos padres, fobias y seguramente también tengan el escritorio lleno de envases vacíos y paquetes de golosinas atacadas en alguna noche de ansiedad.
-¿No ibas a empezar a ir al psicólogo vos?
Dice un guasap en la madrugada de un feriado que la agarra acostada en unas sábanas sin cambiar hace mil, tapada hasta el cuello y con la seguridad de que la estufa de tiro balanceado fue la mejor inversión del año. Eso de que hayan quedado lejos las madrugadas de feriados esperados ansiosamente para ponerse medibachas negras, tacos y una pollera muy ajustada no la vuelve melancólica para nada. No tiene ganas de acordarse cómo sonaban los pasos rápidos de las botas por las calles de Palermo, esa melodía frenética de la aceleración por el frío y el estar llegando tarde para el 2X1.
Buenos Aires es una de las ciudades con más psicólogos por habitante, algo de que somos hijos de inmigrantes y la polución y la corrupción y muchas cosas que terminan en ción. Analízate, analízame, en terapia, psicólogo, psiquiatra. No pierdas tiempo con un psicólogo, no importa que sea conductista, vos andá directo al psiquiatra. La mayoría de la gente que la rodea, fue o va a un psicólogo, se sienta o se acuesta y empieza a hablar de lo que le hace bien, lo que le hace mal y le pagan a alguien por escucharlos, hacer intervenciones esporádicas o dejarlos pensando. Supongo que para hablar de algunas cosas con alguien tiene que haber un algo, no una conexión, pero sí alguna sensación de comodidad. Para encontrar eso en una ginecóloga se abrió de piernas con media cartilla de la obra social, justo para cambiar de trabajo y descubrir que su ginecóloga favorita no la cubría osecac. Abrirse de piernas suena medio fuerte, pero ella piensa así, es un personaje medio guaso con poco filtro, un poco como la que escribe. Como abrir la mente a alguien es más difícil que abrir otras cosas, no está demasiado segura en pedir un turno para andar contando sus cosas. Pero no le tenés que contar qué te pasó cuando tenías 5 años, contale lo que te pasó ayer. Ai, qué paja. Paja escribir con un teclado táctil la marea de pensamientos que se le ocurren por la madrugada, bendito seas archivo de audio instantáneo. Es una de esas personas que no le molestan que otros escuchen su voz con tal de ahorrarse caracteres y que sueltan el botón antes de tiempo.
-Es que yo ya sé en qué me autoboicoteo. Me calienta el flaco que tiene pasiones muy apasionadas que le duran un par de meses, que son más grandes, que aceptan sin problemas esa necesidad de hacer turismo emocional cuando ya descubrieron los secretos que les podían interesar... Me lleno de actividades para no estar quieta ni física ni mentalmente... Me frustro porque soy ansiosa y no me gusta la gente pegajosa. Ya sé dónde hago agu...
-Bueno, vos porque tenés todo muy claro.
Los guasap de la madrugada se vuelven entre irónicos y serios, y la solemnidad no es algo que pueda ser aguantado por mucho tiempo entre una persona que está acostada y otra que finge hacer resúmenes. El tema cambia y se dan cuenta que comparten el mismo amor platónico (que reúne todas las características antes mencionadas) y la seriedad sale por la puerta casi desapercibida. Son como dos adolescentes hablando de uno que está en el último año del polimodal, que tiene buzo de rugbier con su nombre atrás y recién volvió del viaje de Bariloche, mientras ellas están con los cumpleaños de 15.

Con la satisfacción de poder dormir más de 12 horas por primera vez en mucho tiempo, la que está acostada desliza la cabeza por debajo de las sábanas y se duerme en cuanto cierra los ojos. Se despierta pasando el mediodía y hace uso de ese verbo maravilloso que no figura en los diccionarios y se pronuncia almoryunar. Un amigo que se autoproclama nerd le dice que hay una diferencia entre amor platónico de platón y el que la gente suele usar, y ella le dice que su amor debe ser como el de platón, que ya no está en el secundario pero como conoce muy bien dónde hace agua, prefiere no conocerlo porque pinta ser de esos hombres con los que se puede enganchar. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Junio

El otro mundial
Junio llega sin previo aviso, un día te despertás y ya estás en el último día de mayo. Cuando sos estudiante, laburás y no tenés mucho tiempo para darte cuenta en qué día vivís pasan esas cosas. Terminaron los primeros parciales, te metés a rendir libre en mayo y en cuanto rendís y te levantás de la siesta, te das cuenta que la semana siguiente tenés la segunda tanda de parciales y ningún apunte leído. Cuando sos estudiante, laburás y querés abarcar todo pasan esas cosas. El mal del día que sólo tiene 24 hs es una enfermedad incurable, y te deprimís cuando te das cuenta que trabajás más horas de las que dormís. Junio es ese noviembre de la primer parte del año, cuando el cansancio se te viene encima, tenés que correr para salvar materias y arañás el sueldo en la espera del aguinaldo. La gente habla de fondos buitres y vos pensás que es un bajón no saber nada del tema porque estudiás comunicación social y la gente espera que sepas desde si Wanda ya está embarazada o no hasta cómo funciona la economía mundial, y vos lo único que querés es sentarte en el último asiento del bondi y enganchar 3g, y no, no enganchás.
No te acordás la última vez que te sentaste a escribir algo que no tuviera relación con metodologías cualitativas de investigación y que ya es típico salir con el pelo chorreando sobre el tapado porque no alcanza el tiempo para secarlo. No, todavía no me enfermé. Todos saben que mi estrés se traduce en migrañas interminables que duran días, eso de que bajen las defensas y una gripe te tire de cama no suele suceder, aunque estaría bueno. Sí, soy un bajón, pero no es culpa mía, es culpa del exceso de café y de junio. De la lluvia intermitente no me quejo, conseguí un paraguas lindo que se la banca bien.
En el grupo de guasap tus amigos discuten entre ellos si te conviene seguir haciendo varios cursos para ser feliz, o tenés que bajar dos cambios para poder dormir. Prometés sin cruzar los dedos empezar a quererte más, porque hasta vos sabés que migraña tres días seguidos laburando en un call center no es joda, y que las cafiaspirinas  te van a matar, o van a dejar de hacerte efecto, que es casi lo mismo.
Me siento y me logueo con los segundos justos, como si estuviera internamente cronometrada o viviera al filo de la impuntualidad y la sanción. Me inclino por la segunda opción. El tiempo que tarda en caer la primer llamada desde el logueo inicial, es el indicador de cómo va a estar el ritmo en las siguientes dos horas, si vas a poder respirar o no.

-Buenas tardes ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Ustedes son todos una manga de fo...

Cortar en medio de la puteada es uno de los placeres de la vida. Irse al baño para que no te vuelva a caer la misma llamada y comerse un bonobón a escondidas, también. A nadie nunca le van a pagar lo suficiente para atender ese tipo de llamadas. Nunca.
La tele en casa, en la sala de break y el tuiter dicen que el mundial ya empezó y te anotás  en tres prodes distintos sin acordarte si pusiste lo mismo en los tres o agotaste todas las opciones como para ver si poniendo cosas diferentes podías ganar alguno. La gente amable que representa al sindicato consiguió un proyector para pasar los partidos del mundial, para poder atender llamadas mirando a Messi gritar sus goles en mute. Siempre se puede estar peor, como que te llamen mientras Messi está gritando su gol en mute.
De las 17 a 17:30 el tiempo no pasa más, de 17:30 a 17:59 rezás para que no te llame alguien con un quilombo kilométrico. A las 18:00 levantaste tus cosas, saludaste a los que quedaron y te fuiste casi corriendo por las escaleras. El invierno será fresco, pero se agradece el golpe de temperatura después de estar con remerita frente a una pc genérica.
La cola de los que quieren ir sentados en el bondi es tan larga que te da paja de sólo preguntar quién es el último, así que enfilás para tomar lo primero que venga, viajes apretada o no. El colectivero que puso luces de colores y tiene el frente adornado con aritos perdidos entendió la magia de la vida. Y sentís que un poquito vos también la entendiste cuando se cerró la puerta del 10 atrás tuyo y empezó a llover con fuerza. Mirás por la ventanilla a los que esperan para ir sentados que se empiezan a acomodar debajo del techo y estás demasiado cansada para sonreír. Todos arriba están demasiado cansados como para hacer otra cosa que no sea sacar el celular y mandar algún guasap o ver las novedades del feisbuc o tuiter. Este es el mundial de la gente que no alcanza a mirar ni veinte minutos de alguno de los tres partidos que pasan al día.

El que ama lo que hace
-¿Le gustó la peli, señora?
-¡Qué bien que actúa desnudo Sbaraglia!

Señora ¿No vio las tetas de Celeste Cid? Quien pudiera... cuanto más lindas, más locas, por eso yo estoy bien cuerda.  Mira un gráfico de torta proyectado en la pared, algo sobre opinión pública. La compañera de al lado lo copió tal cual con colores y  nubecitas. Envidiable, último cuatrimestre antes de recibirse y todavía copia powerpoints en colores.

-Si uno tuviera que asesorar comunicacionalmente a una consultora... el tema de la muestra y la confidencialidad...

Sbaraglia aparece en su mente, está intentando cogerse a una Celeste Cid hermosa, pero reacia y medio histérica. La minita de anteojos intenta no dormirse y la de sweater rayado le pone tres de azúcar al café que compró en el segundo piso, porque todos estamos de acuerdo que el de planta baja es poner a prueba la salud. La profesora se quedó en silencio, habrá preguntado algo. Sbaraglia, Celeste Cid, una rubia contesta, estamos todos salvados. No, dijo una boludez, pero la profesora le rearmó la respuesta en consideración, y vuelve a la carga:

-¿Qué quieren hacer de sus vidas?

(¿Enserio preguntó eso?)

-Vamos, no falta mucho para recibirse ¿Piensan que van a usar cosas de esta materia en su vida? ¿Qué quieren ser?

Una pregunta existencial un lunes a las 9.30.
15 estudiantes mudos porque no saben qué quieren de sus vidas, o porque no tienen ganas de admitir que se equivocaron de carrera pero les faltan pocas materias y... hay que recibirse de algo. No los culparía, nadie podría. Todos van a ser licenciados en comunicación social con orientación en publicidad, pero de ahí a amar lo que hacen y a usar encuestas en su vida es otro tema.

Cuando era chica quería ser astrónoma, miraba mucho anime, algo normal en alguien nacido en la década del 90. Papá quería un varón, así que me compraba pistas de autos a control remoto que eran geniales. Me pasaba los recreos jugando a la bolita y mirando mal a las nenas que caminaban por el patio y te tiraban la bolita para cualquier lado. Hasta los 12 años viví en el piso, con parches en los pantalones y una mamá que se enojaba porque la nena volvía del colegio con chicle en el jogging. Las buenas notas eran premiadas con paquetes de figuritas de Dragon Ball que se intercambiaban en los recreos con los varones. Las nenas se juntaban a hablar de cosas y a llorar, nunca entendí bien por qué. Supongo que para equilibrar mi tía me compraba muñecas y juegos de mesa “para pensar”. Quería tener una sobrina inteligente se ve, no lo consiguió. Me decían que si quería ser astrónoma me iba a tener que ir del país porque acá no había chances, y no me importaba mucho ¿Astrónoma o astronauta? Astrónoma, mamá. Los astrónomos estudian las estrellas y los astronautas tienen trajes espaciales. Después me di cuenta que si quería ser astrónoma me tenían que gustar los números, y me iba muy mal en eso de dividir con dos dígitos… Así que abandoné mis ideales de astrónoma y me puse a escribir.  Me gustaron las series antes que las películas. Papá perdía los apuntes de Italiano porque yo usaba la parte lisa de atrás de las fotocopias para escribir finales alternativos e inventar personajes nuevos.
Cuando terminás el secundario la vida te empuja a tomar una decisión que muchos cambian sobre la marcha. La verdad es que no es tanta la gente que termina la carrera que eligió a los 18 con la misma seguridad que tenía cuando se anotó. Me gustaba escribir, y supuse que la gente que le gustaba escribir terminaba siendo periodista. No sé por qué uno hace esas asociaciones a los 18. Comunicación social, Letras o guión. Tic tac. Vengo de una familia de clase media que pudo comprar su primer casa después de una hipoteca a  diez años comiendo arroz y polenta, pero aún así caí en una familia donde la idea era ser feliz. Cuando fui creciendo me di cuenta que no en todas las familias era así.

-Yo a mis hijos les dije que estudiaran algo que medianamente les gustara y les permitiera ganar plata.
-A mí me dijeron que estudiara algo que me gustara, si fuera por ganar plata no habría elegido Comunicación social.

Letras parecía aburrido y guión… no me animé. La rubia si se animó y después de una experiencia en La Plata se metió en el IUNA y fue mi heroína. Por un lado estaba la gente como ella que se tiraba a la pileta y por el otro lado estaba la gente como yo que como un caballo seguía el camino sin pensar demasiado. A veces es necesario detenerse a pensar. Difícil en este mundo de lo quiero todo ya. Cuando me empecé a animar a hacer lo que quería, las juntadas con la rubia se hicieron más cercanas, y el lenguaje cada vez más parecido. Hay gente que quiere trabajar disfrazando números para que las empresas paguen menos impuestos, yo quiero inventar historias. Con un jugo de naranja semi natural sin tocar y una medialuna y media, la rubia admitió que ahora su pasión enfilaba más para lo literario, que estaba cansada de pensar en el primer giro y segundo giro y de escribir en presente. La rubia siempre supo cuándo detenerse a pensar y cambiar, yo tardé un poco más.

Entregarse
Hay algo en eso de entregarse que provoca miedo y satisfacción. A medida que vamos siendo nosotros mismos y vamos gustando, nos sentimos más livianos y más felices con la persona que sabemos que somos. Es una cuestión de ego, de sentirse gustado y saberse apreciado. Gustamos así, con el malhumor lacónico de la mañana, el odio por los bosteros, el fanatismo con el queso y los abrazos sin razón. Quizás esta vez dure un poco más, quizás esta vez entreguemos todo y nos quieran. O quizás sea otra prueba fallida de eso que la gente dice que es el amor. Por ahí termine en amargura y angustia como la última vez. Las mejores desilusiones son las que nos transforman y provocan esas crisis neuróticas que tanto angustian. Enamorarse y estrellarse contra la pared sin revocar del rechazo deja huellas por todos lados, y lo mejor (peor) es que no podemos escondernos de nuestra mente. Vayas a donde vayas hay cosas sin resolver que se nos escapan como cuando teníamos 8 años y todas las bolitas que ganábamos en el recreo no nos entraban en los bolsillos. Encontrarse, enamorarse y desenamorarse, saca a la luz todos los bardos que cargamos en la mochila y tenemos escondidos para no mostrarlos ni a nosotros mismos. Y llega ese momento que no queda otra que empezar a descubrirse. Después de que faltás por dos semanas a la facultad, los ojos dejan de estar rojos y los recuerdos dejan de doler como agujas en la memoria, sólo queda una persona que queremos cerca pero sabemos que la necesitamos lejos. Hay gente  que tiene fecha de vencimiento en nuestras vidas. Vienen, florecen, marchitan, nos sacan cosas propias , nos regalan cosas de ellos y se van saltando por la ventana, casi más rápido de lo que tardaron en entrar. A veces pasan nada más que para dejarnos una parte de ellos que merecía quedarse con nosotros y se quedaron con algo nuestro que jamás sabremos qué fue. Le mandé un guasap cuando terminó Colombia-Grecia, un chiste sobre Ramón y Teo, esperando que por ser hincha de River le causara gracia. Apareció la doble tilde unos minutos después, y siguió en línea. Cerré los ojos y lo imaginé mirando el celular, dudando si contestar o no. Había estado varios meses sin hablarle y muchísimo más sin verlo. Si yo ya lo había podido superar, quizás tenía que hacerme a la idea que también podría tener fecha de vencimiento para él.


sábado, 31 de mayo de 2014

El departamento de Caballito

Hay algunos lugares que encierran historias sin contar, momentos que no vieron la luz por nadie más que dos. A veces volver a esos lugares nos provoca sentimientos encontrados ¿Somos los mismos después de tanto? ¿Seguimos queriendo lo mismo?
Estos dos parece que sí.

Hoy escribí acá

El departamento de Caballito

miércoles, 21 de mayo de 2014

Se viene el invierno

Hay algunas conspiraciones de las que no podemos escapar. A veces el cliché nos seduce y nos metemos en un laberinto enorme lleno de falsas salidas (como todo buen laberinto). Es cosa de tiempo descubrir la salida y entender que por ahí no iba la cosa. A este personaje sin nombre se le viene el invierno por tomar un par de decisiones no muy buenas en el otoño, pero dice que no se preocupa demasiado. No piensa pasar frío.

Dense una vuelta por este hermoso espacio, acá es donde escribí hoy.

sábado, 17 de mayo de 2014

Borrón del guionista

Acá va una historia de chico conoce a chica o por ahí es una historia de chico conoce a chica que está enamorada de otro chico, que no es lo mismo.


Hoy escribí acá

Borrón del guionista

viernes, 16 de mayo de 2014

Eso que le pasa a la gente ansiosa

No sé si les pasa eso que me pasa a mí. Eso de proponerse un objetivo y entrar a caminar con zapatillas cómodas y una mochila todo terreno, para darte cuenta de que a medida que te le vas acercando, ya no es exactamente lo que estás buscando. En el camino las cosas se van transformando y uno así anda, a punto de llegar a un objetivo, pero dándose cuenta de que en realidad ahora quiere otra cosa. Existe una delgada línea entre la metonimia del deseo y la frustración constante. La primera se siente mejor, así que cuando veo que me acerco demasiado a la segunda, dejo de caminar y miro el piso. Atarse los cordones funciona.

viernes, 9 de mayo de 2014

De cómo conocí a Tomás

Hace dos meses estaba en ese laburo. "Laburo", diría mi vieja, así, todo entrecomillado. Sí, laburo mamá, sacar fotos en un boliche el fin de semana es laburar. O se parece. O es. No sé, ya lo dejé igual, ese boliche dejé. Ahora estoy con otras cosas. La cuestión es que estaba sacando fotos a las tres de la mañana en un boliche, que para la inspección en realidad es bar pero la posta es que es boliche. Y me vio. Me vio él primero porque yo estaba concentradísima. Pero si no lo hubiese estado lo hubiese mirado yo primero. Así de lindo era, es, no sé. Barba recortada, camisa cuadrillé, rulos (me enteré después, cuando se los dejó crecer).
-Hay que aprovechar el pelo hasta que se me empiece a caer, me dijeron.
Es que sí, tenía (o tiene, no se) treinta y cinco.
Si con la barba recortada y la camisa cuadrillé me estaba comprando, cuando me dijo que era profesor de foto en Capital me enamoró. No sé, pelotudeces mías.
Se me acercó en un momento en que me paré al lado de la barra, para que Marcelo (barman lindo, pero gay) me diera un speed con melón. Si me preguntás qué me gustaba de ese laburo, era el speed con melón, gratis, las caipis gratis, todo gratis. Todavía no entiendo cómo es que nunca me puse en pedo. Me preguntó hace cuánto estaba ahí, si me gustaba sacar fotos, si esto, si lo otro. Y ahí tuve esa sensación hermosa que te pasa cuando conocés a alguien que cuando habla no la caga. Nada más lindo que te guste y que sea interesante. No me jodan, a mí no me funciona eso de "le ponés una bolsa en la cabeza y va", pero tampoco puedo entrar a tu departamento si no me movés el piso. Perdón, pero es así. Le gustaba (o le gusta, no se) el cine, Charly, Los Piojos, Queen y Dolores Fonzi. Había tenido seis novias en su vida y le tenía miedo a los aviones, pero se empastillaba y volaba igual. No tenía mascotas, ni había tenido. Vivía (o vive, no se) en un dos ambientes en Palermo. Ponía la cama en el comedor y la habitación la usaba de set de estudio para fotos. Le gustaban demasiados las fotos de estudio, pero bueno, nadie es perfecto (y no, él tampoco).
Tenía amigos de mi edad y amigos de la edad de él. A los tres meses me invitaban a las salidas grupales y las amigas me decían que "por fin una lo enganchó". Ponele que me causaba gracia. Un poquito de orgullo, quizás. A los seis meses me invitó al casamiento del mejor amigo, que era el primo, con toda la familia, vestido lindo, peinado de peluquería y esas cosas, y las dos Canon, obviamente. Y ahí empecé a sentir que las cosas se me iban de las manos, por ahí seis meses era demasiado rápido para eso de la presentación en familia, pero bueno, me la banqué como una divina. No sé si habré sido yo o qué, pero las cosas se empezaron a poner un poquito asfixiantes. A ver, Tomás tenía treinta y cinco y yo más de diez años menos, pero igual él no parecía de su edad. Salía todos los fines de semana, usaba ropa linda, y como era profesor de cultura (ah, ¿No te conté?) en un secundario por Almagro, daba la sensación de que estaba con alguien como yo. Alguien como yo pero que se mantenía solo, había vivido el regreso de la democracia (aunque fuese haciendo garabatos en el jardín), y que no se había criado con el animé como yo. Pero en definitiva, no se sentía demasiado la diferencia.
Una de las cosas que más me había enamorado de él era que cuando dejé de sacar fotos en ese boliche y empecé a salir por todas las noches que no había podido, permaneció fiel a su política de los no-celos. Inclusive me había hecho una copia de las llaves del departamento. Así se siente una relación madura, pensé yo.  Hasta que lo maduro me mareó.
-¿Te querés venir a vivir?
¿Qué?
-Ya te quedás a dormir a veces tres veces por semana, el depto es chico, pero estaría bueno que directamente te quedaras acá.
Qué bicho le picó por el amor de Jesucristo.
-Tengo 23, Tomás.
Fue lo primero que dije, como si eso me excusara de algo, aunque sí. Estaba más que comodísima en mi casa; pieza propia, hermanos mayores, hija mimada, mamá me cocinaba ¿Para qué me iba a mudar? Tenía que haberme dado cuenta que le estaba pintando el viejazo en cuanto se casó el mejor amigo, que es el primo. Ahí se le fue todo a la mierda. Pero si nunca creíste en el casamiento Tomás, explicame por qué ver a la nona brindando por los novios te sentimentalizó ¿O es que alguien se atrevió a decirte el "y vos para cuándo" en algún momento en que me fui al baño?  Por ahí es que simplemente la gente se pone grande y le da miedo algunas cosas, hasta que se da cuenta que son boludeces y se acomoda. Tardó en acomodarse igual. No me habló por dos días, hasta que me llamó al celular y lo atendí con voz de dormida, a las dos de la tarde, pero era porque a la noche lloraba, miraba una película, me acostaba llorando y me despertaba a las dos ¿Y no iba a la facu? Eran vacaciones (¿Te conté que voy a la facu? Sí, estudio comunicación, no sé para qué me va a servir pero yo estudio, porque hay que estudiar y porque me gusta escribir y sacar fotos).
Me dijo que había sido un inmaduro, que me amaba, que respetaba mi edad, mis tiempos, y que muchas cosas lindas más. Las pelotudas enamoradas son un peligro, somos. Quedamos en vernos a la noche del día siguiente porque él tenía que cubrir un evento el viernes a la noche, y se iba a quedar en lo de un amigo hasta la tarde del sábado. Dale, bueno, nos vemos. Te amo, que lindo todo, chau. Ese sábado me levanté tempranísimo, agarré mi mochila violeta, mis zapatillas favoritas, mi jean favorito, y una camisa cuadrillé. Pasé por el chino de la esquina de su departamento y compré todo lo necesario para hacer el pollo al limón con papas más rico de mi vida. No había estado tan feliz en días. Entré al edificio, subí dos pisos con unas bolsas de morondanga que se iban a romper en cualquier momento y abrí la puerta.
Y ahí estaba él.
Y ahí estaba ella.
Y seguramente también estaba yo, porque ellos me miraban, pero yo sentía que estaba en cualquier otro lado, como si me hubiera teletransportado. Seguía teniendo todos los ingredientes para hacer el mejor pollo al limón con papas de mi vida,  tenía mi mochila violeta, mi pelo largo y todas esas cosas que me caracterizan. Por ahí me había equivocado de departamento, por ahí la puerta del 3B tiene la misma cerradura que la del 2B, por ahí era su clon. No me acuerdo cuando volví a respirar, quizás fue cuando ella se empezó a vestir, o cuando él se levantó de la cama y empezó a caminar hacia mí, con una parte de la sábana tapándose ¿Qué te tapas idiota si hace 8 meses que estamos cogiendo? Pensé.
-Perdoná, no sé qué decir.
Dijo. No tengo idea con qué cara lo estaba mirando, los estaba mirando. El pelo rubio de ella me dio la espalda y de ahí en más sólo le vi la nuca, la conocía. Tomás le había hecho un book hace un mes o dos y habíamos estado un par de horas editándolo. La recuerdo porque dije que si fuera hombre me la cogería. Él no dijo nada. Se la cogió directamente.
El baldazo de agua fría no es lo suficientemente gráfico, no es metáfora, es realidad, es un golpe, es más que el cross a la mandíbula, es toda la mierda junta, es todo el dolor ahí, en el pecho, en los ojos, en la cabeza, en la punta de las uñas. Todo ahí.
-Soy un boludo, perdoná.

Creo que cuando pasan estas cosas de novela el tiempo no va lo suficientemente rápido, no sé, me paralicé. Ella se paró y se puso el jean, para cuando me di cuenta yo ya estaba pegada a la puerta, se ve que mientras pensaba o no-pensaba estaba caminando para atrás. Él se paró, soltó la sábana (se habrá dado cuenta que la situación era ya bastante bizarra y que estuviera en pelotas no cambiaba nada) y dio dos pasos hacia mí. Creo que dijo perdoná por tercera vez, no lo escuché bien. Sólo sé que abrió la boca. Yo abrí la puerta del departamento, agarré con fuerza todas mis cosas y bajé. No iba a dejarle la bolsa del chino para que comiera pollo al limón sin mí.

Historieta hermosa de "Y viste como es", recomendadísimo.

martes, 6 de mayo de 2014

El viento rompe cosas, el tiempo también.

Y a veces no nos podemos hacer otra cosa excepto lastimarnos, entonces se caen las hojas y las barremos. Cerramos puertas y tratamos de poner todo lo roto en papeles de diario, en cajas chicas y escribimos con fibrón negro "cuidado, frágil", para que alguno si las encuentra les preste atención y si quiere abrirlas, lo haga con mucho cuidado. Son partes que no queremos tirar, pero ya no pueden estar más en esta pieza. Con todas las cosas que empezamos a hacer, nos está quedando chica, y llega un momento en que la seguimos llenando de cosas nuevas o nos quedamos rodeados de adornos viejos y rotos.
Alguien inteligente los hubiese sacado apenas se empezaban a romper solos, alguien sensible se los hubiese quedado mirando, esperando que no se rompieran todos, y yo, que para algunas cosas soy muy inteligente pero para otras demasiado sensible, no me di cuenta cuánto dolía verlos romperse hasta que el piso se llenó de porcelana, y no pude salir de la pieza sin lastimarme los pies.

Por las dudas pongo cortinas gruesas en las ventanas, no sea cosa que quieras entrar con el viento y vuelvas a desacomodar todo. Ya ordené demasiadas veces esta habitación.



viernes, 2 de mayo de 2014

Imagino

Hay algo en no ser correspondidos que nos provoca un placer masoquista. La eterna dicotomía entre blanco y negro sólo deja contentos a unos pocos, que todavía se creen que el deseo no muta, que nuestras abuelas fueron felices con un sólo hombre y que nuestros abuelos no las cagaron jamás. El que camina un poco con los ojos abiertos se cruza con personajes de carne y hueso, seres tridimensionales, antihéroes que enriquecen las historias y nos despliegan un abanico de grises. Y acá va otro personaje sin nombre, en búsqueda de su gris medio, de algo que le equilibre la madrugada de sábado.

Hoy escribí acá

sábado, 26 de abril de 2014

Contradictorio

No sabe si le gusta más el chocolate o el queso cremoso, ver los videos de Rihanna o escucharlos, levantarse tarde para dormir más, o levantarse temprano para dormir siesta después. Está cansada de que Facebook le sugiera ser amiga de gente que en la vida real no le interesaría conocer, pero en Twitter le gusta seguir a gente que en la vida real jamás le interesaría saludar. Cada vez y con más frecuencia duda de algún problema de bipolaridad, durante un par de horas es la mina más sociable del planeta y por el resto del día disfruta del silencio como si fuera lo más frágil del mundo. Está cansada de que su jefa se parezca a la directora del secundario y a la vez le gusta que los descansos sean como recreos. Le enferma la gente que justifica todo con refranes, que cree en el destino y la que se estanca en lugares sin salida, amorosos, laborales y académicos, por más que muchas veces siente que esta estancada en todo eso. Anda en la búsqueda eterna de sensaciones, pero no probó muchas drogas. Tiene la teoría de que lo que separa a las ilegales de las que venden en la farmacia es que las segundas son todas para calmar ansiedades y bajar revoluciones, mientras que las ilegales son más psicodélicas. Está segura que los uruguayos entendieron esto y por eso hicieron ley el pedido de Pity. Los dolores de cabeza le duran tres días seguidos, los noviazgos dos semanas y los amantes seis meses. De chica leyó la Biblia entera y al final entendió que todos decían lo mismo pero usando distintas palabras, lo que nunca entendió fue qué querían decir. De grande leyó Rebelión en la granja, perdió la fe en las personas y empezó a creerle a Marx. Le gusta estar soltera porque se depila sólo cuando tiene ganas, y le gusta estar en pareja para que la abracen cuando no tiene ganas de nada. Le gusta el verano para tomar mate en la terraza y el invierno para tomar mate en frente del monitor. Cree que todas las reglas tienen excepciones pero duda mucho cuando la excepción puede ser ella (vio muchas películas románticas pero también tuvo muchos desencuentros amorosos). Quiere estudiar publicidad pero no soporta ver las publicidades de productos de limpieza, shoppings, tarjetas de crédito, perfumes o comidas "facilísimas de preparar". Se muere por un beso de desayuno pero jamás besa sin cepillarse los dientes. Le encanta bailar pero el principio de la adultez fue matando esas ganas que le daban de bailar en medio de la calle cuando era adolescente. Tiene ganas de pensar todo el día en alguien que recién conoce, pero se la pasa pensando en alguien que conoce demasiado. Se la pasa pidiendo tiempo libre y cuando lo consigue encuentra tantas cosas para hacer que no sabe por dónde empezar, así que se sienta a escribir. Se le pegan mucho los gustos de los hombres con los que sale, pero las manías son todas de ella. Le gusta tanto la música en castellano como en inglés, pero para estudiar sólo puede usar canciones que no conozca. Anda en la búsqueda del enamoramiento constante, de la idealización permanente pero no del amor para siempre. Le gustaría empezar a desenamorarse de alguien nuevo, pero todavía no termina de desenamorarse del anterior. Cuando escribe mezcla cosas que le pasan a ella con pedacitos de ficción, para poder decir lo que quiere decir sin que nadie sepa si es verdad o no. Cuando le preguntan si habla de alguien o creó un personaje, se ríe y no cuenta el secreto, excepto a un tal mágico, que supo cómo endulzarla para sacarle información.

miércoles, 23 de abril de 2014

Mirame

Lo lindo de enamorarse en el transporte público es que el gustito a sorpresa viene rodeado de lo efímero y no tenemos tiempo de hacernos la cabeza o prometer cosas imposibles. En un par de minutos descubrimos qué tan valientes o cobardes somos. Si nos animamos al hola o preferimos pasar desapercibidos, imaginando historias con un desconocido que quizás también nos haya visto e imagine lo mismo con nosotros.

Hoy escribí acá

viernes, 18 de abril de 2014

*611

El jumper azul con tablitas  y los mocasines habían quedado atrás hace mucho tiempo, pero en la cara no se le notaba todavía. Precisamente lo que se dice "noche" no tenía. No de esa que incluye boliches, vómitos en la madrugada y tacos sobreviviendo a los empedrados de Capital, pero tampoco de esa que son puros maratones de series y películas, con papeles de golosinas, tazas y mate desparramados por el escritorio. Ella sabía mucho de trasnochar, pero no de "noche". Se había metido ahí por la poca experiencia que pedían y el horario reducido de seis horas, cinco días a la semana.
-El horario les va a servir para leer a los que estudian, no hay muchas llamadas. Y los que no estudian van a ver que es un horario tranquilo, no es un laburo exigente. Pero estamos buscando gente comprometida, que se ponga la camiseta.
Qué frase más detestable sobre la faz de la tierra. Pero el de Recursos Humanos había vendido su alma al diablo por dos monedas muchos años atrás como para darse cuenta. Enfrente de él tenía veinte caritas ansiosas, eligió a un par, (los que se supieron expresar mejor en un par de preguntas inocentes y trilladas), y así Mecha entró al call center. Microcentro, ascensor, tercer piso, alfombras sucias. A las dos de la mañana no iba a haber más de doce personas atendiendo el teléfono y contestando preguntas, o eso le había dicho el de Recursos.
De día debería ser otra cosa, todo un piso lleno de cubículos de un metro y medio, con esas PC negras genéricas, murmullo constante y team líderes de un lado para otro pegando el grito cuando alguno superaba el tiempo estimado de llamado. Pero nunca iba a saberlo, de día dormía. Se había armado una rutina especial, había comprado cortinas gruesas para poder dormir y que su cuerpo no se enterara que no era de noche afuera. Secretamente se preguntaba cuánto tiempo iba a tardar en tener bolsas en los ojos como una vieja de 80 años, pero por ahí no le pasaba, laburar de noche definitivamente no era "tener noche". El dios de la Vejez, Ojeras y Elasticidad en la piel debería saber la diferencia.
Se levanta, desayuna (cuando cualquiera cenaría) y se baña. Emponchada va hacia la parada vacía, a tomar un bondi vacío y hacer el mismo camino de siempre, también vacío, a excepción de un par de rezagados que vuelven tarde. En algún momento sintió una especie de satisfacción por ir a contramano, hasta que se dio cuenta que si se creía esa mentira tendría que dejar de reírse de los que creen que una remera de marca puede ser original y hecha a medida.
El chofer apurado por terminar su recorrido va a las chapas y pasa semáforos en rojo. Ni siquiera hay perros abandonados que pueda llegar a pisar. Tiene tres personas arriba y a ninguno parece preocuparle la velocidad. De la flaca del fondo sólo se le ve el flequillo, tirada contra el respaldo y abrazada a su mochila, el viejo en el medio está roncando y el pibe al fondo toma cerveza. Horario de mierda el que le tocó esa semana, todavía no sabe bien si prefiere a las viejas molestas de las cinco de la tarde o el silencio de Microcentro un Martes  a la madrugada, llega un momento que las dos cosas taladran de igual manera pero en distinta dirección.
Mecha mira la nuca del chofer y se le ocurre que puede estar cansado del silencio, casi tanto como ella. Respira a través del pañuelo bordó que se compró el otro día y mira por la ventanilla a la vieja que duerme en la puerta del banco Galicia. Algunas cosas de día pasan desapercibidas, por ahí es el ruido, o la gente que hace ruido y te tapa los ojos, o todo eso junto. Lo bueno del silencio es que te permite escucharte, lo malo del silencio es que te permite escucharte. Cuando ya se estaba acostumbrando a los ronquidos del viejo en el bondi y al olor de la birra del que se sentaba cerca de ella, tuvo que levantarse y tocar el timbre.
Caminó rapidísimo las dos cuadras de la parada al edificio y esperó que el de seguridad le abriera la puerta.

-¿Cuántas letras?
-Recién empieza, son cuatro. Es obvio que dice A G U A, pero un pelotudo llamó y dijo cualquier cosa, es obvio que está re guionado.

Walter es fanático de las palabras cruzadas, la sopa de letras y los programas descartables con chroma de fondo y tetonas al frente. El candy crush ya lo pasé todo, y el preguntados es una gilada. Podría ser tester de videojuegos gratuitamente, pero en vez de eso labura mirando la cámara de seguridad de la puerta y abriéndole a los del turno noche. Tiene dos hijos y una mujer que le cocina rico, es feliz.
Mecha sube por el ascensor hasta el tercer piso y saluda al bigote, un poco más gordo, un poco menos simpático y mucho más gruñón. No sabemos nada de él, sólo que es hincha de Huracán y con eso deducimos todo. Su trabajo es hacerla pasar a las oficinas del tercer piso y mirar cuatro cámaras de seguridad constantemente, la del comedor, el pasillo que da al comedor y dos en las oficinas. Los rumores dicen que se ríe leyendo a Tute y en navidad en su casa se viste de Papá Noel para sus nietos, cuando no le toca cubrir su puesto de bigote en el edificio.
Si el piso está lleno de adolescentes atendiendo como locos, y de team líderes controlando los tiempos de llamadas, nunca lo supo. A las dos de la mañana está Daniel tomando café en una esquina, mirando videos graciosos por youtube cuando cree que nadie lo ve, y la cantidad de operadores atendiendo en realidad es de diez. En los ocho meses que está laburando, Mecha intentó tener más de una conversación amable con cada uno, fracasando estrepitosamente. Se sientan alejados entre ellos y apenas se miran, son parte de una elite de perdedores antipáticos que no toleran el contacto humano más allá del telefónico. Un ambiente laboral de lo más entretenido. El virus de la fobia a la aproximación física todavía no le tocó a ella, pero se mantiene lejos por las dudas. Lo bueno de laburar a esa hora es que no hay nadie para controlar lo que se controla en el día, entonces su box es una continuación del escritorio de su casa. Taza de café, mate y termo, chocolates, galletitas y apuntes de ese final que se le está por vencer en un mes y no sabe si llega a preparar. El lema de Daniel es "mientras no te agarren las cámaras hasta podés andar en bolas", y por ahí tiene algo que ver con eso que Daniel un día no vino más y fue reemplazado por Andrea.

Vamos a hacer las cosas un poquito diferentes, está bien que estamos en el turno noche, que somos un poco más flexibles, pero tampoco la pavada. Nos enteramos por ahí que traen comida al piso cuando saben que está prohibido porque las alfombras se ensucian. Desde ahora cada tanto voy a pasar entre los box para chequear que no se estén pasando, no quiero que esto sea como un jardín de infantes. También vi que muchos pasan bastante tiempo afuera de línea cuando les corresponde dos breaks de quince minutos cada uno. Antes de terminar la jornada quiero que me notifiquen con un mail los horarios y el tiempo que estuvieron en el baño. Libertad no es libertinaje, hagamos un mejor espacio de trabajo.

La mina mandó un mail y después pasó por cada uno de los box preguntando si lo habían leído. Tenía voz chillona, cara de escoba y respiraba como Darth Vader. Voló la taza de café, el mate, el termo y las golosinas fueron estratégicamente escondidas junto a los apuntes del final que no estaba llegando a preparar, junto con las ganas de seguir yendo a contramano del mundo.

-Buenas noches mi nombre es Mercedes ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Hola flaca, me acaban de robar, quiero suspender el teléfono para que estos hijos de puta no me lo usen.
-¿Cómo te llamás?
-¿Importa?
-Sí
-Juan
-Pasame el número que vamos a suspender, Juan.
-1553194762
-¿A nombre de quién está?
-Flaca suspendelo ya.
-Necesito otro dato para saber si estamos suspendiendo el correcto.
-Ramón Pérez.
-Necesito que me esperes un momento en línea Juan ya estoy con vos.

Sí, no es joda, la gente es tan simpática adentro como afuera. Hasta llegó a pensar que había algo malo en ella, pero por ahí era que tenía un imán para la gente estúpida. El libro de Reiki que le prestó su mamá le decía que no enviaba la energía correcta, por ahí tenía razón.

-Buenas noches, mi nombre es Maxi de suspensiones ¿Con quién tengo el gusto?
-Hola Maxi, te habla Mecha, te paso un número para suspender.
-Dale, bancá que este sistema de mierda está andando mal otra vez y tarda en abrir.
-Sí, no hay drama.
-¿Estás en el piso tres, no?
-Sí.
-Ah.
-¿Vos?
-En el de abajo, pasame el número.
-1553194762 a nombre de Ramón Pérez, se comunica Juan.
-Mmm, vamos a ver qué hay en la cuenta de este pelotudo... Disculpá que hable así, no es con vos, estoy cansado nada más.
-No pasa nada.
-La puta madre sistema del orto, se tilda. Che, Daniel no está más, no?
-No, hay otra, una mina ahora.
-Dani era un genio, lo conocí porque laburaba acá en el segundo piso y después lo pasaron allá.
-Ah, hace bocha laburás acá.
-Ya no me queda nada, me recibo este cuatrimestre y me voy a la mierda ¿Todavía no cortó el flaco ese?
-No, sigue en línea. Hiper malhumorado.
-Agradecé que no está drogado o en pedo ¿Llaman muchos así, no?
-JAJA a veces.
-Pajeros miles seguro, encima tenés linda voz, te deben romper...
-A veces.
-Ya está, vamos a ver, mirá vos este puto de Ramón... todos los fines de mes llama para suspender la línea...
-¿Enserio?
-Tiene un plan control, le dan crédito. Usa todo el crédito y después llama para suspender así no le cobran todo el mes, tremendo hijo de puta.
-JAJA.
-Que espere un poquito por garca ¿Vos cuánto tiempo más vas a estar acá?
-No sé, lo estoy pensando.
-Hasta qué hora laburás decía.
-Ah, hasta las ocho.
-Nos falta poco. Listo, ya lo suspendí. Pasame a Juan así le explico el procedimiento de reposición que no va a hacer seguramente.
-Dale, ahí te lo paso, un beso.
-Otro para vos Mecha.

El mail que mandó decía algo así como: 6.45 a 6.50 baño// 7.30 a 7.40 baño. Cuando juntó sus cosas para irse y caminó hacia la puerta, la mina nueva la paró en seco. Por un momento Mecha pensó que tenía que justificar los cinco minutos de más que había tardado la segunda vez, al ser mina algo de la complicación con los tampones iba a entender, pero sólo era para decirle que había estudiado sus niveles de productividad en el último trimestre y había descendido. "Ponerse la camiseta" dijo, "Otra vez sopa", pensó Mecha.
Saludó a bigote que le contestó con un leve e imperceptible movimiento de cabeza y bajó por las escaleras. En la entrada Walter le dijo que había sido otra noche sin que la tetona del chroma pudiera pronunciar bien las equis y le abrió la puerta. Cuando salió ya era de día, miró al cielo (algo difícil de hacer por los edificios) y un chico que salía se la llevó puesta.

-Perdoná.
-No, está bien.


Maxi y Mecha caminaron con paso firme pero cansado hasta el metrobús y ahí se separaron. Hace meses que coincidían en la salida, pero ninguno sabía cómo se llamaba el otro.



lunes, 14 de abril de 2014

Piel con boca

No se dice dónde, ni cuándo ni quiénes. Así podemos fantasear un poco y pensar que somos nosotros otra vez.

Piel con boca

miércoles, 9 de abril de 2014

Linchame- 13 puertas

El lunes fui a ver una documental muy bueno en el Bafici. David Rubio estuvo más de dos años filmando en una cárcel de máxima seguridad en la que hay una universidad donde guardias y presos estudian juntos. Una de las grandes sorpresas fue que cuando se prendieron las luces, nos dimos cuenta que los realizadores y protagonistas estaban sentados entre nosotros y pudimos hacerles preguntas y aplaudirlos como se merecían. Uno de los guardias dijo algo que me quedó grabado y concuerdo totalmente: "No podemos ser hipócritas, hay chicos que son delincuentes y salen y vuelven a robar mil veces más, pero hay chicos que si les das una mano para que puedan trabajar y estudiar, no van a robar más".

El Bafici termina el 13, si pueden ir a ver el documental, no se van a arrepentir.

Hoy escribí acá

Linchame


sábado, 29 de marzo de 2014

Ils se marièrent et eurent beaucoup d'enfants

Se despertó con una melodía conocida, la empezó a escuchar cuando todavía volaba entre las sábanas. Lentamente abrió los ojos y tocó el costado vacío de la cama. Frío. Lindo. Se arrastró un poco hacia el lugar que hace tiempo no ocupaba nadie y no pudo evitar sonreír. Estaba en esa parte del año cuando el verano no se quiere ir y da paso a la humedad, cuando la gente no sabe si usar borcegos u ojotas, cuando ellas todavía pueden usar escote y ellos pueden seguir mirando. El gato se subió a la cama y lentamente empezó a caminar sobre ella.
-¿Tenés hambre?

Se quedó esperando una respuesta en lenguaje gatuno que no tardó en llegar, se acurrucó en la cama de dos plazas que se compró hace dos años, esa que es para una persona y un gato, y disfrutó de la canción. Venía del 2E, no lo había visto nunca, no sabía quién era, pero si la despertaba un sábado al mediodía con creep, le caía muy bien.

viernes, 28 de marzo de 2014

jueves, 27 de marzo de 2014

Sala de break

"Este momento de descanso es tuyo... disfrutalo" Así dicen las paredes de la sala de break, en cartulina de colores con diseños seguramente no aprobados por alguien que sepa de diseño. Y me sale ese intento de comunicóloga que en algún momento quise ser. Pará, todos los momentos son míos, inclusive cuando estoy adentro, con una vincha puesta tratando de adivinar por qué a Laura de Quilmes le aparece facturado un servicio que no pidió.

-¡Está especial para torta frita hoy chicas! ¡Hola mi amor! Te amo.
Mide 1.65 y le dice lo mismo a todo el personal femenino (y después de las diez a algún masculino también).
-¡Charly! ¡No me hiciste mate!
Le grita la rubia, ojeando el celular.
-Te dije que salía de break 7 y 15, media pila.
-Ya va amor, ya va. Es que tengo tantas novias que no tengo tiempo de atenderlas a todas.
-¿Y por qué no dejás a alguna?
-No puedo mi amor, me hacen feliz.

-Charly no hay azúcar.
-No, ya sé. Estos sátrapas me mandan recién mañana, ahí puse edulcorante.
-Uh, café con edulcorante es un asco...
-Pero te lo hago yo y le pongo mucho amor...
-Bueno...

Me arriesgaría a decir que la sala de break tiene más tráfico que el puente Pueyrredón. Excepto los supervisores, todos los mortales tienen...

-No dan un pase, se sacan la pelota de encima.
-¿Y ustedes hace cuánto tiempo que no juegan una libertadores?

La chica de racing mira con odio al de anteojos y toma del vasito de plástico. La chica de san lorenzo sigue escribiendo. El DT frustrado de anteojos toma su café y dice que está lesionado pero juega bien de 9, no le creo.

...Los demás mortales tienen entre quince y veinte minutos para desayunar, almorzar, merendar, cenar o lo que tengan ganas de hacer (y puedan hacer) en ese tiempo. Cualquiera que haya salido conmigo mínimamente dos veces, sabe lo que tardo en comer y se puede imaginar lo que sufro tratando de almorzar en quince minutos.
Vamos negrita baila hasta el fín,
Vamos negrita hacelo por mí.
Vamos negrita baila hasta el fín,
Vamos negrita hacelo por mí.

En cuarenta minutos  que estuve haciendo tiempo ya pasaron más de veinte personas que vinieron, se fueron, y dejaron migas y manchas de café en las mesas. Cuando quedan pocos, Charly sube los redondos y baja el volumen del partido, algo me dice que el pequeño circo del fútbol lo tiene cansado y después de varias horas de trabajar el indio es más relajante que cualquier otra cosa.

-Charly, ¿Viste qué sucias son las minas? Explicame cómo hacen para mear toda la tabla, explicame.

Pelo negro levantado en una colita, pocos dientes, uniforme de limpieza. Los diez días que no estuvo todo el mundo lo extrañó. Después de explicarle a veinte personas seguidas facturación, que te hagan un mate y te digan "lo que es tu pelo, nena" es un cariño al cerebro gastado.

-¿Cuántas horas estás laburando Charly?
-Hoy doce, pero se me pasa rápido. Hay que mantener a los pendejos, viste.
-¿Doce horas?
-¡¡Y sí, si esta piba me hizo reventar la tarjeta en lafabella, la próxima te llevo a la salada morocha!!

Una nueva que  no entiende los códigos entra corriendo al baño y desaparece. Él prepara las máquinas de café (que igual que el amor, cuando tomás más de tres seguidos te deja un agujero en el hígado) y se va a juntar basura. Para cuando vuelve ya hablé con dos personas más, la piba de racing y el DT frustrado se fueron.

-Se quemó el ascensor, tuve que bajar la basura por la escalera.
-¡Qué bueno que no tenés problemas cardíacos!
-Sufro mucho por amor yo ¿Tenés novio vos?
-Dejala en paz a la piba, ¿No era yo tu novia?
-¡¡Y vos sos mi primer amorrr, no lo dudés!!

No sé cómo tiene energías para piropear a las minas doce horas al día. No sé cómo alguien tiene energías para atender quejas seis horas al día. Si avisaran de los aumentos en la factura no tendría tantas llamadas.

-No tendrías trabajo.
-Eso es como decir que los derrames de petróleo son buenos para que Greenpeace tenga trabajo.
-¿Greenpeace labura?


Fantaseo que estoy en Los Simpsons y que laburo con Homero, hace unas semanas pusieron una máquina de golosinas que se traba cada tres días. Charly conoce el secreto. De repente estamos todos jugando al pinball, calculando el peso del alfajor sobre el paquete de galletitas, y si será lo suficientemente pesado para que al precio de uno caigan dos. Y sí, se escuchan gritos en el pasillo, así que alguien ganó. Siento un poquito que estoy en el tercer día del año, como los chiquitos que no sienten el cambio hasta que ponen 2014 en el cuaderno Rivadavia forrado de azul a lunares. Ella vuelve a la UBA caminando debajo de la lluvia, no porque sea una romántica (aunque lo es), sino porque el paraguas se le ríe olvidado al lado de la puerta en Sarandí. Una de las tantas hijas pródigas va descubriendo que el camino cambia con cada paso que da.


Galletitas de agua atoradas