-

-

sábado, 31 de mayo de 2014

El departamento de Caballito

Hay algunos lugares que encierran historias sin contar, momentos que no vieron la luz por nadie más que dos. A veces volver a esos lugares nos provoca sentimientos encontrados ¿Somos los mismos después de tanto? ¿Seguimos queriendo lo mismo?
Estos dos parece que sí.

Hoy escribí acá

El departamento de Caballito

miércoles, 21 de mayo de 2014

Se viene el invierno

Hay algunas conspiraciones de las que no podemos escapar. A veces el cliché nos seduce y nos metemos en un laberinto enorme lleno de falsas salidas (como todo buen laberinto). Es cosa de tiempo descubrir la salida y entender que por ahí no iba la cosa. A este personaje sin nombre se le viene el invierno por tomar un par de decisiones no muy buenas en el otoño, pero dice que no se preocupa demasiado. No piensa pasar frío.

Dense una vuelta por este hermoso espacio, acá es donde escribí hoy.

sábado, 17 de mayo de 2014

Borrón del guionista

Acá va una historia de chico conoce a chica o por ahí es una historia de chico conoce a chica que está enamorada de otro chico, que no es lo mismo.


Hoy escribí acá

Borrón del guionista

viernes, 16 de mayo de 2014

Eso que le pasa a la gente ansiosa

No sé si les pasa eso que me pasa a mí. Eso de proponerse un objetivo y entrar a caminar con zapatillas cómodas y una mochila todo terreno, para darte cuenta de que a medida que te le vas acercando, ya no es exactamente lo que estás buscando. En el camino las cosas se van transformando y uno así anda, a punto de llegar a un objetivo, pero dándose cuenta de que en realidad ahora quiere otra cosa. Existe una delgada línea entre la metonimia del deseo y la frustración constante. La primera se siente mejor, así que cuando veo que me acerco demasiado a la segunda, dejo de caminar y miro el piso. Atarse los cordones funciona.

viernes, 9 de mayo de 2014

De cómo conocí a Tomás

Hace dos meses estaba en ese laburo. "Laburo", diría mi vieja, así, todo entrecomillado. Sí, laburo mamá, sacar fotos en un boliche el fin de semana es laburar. O se parece. O es. No sé, ya lo dejé igual, ese boliche dejé. Ahora estoy con otras cosas. La cuestión es que estaba sacando fotos a las tres de la mañana en un boliche, que para la inspección en realidad es bar pero la posta es que es boliche. Y me vio. Me vio él primero porque yo estaba concentradísima. Pero si no lo hubiese estado lo hubiese mirado yo primero. Así de lindo era, es, no sé. Barba recortada, camisa cuadrillé, rulos (me enteré después, cuando se los dejó crecer).
-Hay que aprovechar el pelo hasta que se me empiece a caer, me dijeron.
Es que sí, tenía (o tiene, no se) treinta y cinco.
Si con la barba recortada y la camisa cuadrillé me estaba comprando, cuando me dijo que era profesor de foto en Capital me enamoró. No sé, pelotudeces mías.
Se me acercó en un momento en que me paré al lado de la barra, para que Marcelo (barman lindo, pero gay) me diera un speed con melón. Si me preguntás qué me gustaba de ese laburo, era el speed con melón, gratis, las caipis gratis, todo gratis. Todavía no entiendo cómo es que nunca me puse en pedo. Me preguntó hace cuánto estaba ahí, si me gustaba sacar fotos, si esto, si lo otro. Y ahí tuve esa sensación hermosa que te pasa cuando conocés a alguien que cuando habla no la caga. Nada más lindo que te guste y que sea interesante. No me jodan, a mí no me funciona eso de "le ponés una bolsa en la cabeza y va", pero tampoco puedo entrar a tu departamento si no me movés el piso. Perdón, pero es así. Le gustaba (o le gusta, no se) el cine, Charly, Los Piojos, Queen y Dolores Fonzi. Había tenido seis novias en su vida y le tenía miedo a los aviones, pero se empastillaba y volaba igual. No tenía mascotas, ni había tenido. Vivía (o vive, no se) en un dos ambientes en Palermo. Ponía la cama en el comedor y la habitación la usaba de set de estudio para fotos. Le gustaban demasiados las fotos de estudio, pero bueno, nadie es perfecto (y no, él tampoco).
Tenía amigos de mi edad y amigos de la edad de él. A los tres meses me invitaban a las salidas grupales y las amigas me decían que "por fin una lo enganchó". Ponele que me causaba gracia. Un poquito de orgullo, quizás. A los seis meses me invitó al casamiento del mejor amigo, que era el primo, con toda la familia, vestido lindo, peinado de peluquería y esas cosas, y las dos Canon, obviamente. Y ahí empecé a sentir que las cosas se me iban de las manos, por ahí seis meses era demasiado rápido para eso de la presentación en familia, pero bueno, me la banqué como una divina. No sé si habré sido yo o qué, pero las cosas se empezaron a poner un poquito asfixiantes. A ver, Tomás tenía treinta y cinco y yo más de diez años menos, pero igual él no parecía de su edad. Salía todos los fines de semana, usaba ropa linda, y como era profesor de cultura (ah, ¿No te conté?) en un secundario por Almagro, daba la sensación de que estaba con alguien como yo. Alguien como yo pero que se mantenía solo, había vivido el regreso de la democracia (aunque fuese haciendo garabatos en el jardín), y que no se había criado con el animé como yo. Pero en definitiva, no se sentía demasiado la diferencia.
Una de las cosas que más me había enamorado de él era que cuando dejé de sacar fotos en ese boliche y empecé a salir por todas las noches que no había podido, permaneció fiel a su política de los no-celos. Inclusive me había hecho una copia de las llaves del departamento. Así se siente una relación madura, pensé yo.  Hasta que lo maduro me mareó.
-¿Te querés venir a vivir?
¿Qué?
-Ya te quedás a dormir a veces tres veces por semana, el depto es chico, pero estaría bueno que directamente te quedaras acá.
Qué bicho le picó por el amor de Jesucristo.
-Tengo 23, Tomás.
Fue lo primero que dije, como si eso me excusara de algo, aunque sí. Estaba más que comodísima en mi casa; pieza propia, hermanos mayores, hija mimada, mamá me cocinaba ¿Para qué me iba a mudar? Tenía que haberme dado cuenta que le estaba pintando el viejazo en cuanto se casó el mejor amigo, que es el primo. Ahí se le fue todo a la mierda. Pero si nunca creíste en el casamiento Tomás, explicame por qué ver a la nona brindando por los novios te sentimentalizó ¿O es que alguien se atrevió a decirte el "y vos para cuándo" en algún momento en que me fui al baño?  Por ahí es que simplemente la gente se pone grande y le da miedo algunas cosas, hasta que se da cuenta que son boludeces y se acomoda. Tardó en acomodarse igual. No me habló por dos días, hasta que me llamó al celular y lo atendí con voz de dormida, a las dos de la tarde, pero era porque a la noche lloraba, miraba una película, me acostaba llorando y me despertaba a las dos ¿Y no iba a la facu? Eran vacaciones (¿Te conté que voy a la facu? Sí, estudio comunicación, no sé para qué me va a servir pero yo estudio, porque hay que estudiar y porque me gusta escribir y sacar fotos).
Me dijo que había sido un inmaduro, que me amaba, que respetaba mi edad, mis tiempos, y que muchas cosas lindas más. Las pelotudas enamoradas son un peligro, somos. Quedamos en vernos a la noche del día siguiente porque él tenía que cubrir un evento el viernes a la noche, y se iba a quedar en lo de un amigo hasta la tarde del sábado. Dale, bueno, nos vemos. Te amo, que lindo todo, chau. Ese sábado me levanté tempranísimo, agarré mi mochila violeta, mis zapatillas favoritas, mi jean favorito, y una camisa cuadrillé. Pasé por el chino de la esquina de su departamento y compré todo lo necesario para hacer el pollo al limón con papas más rico de mi vida. No había estado tan feliz en días. Entré al edificio, subí dos pisos con unas bolsas de morondanga que se iban a romper en cualquier momento y abrí la puerta.
Y ahí estaba él.
Y ahí estaba ella.
Y seguramente también estaba yo, porque ellos me miraban, pero yo sentía que estaba en cualquier otro lado, como si me hubiera teletransportado. Seguía teniendo todos los ingredientes para hacer el mejor pollo al limón con papas de mi vida,  tenía mi mochila violeta, mi pelo largo y todas esas cosas que me caracterizan. Por ahí me había equivocado de departamento, por ahí la puerta del 3B tiene la misma cerradura que la del 2B, por ahí era su clon. No me acuerdo cuando volví a respirar, quizás fue cuando ella se empezó a vestir, o cuando él se levantó de la cama y empezó a caminar hacia mí, con una parte de la sábana tapándose ¿Qué te tapas idiota si hace 8 meses que estamos cogiendo? Pensé.
-Perdoná, no sé qué decir.
Dijo. No tengo idea con qué cara lo estaba mirando, los estaba mirando. El pelo rubio de ella me dio la espalda y de ahí en más sólo le vi la nuca, la conocía. Tomás le había hecho un book hace un mes o dos y habíamos estado un par de horas editándolo. La recuerdo porque dije que si fuera hombre me la cogería. Él no dijo nada. Se la cogió directamente.
El baldazo de agua fría no es lo suficientemente gráfico, no es metáfora, es realidad, es un golpe, es más que el cross a la mandíbula, es toda la mierda junta, es todo el dolor ahí, en el pecho, en los ojos, en la cabeza, en la punta de las uñas. Todo ahí.
-Soy un boludo, perdoná.

Creo que cuando pasan estas cosas de novela el tiempo no va lo suficientemente rápido, no sé, me paralicé. Ella se paró y se puso el jean, para cuando me di cuenta yo ya estaba pegada a la puerta, se ve que mientras pensaba o no-pensaba estaba caminando para atrás. Él se paró, soltó la sábana (se habrá dado cuenta que la situación era ya bastante bizarra y que estuviera en pelotas no cambiaba nada) y dio dos pasos hacia mí. Creo que dijo perdoná por tercera vez, no lo escuché bien. Sólo sé que abrió la boca. Yo abrí la puerta del departamento, agarré con fuerza todas mis cosas y bajé. No iba a dejarle la bolsa del chino para que comiera pollo al limón sin mí.

Historieta hermosa de "Y viste como es", recomendadísimo.

martes, 6 de mayo de 2014

El viento rompe cosas, el tiempo también.

Y a veces no nos podemos hacer otra cosa excepto lastimarnos, entonces se caen las hojas y las barremos. Cerramos puertas y tratamos de poner todo lo roto en papeles de diario, en cajas chicas y escribimos con fibrón negro "cuidado, frágil", para que alguno si las encuentra les preste atención y si quiere abrirlas, lo haga con mucho cuidado. Son partes que no queremos tirar, pero ya no pueden estar más en esta pieza. Con todas las cosas que empezamos a hacer, nos está quedando chica, y llega un momento en que la seguimos llenando de cosas nuevas o nos quedamos rodeados de adornos viejos y rotos.
Alguien inteligente los hubiese sacado apenas se empezaban a romper solos, alguien sensible se los hubiese quedado mirando, esperando que no se rompieran todos, y yo, que para algunas cosas soy muy inteligente pero para otras demasiado sensible, no me di cuenta cuánto dolía verlos romperse hasta que el piso se llenó de porcelana, y no pude salir de la pieza sin lastimarme los pies.

Por las dudas pongo cortinas gruesas en las ventanas, no sea cosa que quieras entrar con el viento y vuelvas a desacomodar todo. Ya ordené demasiadas veces esta habitación.



viernes, 2 de mayo de 2014

Imagino

Hay algo en no ser correspondidos que nos provoca un placer masoquista. La eterna dicotomía entre blanco y negro sólo deja contentos a unos pocos, que todavía se creen que el deseo no muta, que nuestras abuelas fueron felices con un sólo hombre y que nuestros abuelos no las cagaron jamás. El que camina un poco con los ojos abiertos se cruza con personajes de carne y hueso, seres tridimensionales, antihéroes que enriquecen las historias y nos despliegan un abanico de grises. Y acá va otro personaje sin nombre, en búsqueda de su gris medio, de algo que le equilibre la madrugada de sábado.

Hoy escribí acá