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sábado, 29 de marzo de 2014

Ils se marièrent et eurent beaucoup d'enfants

Se despertó con una melodía conocida, la empezó a escuchar cuando todavía volaba entre las sábanas. Lentamente abrió los ojos y tocó el costado vacío de la cama. Frío. Lindo. Se arrastró un poco hacia el lugar que hace tiempo no ocupaba nadie y no pudo evitar sonreír. Estaba en esa parte del año cuando el verano no se quiere ir y da paso a la humedad, cuando la gente no sabe si usar borcegos u ojotas, cuando ellas todavía pueden usar escote y ellos pueden seguir mirando. El gato se subió a la cama y lentamente empezó a caminar sobre ella.
-¿Tenés hambre?

Se quedó esperando una respuesta en lenguaje gatuno que no tardó en llegar, se acurrucó en la cama de dos plazas que se compró hace dos años, esa que es para una persona y un gato, y disfrutó de la canción. Venía del 2E, no lo había visto nunca, no sabía quién era, pero si la despertaba un sábado al mediodía con creep, le caía muy bien.

viernes, 28 de marzo de 2014

jueves, 27 de marzo de 2014

Sala de break

"Este momento de descanso es tuyo... disfrutalo" Así dicen las paredes de la sala de break, en cartulina de colores con diseños seguramente no aprobados por alguien que sepa de diseño. Y me sale ese intento de comunicóloga que en algún momento quise ser. Pará, todos los momentos son míos, inclusive cuando estoy adentro, con una vincha puesta tratando de adivinar por qué a Laura de Quilmes le aparece facturado un servicio que no pidió.

-¡Está especial para torta frita hoy chicas! ¡Hola mi amor! Te amo.
Mide 1.65 y le dice lo mismo a todo el personal femenino (y después de las diez a algún masculino también).
-¡Charly! ¡No me hiciste mate!
Le grita la rubia, ojeando el celular.
-Te dije que salía de break 7 y 15, media pila.
-Ya va amor, ya va. Es que tengo tantas novias que no tengo tiempo de atenderlas a todas.
-¿Y por qué no dejás a alguna?
-No puedo mi amor, me hacen feliz.

-Charly no hay azúcar.
-No, ya sé. Estos sátrapas me mandan recién mañana, ahí puse edulcorante.
-Uh, café con edulcorante es un asco...
-Pero te lo hago yo y le pongo mucho amor...
-Bueno...

Me arriesgaría a decir que la sala de break tiene más tráfico que el puente Pueyrredón. Excepto los supervisores, todos los mortales tienen...

-No dan un pase, se sacan la pelota de encima.
-¿Y ustedes hace cuánto tiempo que no juegan una libertadores?

La chica de racing mira con odio al de anteojos y toma del vasito de plástico. La chica de san lorenzo sigue escribiendo. El DT frustrado de anteojos toma su café y dice que está lesionado pero juega bien de 9, no le creo.

...Los demás mortales tienen entre quince y veinte minutos para desayunar, almorzar, merendar, cenar o lo que tengan ganas de hacer (y puedan hacer) en ese tiempo. Cualquiera que haya salido conmigo mínimamente dos veces, sabe lo que tardo en comer y se puede imaginar lo que sufro tratando de almorzar en quince minutos.
Vamos negrita baila hasta el fín,
Vamos negrita hacelo por mí.
Vamos negrita baila hasta el fín,
Vamos negrita hacelo por mí.

En cuarenta minutos  que estuve haciendo tiempo ya pasaron más de veinte personas que vinieron, se fueron, y dejaron migas y manchas de café en las mesas. Cuando quedan pocos, Charly sube los redondos y baja el volumen del partido, algo me dice que el pequeño circo del fútbol lo tiene cansado y después de varias horas de trabajar el indio es más relajante que cualquier otra cosa.

-Charly, ¿Viste qué sucias son las minas? Explicame cómo hacen para mear toda la tabla, explicame.

Pelo negro levantado en una colita, pocos dientes, uniforme de limpieza. Los diez días que no estuvo todo el mundo lo extrañó. Después de explicarle a veinte personas seguidas facturación, que te hagan un mate y te digan "lo que es tu pelo, nena" es un cariño al cerebro gastado.

-¿Cuántas horas estás laburando Charly?
-Hoy doce, pero se me pasa rápido. Hay que mantener a los pendejos, viste.
-¿Doce horas?
-¡¡Y sí, si esta piba me hizo reventar la tarjeta en lafabella, la próxima te llevo a la salada morocha!!

Una nueva que  no entiende los códigos entra corriendo al baño y desaparece. Él prepara las máquinas de café (que igual que el amor, cuando tomás más de tres seguidos te deja un agujero en el hígado) y se va a juntar basura. Para cuando vuelve ya hablé con dos personas más, la piba de racing y el DT frustrado se fueron.

-Se quemó el ascensor, tuve que bajar la basura por la escalera.
-¡Qué bueno que no tenés problemas cardíacos!
-Sufro mucho por amor yo ¿Tenés novio vos?
-Dejala en paz a la piba, ¿No era yo tu novia?
-¡¡Y vos sos mi primer amorrr, no lo dudés!!

No sé cómo tiene energías para piropear a las minas doce horas al día. No sé cómo alguien tiene energías para atender quejas seis horas al día. Si avisaran de los aumentos en la factura no tendría tantas llamadas.

-No tendrías trabajo.
-Eso es como decir que los derrames de petróleo son buenos para que Greenpeace tenga trabajo.
-¿Greenpeace labura?


Fantaseo que estoy en Los Simpsons y que laburo con Homero, hace unas semanas pusieron una máquina de golosinas que se traba cada tres días. Charly conoce el secreto. De repente estamos todos jugando al pinball, calculando el peso del alfajor sobre el paquete de galletitas, y si será lo suficientemente pesado para que al precio de uno caigan dos. Y sí, se escuchan gritos en el pasillo, así que alguien ganó. Siento un poquito que estoy en el tercer día del año, como los chiquitos que no sienten el cambio hasta que ponen 2014 en el cuaderno Rivadavia forrado de azul a lunares. Ella vuelve a la UBA caminando debajo de la lluvia, no porque sea una romántica (aunque lo es), sino porque el paraguas se le ríe olvidado al lado de la puerta en Sarandí. Una de las tantas hijas pródigas va descubriendo que el camino cambia con cada paso que da.


Galletitas de agua atoradas


lunes, 24 de marzo de 2014

Sala de espera

Blog de microrelatos, historias cortitas para leer en el subte/tren/bondi/baño/mesa/aula/cocina...

Hoy escribí acá


jueves, 20 de marzo de 2014

Número 65

¿Hay algo peor que querer llorar y no tener espacio ni tiempo? Ayer un enano de Gringotts se equivocó y le mandó mensajes a todos los clientes diciéndole que tenían activado el servicio.
-Yo no pedí nada, pero por las dudas mandé BAJA al *456
-Fue un error del sistema en realidad, no se te había activado nada, te puedo pasar el número de reclamo si querés. El problema es que como mandaste BAJA desactivaste el servicio que sí tenías.

Si los enanos del sistema se equivocaran menos tendríamos menos llamadas, y más tiempo para llorar tranquilos. El celular está siempre en vibrador o en silencio, para poder mandar algún mensaje mientras explico facturación, pero el día de hoy estuvo en sonido, esperando llamadas o mensajes milagrosos. Llegaron, obviamente, pero con tristes noticias, en medio de un reclamo por falta de señal en la zona de Quilmes. Creo que le terminé diciendo que no tenía señal porque había un elefante cerca y eso captaba la triangulación de antenas y almorcé sopa con pollo. Sí, hay algo peor que querer llorar y no tener espacio ni tiempo, es que te explote el cerebro y que salga sangre pero no lágrimas. Además del problemita de los enanos de sistemas, hoy se agregó mucho llamado porque el zapallo sube, la leche sube, el tomate sube, y para la telefonía celular no hay precios cuidados. O a nadie importante le interesa que se los cuide. Dios, dejen de llamarme, NECESITO un tiempo para mí.

-Sí, eh, hola, te llamaba porque no me anda internet.
-¿No? Contame, ¿Qué paquete de internet tenés?
-No, ninguno, pero pensé que igual podía usar.


Esto es enserio, esto es serio, esto no da más. Creo que fueron cuatro horas desde la noticia hasta que pude salir y sentir aire, o algo que se le pareciera. Cuatro horas tratando de tener la misma voz de siempre, un poquito más forra, un poquito más seca. Me tapó la puerta una chica vestida como estudiante de medicina y me dio un volante del partido obrero. Parece que es 24 de marzo dentro de poco, perdonenme pero sabrán entender que NECESITO un tiempo para mí. Bondi lleno, cabeza explotada, cuerpo vacío. Una pendeja de pelo largo y muy lacio tiene una campera de cuero falso color marrón, unas converse de cuero verdadero color beige y una cartera de cuero dudoso color más marrón. Lee un volante del partido obrero para perderse entre oraciones que la acercan a Las Heras, Galtieri, Kristina y el papel destiñe. Ah, no, son gotas redondas. Ah, no. No van a caerse ahora. En su casa las cosas no son  muy distintas. Se pone a pensar en qué puede gastar para dejar de sentir tanta impotencia, nada, la va sentir igual. No puede caer en esa. Come una hamburguesa y la madre la mira dos segundos, tres, cuatro. No quiere hablar, está bien, ella es así. Desaparece entre las sábanas y manda un par de mensajes. Hay gente que la abraza a distancia y otros la invitan a salir el fin de semana. El melón le lee la mente y ella lo agradece bastante así no tiene que hablar ni escribir demasiado. Pidió un momento para ella durante horas, horas que sonó la chicharra y le hablaron de todas partes del país (donde hay cobertura), horas que se tragó la angustia en un colectivo lleno de desconocidos. Lo pidió y lo tiene, ahí, donde está todo oscuro y caliente. Ya está en jogging, ya tiene su remera para dormir, pero no sale nada ¿Hay algo peor que querer llorar y no tener espacio ni tiempo? Sí, es tener espacio y tiempo. 

domingo, 9 de marzo de 2014

La velocidad del sonido

Todos tenemos nuestros instintos autodestructivos, esos que te hacen mandarle play a temas como fix you un domingo a la noche, un domingo que llueve, un domingo de un fin de semana hermoso, un domingo anterior a una última semana de vacaciones. No tengo un problema con los domingos a la noche, no los odio como la mayoría de la gente, seguramente porque me gustan los  lunes a la mañana. Pero instintos autodestructivos tengo muchos, no voy a mentir diciendo que ninguno de ellos tiene nombre y apellido. Las obsesiones se potencian en las redes sociales, son las 3 de la mañana y te descubrís stalkeando una compañera del secundario que hace años que no te hablás, viendo si tiene novio, si terminó la facu, si esto o lo otro. Y nos reímos de las viejas vecinas de barrio que pasaban gran parte de su día pegadas a la ventana, tratando de ver algo interesante para contar en la merienda con... más vecinas viejas. Somos iguales, pero nuestra ventana es digital. Voyeurismo moderno. Sabemos que nos miran y nos gusta, nosotros miramos a otros, así que alguien nos mira. Igual no sé qué tanto nos gusta.
Exceptuando el caso de que alguien me mueva el piso por un período prolongado, mis relaciones (o como se llamen) duran una noche y medio día, hasta que tardo en llegar a casa, me empiezan a levantar por chat y me aburro. Son siempre las mismas preguntas, las básicas, para conocer lo que no conocieron la noche anterior. No es culpa de ellos. Es culpa de una, de la birra, no sé. Principalmente de una, que sabe que al otro día no va a querer saber más nada y aún así escribe su facebook en un teclado táctil. Y vas creando tu lista negra, para no conocer a nadie, para que  nadie te conozca. Por ahí sí es  culpa de ellos, quizás no detectaron que una tiene todo para ser una groupie de cineastas, mandaron que estudian ingeniería y te la bajaron como si hubieses visto la raya de un mecánico.

-Hacete un tuiter.
-Tengo ganas, pero no sé. Suficiente con una red social a veces...
-Pero está bueno, muchos se animan a decir por ahí cosas que en facebook no.
-Esa sos vos porque te mandaste a agregar a tu familia... Además, con stalkearlo en una red social es suficiente, con dos ya me consideraría una enferma.

Hablarle al ex es otro signo claro de autodestrucción. Muy común además. Se te da por acordarte que cogía bien, que a veces tenía salidas graciosas, pero te olvidaste de todo lo demás. Igual no tarda mucho en llegar, 10 minutos de charla y te acordaste de todo, retrocedés un par de pasos y todos salen victoriosos. Prefiero coldplay un domingo lluvioso a la noche, hay más amor propio ahí.

Podría usar grooveshark, pero hay algo en ver de reojo a Chris Martin que me completa más. Lo malo es que voy eligiendo videos y todos y cada uno, me hacen comer el skip. No sé en qué estoy pensando cuando elijo the scientist, en algún punto pensé que no podría ser peor a fix you, pero me equivoqué, como siempre. Wicker park, él encontrándola a ella en el aeropuerto después de años, después de tantas mentiras y vueltas dignas de telenovela, saltos de tiempo y parejas en el medio. Primeros acordes de mi canción favorita de cuando tenía 15 años, abrazos y algo más. Cámara que se aleja y la gente en el aeropuerto que nos tapa lo que pasa, no importa, lo podemos imaginar.

lunes, 3 de marzo de 2014

Noche de fútbol

Estaban como perdidos, en 30 minutos no habían tenido ni una oportunidad clara de entrar al área. Daba un poquito de pena ver el baile que se estaban comiendo. El delantero estrella se anima y el arquero no puede hacer nada. Al ángulo, golazo, imposible hasta para la figura del partido, ese arquero que se banca todas y vive puteando a los defensores que parecen ir de un lado a otro sin saber bien a quién marcar. Ya venía tapando 3 chances claras y contando. Era obvio que iba a pasar. Comentarios verdaderos y punzantes salen de un micrófono de alguien que dice saber de fútbol.

-No se bien cómo decirlo, pero… se que es mejor temprano que tarde.
-¿Qué pasa?
-No le veo mucho futuro a esto… por ahí estoy dando muchas vueltas al pedo, por ahí sabés cómo son las cosas mejor que yo… Me gustás, pero… nada, no va a pasar mucho más que esto.
-Está todo bien, pero entonces… creo que es mejor que nos dejemos de ver.
-Está bien, te lo respeto.

El entretiempo es un momento clave para ser aprovechado. Un buen DT lo sabe. Éste en particular no se maneja con reproches individuales. Tiene poco tiempo para que 11 jugadores procesen, asimilen y se motiven. Ahorra tiempo pasando a la motivación, va a tener una semana para charlas individuales y prácticas intensivas. Ni siquiera pierde el tiempo caminando de un lado a otro. Se para frente a todos y les recuerda lo que trabajaron, lo que vinieron practicando. El campeonato recién empieza, pero eso no significa que puedan darse el lujo de perder así. Si van a perder, que sea dejando todo. Para correr de un lado al otro, que vayan a un parque, no a jugar un partido.

-¿Cómo estás?
-Bien, laburo, facu, lo de siempre.
-Me alegro, che.
-¿Vos qué contás?
-Nada, con bastante laburo por suerte, pero estoy un poco cansado. Te quería preguntar… si está todo bien.
-Sí, obvio.
-No sé si… daría para vernos, si está todo bien para vernos algún día.
-Em, si, estaría bueno.

Después del entretiempo las cosas se ordenan, aparecen los cambios salvadores y un par de mentes frías le dan lugar a la organización. El delantero estrella se cansa y no vuelve a ser molestia en el área. El arquero pierde protagonismo y puede relajarse un poco. Se juega más en media cancha y hasta tienen un par de oportunidades de gol, asustan un poco, parecen otro equipo. El  comentarista tiene un poco más de piedad para el equipo que se acaba de despertar y empieza a criticar a un oponente cansado, sin ideas, falto de juego y esas cosas que repiten los periodistas deportivos y son imitadas en cualquier charla entre amigos.

-Hay algo que te quiero decir hace un tiempo, digo, no me gusta que digamos de vernos y no sepas que estoy saliendo con alguien.
-¿Saliendo?
-Sí, estamos viendo.
-Pero… bueno ¿Y qué onda eso?
-No, nada. La estoy conociendo pero quería que supieras.

Roja directa. El DT se agarra la cabeza, faltan 10 minutos y tenían chances todavía. Pero Pedroza es así. Ni siquiera se queja, pide disculpas por ir a pegar y se va, cabeza agachada, músculos cansados, toda la sangre explotándole en la cabeza. Ninguno de los 10 que quedan le dicen nada. Están haciendo las cosas bien pero no es suficiente. Cada minuto cuenta, una pelota perdida puede terminar en gol y salvar el punto. El fútbol es así. Una cuota grande de garra, trabajo en equipo, trabajos individuales y… un poco de suerte. Que esa noche no tienen. Se despertaron demasiado tarde. Agregan 4 minutos más. Ambos DT miran el reloj, uno desde hace 20 minutos quiere que se termine todo, y otro transpira haciendo fuerza con los ojos para llamar al gol.
Ese partido estaba durando como un año ya, pensó uno.
Vamos a tener que trabajar el juego, pensó el otro.

De todas maneras en los vestuarios el discurso fue bastante parecido. Respirar, relajar, y trabajar para el próximo encuentro. Para las cámaras los ganadores estuvieron orgullosos del gol, puertas adentro se pusieron a pensar por qué un equipo organizado pero con pocas chances los bloqueó para hacer más. Los que perdieron los 3 puntos se fueron con aplausos de la hinchada que siempre está, y cada uno de esos 11 cuando se acostaron prometieron dejar ese partido atrás.